
En la década de los 50 Lansky ayudó a convertir a Cuba en el «Las Vegas del Caribe», estableciendo en la isla una floreciente industria de casinos y juego. Al llegar Castro al poder le quito todas las propiedades a las empresas privadas y mafiosos, algunos de ellos ya están fallecidos pero sus familias reclaman las propiedades.
«El hotel le fue expropiado a mi abuelo por la fuerza», dijo al Tribune Gary Rapoport, de 60 años, un nieto de Lansky residente en Tampa. «Cuba le debe dinero a mi familia», asegura.
«Nunca presentamos una reclamación ante el gobierno, ni contratamos abogados antes, porque no creíamos que se fuera a abrir alguna vez la puerta para negociar», dice el nieto de Lansky, e hijo de Sandi Lombardo, la única hija del mafioso, también residente en Tampa. «Ahora se ha abierto».






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