
«No podría jamás creer que el crimen del joven diputado venezolano sea obra de la casualidad. Sería tan increíble, y de tal modo ajustado a la práctica de los peores organismos yankis de inteligencia, que la verdadera casualidad fuera que el repugnante hecho no hubiera sido realizado intencionalmente, más aún cuando se ajusta absolutamente a lo previsto y anunciado por los enemigos de la Revolución Venezolana.»
Castro también dedico varios párrafos de su reflexión a destacar el valor de los médicos cubanos que parten hacia África para ayudar a combatir el Ébola.






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