
En un momento donde la crisis social, económica y política en Cuba golpea con fuerza a millones, la influencer cubana La Dura ha lanzado un mensaje claro y contundente: no se puede ser neutral cuando se tiene una voz y una plataforma pública. Su publicación, que rápidamente se volvió viral, va más allá de una opinión personal: es una denuncia directa a la incoherencia de ciertos creadores de contenido que, desde la comodidad del exilio o el extranjero, evitan pronunciarse sobre la dictadura cubana.
“La influencia no está en los likes, está en el mensaje”, expresó La Dura, criticando a quienes se benefician de su alcance mientras evitan tocar temas sensibles como la falta de libertad, la represión o el sufrimiento de los cubanos que aún viven bajo el sistema. Para ella, callar también es tomar partido. Especialmente cuando se promocionan marcas, servicios o experiencias turísticas que alimentan económicamente al régimen del cual tantos han huido.
Este llamado a la coherencia resuena en una generación marcada por la migración forzada, la censura, y la desesperanza. Muchos cubanos han arriesgado sus vidas para escapar del control estatal, del desabastecimiento y de la persecución política. Frente a esto, La Dura recuerda que ser influencer no es solo entretener o vender un producto, también es tener la valentía de hablar con la verdad, aunque eso signifique incomodar a algunos.
“O estás del lado del cambio, o estás contribuyendo a que todo siga igual”, dice la influencer, dejando en claro que, en un país como Cuba, donde el sistema ha silenciado voces por décadas, la neutralidad es una forma de complicidad.
Su mensaje no solo interpela a otros creadores, sino también a su audiencia. Porque cuando un influencer pierde la coherencia entre lo que dice y lo que hace, también pierde algo esencial: el respeto del pueblo que lo sigue.
En medio del exilio, del dolor acumulado de generaciones, y de una lucha que aún no termina, las palabras de La Dura recuerdan algo crucial: influir es también resistir.