La cita estaba marcada en el calendario como un paso más en el proceso migratorio de Rainel Rodríguez Delgado, un cubano que llegó a Estados Unidos con la esperanza de forjar un futuro estable para su familia. Sin embargo, lo que debía ser un trámite rutinario terminó en incertidumbre: el hombre fue detenido este lunes en Miramar luego de presentarse voluntariamente ante el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Rodríguez arrastra una orden de deportación desde 2019, pero en los últimos años había logrado permanecer en el país gracias a un parole humanitario que le permitió iniciar su solicitud de residencia permanente. Según su familia, siempre cumplió con los requerimientos legales: asistir a sus citas con las autoridades migratorias, mantener un perfil limpio ante la justicia y sostener a su esposa e hija pequeña.
Esta vez, sin embargo, no regresó a casa. Fue arrestado en el mismo edificio de ICE y trasladado al centro de detención conocido como Alcatraz de los Caimanes, en espera de una posible deportación a Cuba, según explica el periodista cubano Javier Díaz en una publicación en su perfil de Facebook.
El dolor de una familia
La noticia cayó como un golpe inesperado en su hogar. Su esposa, entre lágrimas, pidió públicamente que no destruyan la vida familiar que han construido. “Rainel no es un criminal. Es un padre, un esposo, un hombre que ha hecho todo por hacer las cosas bien. Solo queremos estar juntos”, expresó con angustia.
La pareja comparte una hija pequeña que, según allegados, aún no entiende por qué su padre no volvió a casa. Vecinos y amigos describen a Rodríguez como un hombre trabajador y responsable, dedicado a sacar adelante a su familia en medio de las dificultades de ser migrante.
Un proceso en disputa legal
Los abogados de Rodríguez insisten en que su proceso migratorio continúa abierto y que la detención interrumpe de manera abrupta un trámite legítimo hacia la residencia permanente. Argumentan que la medida contradice el espíritu del parole humanitario, un beneficio creado precisamente para ofrecer estabilidad a quienes enfrentan órdenes de deportación antiguas pero buscan integrarse legalmente al país.
“Él ha hecho todo lo que la ley le ha pedido. No se ha escondido, ha cumplido con cada requisito. Detenerlo ahora es castigar la transparencia de presentarse voluntariamente”, señaló una fuente cercana a la defensa.
Preocupación en la comunidad cubana
El caso ha generado inquietud entre la comunidad cubana del sur de Florida, donde miles de familias viven con la misma mezcla de esperanza y temor frente a las políticas migratorias. Para muchos, la detención de Rodríguez ilustra la fragilidad de un estatus que, pese a ofrecer respiro temporal, puede revertirse en cualquier momento.
El pasado 25 de junio Orlando Delgado, un cubano padre de un bebé de apenas siete meses, quedó arrestado por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) tras presentarse a una audiencia programada en la corte migratoria del sur de la Florida.
Delgado, que había ingresado a Estados Unidos solicitando asilo político, se encontraba en libertad bajo un documento I-220A, conocido como orden de supervisión o liberación condicional, que permite a los migrantes permanecer en el país mientras sus casos avanzan en tribunales.
Diversas organizaciones de defensa de los migrantes han documentado un patrón de detenciones a cubanos con procesos abiertos de asilo y órdenes I-220A. Solo entre enero de 2024 y enero de 2025, al menos 853 cubanos fueron arrestados en Miami en circunstancias similares, muchos de ellos durante citas rutinarias o comparecencias judiciales.
Entre marzo y junio de 2025, al menos 18 migrantes con el formulario I-220A, que les permite permanecer bajo supervisión en Estados Unidos, fueron arrestados tras presentarse en la oficina de ICE en Miramar.
Estos procedimientos han sido calificados como arbitrarios y desproporcionados, ya que afectan directamente a familias que han echado raíces en Estados Unidos y, en varios casos, a padres y madres con hijos pequeños nacidos en el país.
Entre la esperanza y la incertidumbre
Mientras los abogados intentan frenar la deportación y la familia busca apoyo en la comunidad, el futuro de Rodríguez permanece en suspenso. Su esposa, aferrada a la esperanza, insiste en un solo pedido: que no los separen.
El caso de Rainel se convierte así en un reflejo del dilema que viven muchos migrantes cubanos en Estados Unidos: la lucha diaria por permanecer junto a sus seres queridos, en un país que les ofrece oportunidades, pero también les recuerda constantemente la fragilidad de su situación legal.