“La Navidad no existe en Cuba”: el mensaje de una cubana que sacudió las redes sociales en Nochebuena

Mientras millones de personas en distintas partes del mundo celebraban la Nochebuena entre luces, cenas familiares y reuniones festivas, desde Cuba emergió un mensaje que volvió a poner en evidencia el profundo contraste entre la celebración global de la Navidad y la realidad que enfrenta gran parte de la población en la isla.

La creadora de contenidos cubana Anaisy, conocida en redes sociales como @anaisy_vlogs, compartió un video el 24 de diciembre que rápidamente se viralizó por su descripción directa de cómo se vive esta fecha en el país. El testimonio, difundido a través de plataformas sociales, se aleja del tono festivo habitual de estas fechas y se convierte en un retrato crudo de la crisis económica, energética y social que atraviesa Cuba, una situación que, según la influencer, ha vaciado de significado una de las celebraciones más simbólicas del calendario.


“La Navidad se vive escondida”

En su mensaje, Anaisy afirma que en Cuba la Navidad “no existe” como celebración visible. Explica que, a diferencia de otros países donde abundan las decoraciones, los árboles iluminados y las calles llenas de ambiente festivo, en la isla cualquier intento de celebración ocurre de manera discreta y, en muchos casos, a puertas cerradas.

La creadora señala que los apagones prolongados, la escasez de alimentos y la falta de recursos básicos condicionan incluso los momentos más íntimos. Para muchas familias, la Nochebuena transcurre en la oscuridad, iluminada apenas por velas o lámparas recargables, con mesas modestas o vacías y sin la posibilidad de recrear las tradiciones asociadas a la fecha.

Navidad no existe en Cuba, a no ser que puertas adentro de las casas alguien decida celebrarla. Es un país donde las luces navideñas no tienen sentido porque luz no tenemos ni para alumbrarnos”, explica.

La crisis cotidiana que alcanza las tradiciones

El mensaje pone el foco en cómo la crisis no solo afecta la economía doméstica, sino también la vida emocional y simbólica de las personas. Anaisy describe una Navidad marcada por la preocupación diaria: cómo conseguir alimentos, cómo sobrellevar los apagones, cómo enfrentar el cansancio acumulado tras meses —y años— de precariedad.


En ese contexto, explica, la celebración pierde sentido. La Navidad deja de ser un momento de pausa o esperanza y se convierte en una fecha más dentro de una rutina dominada por la incertidumbre y la supervivencia.

La nostalgia por un pasado diferente

Uno de los pasajes más comentados del video es la referencia al pasado. Anaisy recuerda que, aun cuando la Navidad no siempre fue una festividad oficial o ampliamente promovida en Cuba, existía un ambiente distinto. Había música, reuniones familiares, comida compartida y una sensación de alegría que, según su testimonio, hoy resulta difícil de encontrar.

Esa comparación no se presenta como una idealización del pasado, sino como una constatación del deterioro progresivo de las condiciones de vida. La influencer sugiere que la pérdida de la Navidad como celebración refleja, en realidad, una pérdida más amplia: la de la tranquilidad y la esperanza en el día a día.

Familias separadas por la emigración

El mensaje también aborda uno de los fenómenos más visibles de los últimos años: la emigración masiva. Anaisy subraya que muchas familias cubanas están hoy fragmentadas, con padres, hijos o hermanos viviendo fuera del país tras emigrar en busca de estabilidad económica y oportunidades.

Esta realidad hace que las fechas festivas sean especialmente difíciles. Para quienes permanecen en la isla, la ausencia de seres queridos se suma a la escasez material. Para quienes están en el extranjero, la Navidad llega acompañada de nostalgia y del peso de no poder reunirse con los suyos.

“Las familias son pequeñas porque muchos emigraron para tener un futuro mejor y poder ayudar a los que quedaron a poner un plato digno en la mesa”, expresó. “Y en esta fecha los de allá tampoco son del todo felices, porque aunque se sientan en libertad y tengan ciertas comodidades, dieran lo que no tienen por pasar estos días con su familia”, comentó.

También evocó la realidad de quienes llegan a la fecha marcados por la enfermedad, con el cuerpo debilitado y apenas capaces de levantarse de la cama. Mencionó igualmente a quienes, pese a sentarse a una mesa servida, vivirán la celebración de forma incompleta: con el teléfono siempre en la mano, lidiando con una conexión deficiente, intentando mantener un hilo de comunicación con la familia que está lejos.

Apagones prolongados: la oscuridad como parte de la Navidad en Cuba

Uno de los elementos que más condiciona la vida cotidiana en Cuba —y que adquiere un peso simbólico particular durante la Navidad— es la crisis energética. En diciembre, los apagones han continuado afectando a amplias zonas del país, con cortes eléctricos que en muchas localidades se extienden por varias horas consecutivas, e incluso durante gran parte del día.

La inestabilidad del sistema eléctrico nacional, marcada por averías en centrales termoeléctricas, déficit de combustible y una infraestructura envejecida, ha convertido la falta de electricidad en un fenómeno recurrente. Durante las noches festivas, cuando tradicionalmente se espera iluminación y reunión familiar, muchas viviendas permanecen a oscuras, obligando a las familias a reorganizar rutinas y celebraciones en función de los horarios de los cortes.

En ese contexto, la Navidad se vive sin luces decorativas, sin música amplificada y, en numerosos casos, sin la posibilidad de cocinar alimentos que requieren electricidad. Velas, lámparas recargables y baterías portátiles sustituyen al alumbrado convencional, mientras el ruido de plantas eléctricas privadas se ha vuelto parte del paisaje sonoro en algunos barrios.

Más allá de las incomodidades materiales, los apagones tienen un impacto directo en el estado emocional de la población. La falta de electricidad refuerza la sensación de agotamiento y frustración acumulada, especialmente en fechas asociadas al descanso y la convivencia. Para muchas familias, la Nochebuena transcurre en silencio y penumbra, transformando una celebración tradicional en un recordatorio de la precariedad que atraviesa el país.

Este escenario, descrito en el mensaje viral de la creadora cubana, no es un hecho aislado, sino un reflejo de una crisis energética estructural que continúa afectando la vida diaria de millones de personas y que, incluso en fechas simbólicas como la Navidad, no da tregua.

Una publicación que se volvió colectiva

La reacción en redes sociales no se hizo esperar. El video generó decenas de comentarios de usuarios que se reconocieron en las palabras de la creadora. Muchos agradecieron que alguien expresara públicamente sentimientos que, aseguran, comparten miles de cubanos dentro y fuera del país.

Frases como “es triste, pero es la verdad” o “esto es exactamente lo que se vive hoy” se repitieron entre las respuestas, convirtiendo el mensaje en algo más que una reflexión personal. Para muchos, el video funcionó como una forma de catarsis colectiva en una fecha especialmente sensible.

La Navidad como reflejo del momento que vive Cuba

Más allá de su impacto emocional, el mensaje de Anaisy ofrece una lectura más amplia del contexto actual de Cuba. La combinación de crisis energética, inflación, escasez de alimentos y éxodo migratorio ha transformado incluso las tradiciones más arraigadas, redefiniendo el significado de celebraciones como la Navidad.

En un momento del año asociado globalmente con la unión familiar, la esperanza y el cierre de ciclos, el testimonio vuelve a mostrar cómo la crisis ha penetrado en la vida cotidiana de los cubanos, alcanzando no solo lo material, sino también lo simbólico y lo emocional.


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