Un regreso polémico
Después de diez años de veto, la Comisión de Conservación de Vida Silvestre y Pesca de Florida (FWC) aprobó nuevamente la caza de osos negros en el estado. La medida, incluida dentro del Plan de Manejo del Oso Negro de 2019, se aplicará entre el 6 y el 28 de diciembre de 2025, bajo un esquema de permisos y límites estrictos.
El anuncio reabre un debate que ya en 2015 generó controversia cuando, tras una autorización masiva de licencias, se casaron incluso hembras con crías, lo que obligó a suspender la temporada en medio de la indignación pública.
Cupos, permisos y costos
La FWC fijó un límite máximo de 187 ejemplares a abatir, en un estado donde se estima que habitan alrededor de 4.000 osos negros. Cada cazador podrá obtener autorización para un solo ejemplar. “Estoy orgulloso de que Florida se una a la mayoría de los estados que gestionan los osos negros mediante la caza regulada”, dijo en su cuenta de X el presidente de la FWC, Rodney Barreto.
Los permisos estarán disponibles del 12 al 22 de septiembre mediante un sistema de sorteo. Tendrán un costo de 100 dólares para residentes y 300 dólares para no residentes, con una tarifa administrativa adicional de cinco dólares. Solo el 10 % de los permisos será asignado a personas que no vivan en Florida.
El contacto entre humanos y osos en Florida va en aumento, según reportan las autoridades. La estadística ya dejó una víctima fatal en mayo pasado, cuando un oso acabó con la vida de un hombre de 89 años en el condado de Collier, en lo que se considera el primer ataque mortal en el estado.
Reglas estrictas
Con el objetivo de evitar los excesos del pasado la normativa incluye algunas restricciones como prohibición de cazar crías y hembras acompañadas de sus oseznos, limitación de la caza a áreas de alta densidad de osos, denominadas Unidades de Manejo, uso progresivo de perros entrenados, permitido por completo recién a partir de 2027, así como métodos autorizados que incluyen arco, estaciones de cebo y trampas controladas.
Argumentos oficiales
Las autoridades justifican la reapertura alegando que la población de osos se ha recuperado tras décadas de protección —la especie fue retirada de la lista estatal de amenazadas en 2012— y que el aumento de encuentros con humanos hace necesario un control adicional.
En los últimos años se reportaron más avistamientos en zonas residenciales, con osos husmeando en la basura o cruzando calles, e incluso un ataque mortal reciente. Para la FWC, la caza regulada busca “mantener poblaciones saludables y reducir riesgos para la seguridad pública”.
Críticas de ambientalistas
Organizaciones de conservación y defensa animal rechazan la decisión, calificándola de “innecesaria” y “cruel”. Alegan que los ataques de osos a humanos son aislados y que existen métodos no letales para reducir los conflictos, como mejorar la gestión de residuos o instalar cercas eléctricas.
También cuestionan que no se haya realizado un censo poblacional actualizado, y advierten del peligro de afectar la reproducción si se cazan hembras adultas, a pesar de las prohibiciones establecidas.
Un debate que va más allá de Florida
En distintas partes de Estados Unidos, la caza regulada de grandes carnívoros ha sido presentada como herramienta de manejo poblacional y de prevención de conflictos. Sin embargo, los resultados son dispares y las conclusiones, lejos de ser unánimes.
Casos con matices diferentes
En Nueva Jersey, donde se permitió la caza de osos negros en temporadas controladas, algunos estudios reportaron una reducción en los reclamos por daños y encuentros en zonas residenciales. No obstante, los expertos señalan que la eficacia depende de factores como la densidad de población y la disponibilidad de alimentos humanos, como la basura.
En Minnesota, la caza intensiva sí logró estabilizar la población de osos y, en ciertas áreas, reducir su presencia en comunidades rurales. Sin embargo, los investigadores advierten que este resultado requiere un monitoreo demográfico constante y cuotas basadas en censos actualizados.
Por el contrario, un estudio experimental en otro estado del noreste concluyó que una temporada de caza en primavera fue ineficaz para disminuir los conflictos. A pesar de reducir el número de ejemplares, los encuentros con humanos continuaron porque la raíz del problema estaba en la disponibilidad de comida y la expansión urbana.
Estados sin caza abierta
En regiones como Connecticut, donde la caza de osos está limitada o prohibida, los reportes de incidentes han ido en aumento. Allí se han implementado estrategias alternativas como la educación comunitaria, el aseguramiento de la basura y la instalación de cercas. Estas medidas no siempre eliminan los conflictos, pero buscan equilibrar la convivencia sin reducir directamente la población.
Impacto social y político
La medida divide a la sociedad floridana: mientras comunidades rurales y sectores de tradición cazadora celebran la reapertura, colectivos urbanos y ambientalistas preparan acciones legales para frenar la temporada.
El gobierno estatal defiende la decisión como un acto de “gestión responsable”, aunque la polémica promete prolongarse durante los próximos meses y podría convertirse en un tema de peso en el debate político y ambiental de Florida.