“EE.UU. al borde del caos aéreo»: la falta de personal producto del cierre del gobierno amenaza con cerrar el espacio aéreo

Aeropuerto de Miami
Aeropuerto de Miami. Foto: Zhukovsky / Shutterstock.com

El secretario de Transporte de Estados Unidos, Sean Duffy, lanzó una seria advertencia sobre la situación del sistema aéreo nacional: si el cierre parcial del gobierno federal se prolonga, el país podría verse forzado a cerrar partes de su espacio aéreo debido a la falta de controladores de tráfico aéreo y otros trabajadores esenciales.

Un sistema aéreo en tensión

De acuerdo con declaraciones citadas por Telemundo 51, Duffy explicó que entre 2.000 y 3.000 controladores no se encuentran disponibles por la falta de pago y la presión acumulada del cierre gubernamental, que ya lleva semanas afectando a distintas agencias federales.


“Así que si llegamos a una semana a partir de hoy, demócratas, verán un caos masivo. Verán retrasos masivos en los vuelos. Verán cancelaciones masivas, y puede que vean que cerremos ciertas partes del espacio aéreo porque simplemente no podemos gestionarlo, porque no tenemos los controladores de tráfico aéreo”, alertó el funcionario.

La Administración Federal de Aviación (FAA) continúa operando bajo condiciones de emergencia, priorizando la seguridad y las operaciones esenciales, pero con recursos humanos cada vez más limitados. Muchos empleados se presentan a trabajar sin recibir salario, mientras otros solicitan licencias o abandonan temporalmente sus puestos ante la incertidumbre económica.

Retrasos, cancelaciones y aeropuertos congestionados

El impacto ya se hace evidente en los principales aeropuertos del país. En un solo día, más de 900 vuelos con origen o destino en Estados Unidos registraron retrasos significativos, y las aerolíneas anticipan cancelaciones en cadena si el problema se agrava.

Las terminales de Atlanta, Chicago, Miami, Nueva York y Los Ángeles están entre las más afectadas por la falta de personal en torres de control, sumado a la sobrecarga de trabajo que enfrentan los controladores activos. Algunos pasajeros han reportado esperas de más de dos horas para despegar, mientras los vuelos internacionales acumulan demoras que alteran conexiones y agendas.

Cierre del gobierno y trabajadores sin sueldo

El actual shutdown federal, consecuencia del bloqueo político entre la Casa Blanca y el Congreso sobre el presupuesto 2025-2026, mantiene sin financiamiento a varias agencias, entre ellas la FAA, el Departamento de Transporte y la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA).


Esto significa que miles de empleados esenciales —controladores aéreos, inspectores de seguridad y técnicos— deben seguir laborando sin recibir su salario, una situación que el propio Duffy calificó de “insostenible”.

Los sindicatos del sector aéreo han advertido que la combinación de fatiga, estrés financiero y sobrecarga laboral puede poner en riesgo la seguridad del sistema. “Estamos manteniendo los cielos seguros, pero el costo humano es enorme”, señaló un portavoz de la Asociación Nacional de Controladores de Tráfico Aéreo (NATCA).

Posibles cierres parciales y consecuencias económicas

La amenaza de un cierre del espacio aéreo se considera una medida extrema, pero no inédita. En el cierre de gobierno de 2019, los aeropuertos de Nueva York y Filadelfia enfrentaron interrupciones parciales por la falta de personal en cabinas de control.

De repetirse un escenario similar, expertos en aviación calculan que el impacto económico sería millonario, afectando el turismo, el transporte de carga y las cadenas de suministro nacionales e internacionales. Además, una paralización total del sistema aéreo podría generar pérdidas diarias de más de 250 millones de dólares, según estimaciones de la industria.

Repercusiones políticas y presión sobre el Congreso

La advertencia de Duffy aumenta la presión sobre el Congreso para alcanzar un acuerdo presupuestario que reactive el funcionamiento federal. La Casa Blanca ha pedido una resolución urgente que permita restablecer los pagos a los empleados esenciales y evitar un colapso logístico. Mientras tanto, las aerolíneas y los pasajeros se preparan para semanas inciertas. En redes sociales, muchos viajeros comparten imágenes de largas filas, vuelos cancelados y mensajes de frustración por la falta de información.

Si el conflicto político continúa, Estados Unidos podría enfrentar el mayor colapso operativo del espacio aéreo desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando se cerró completamente el tráfico nacional durante varios días.

Un precedente preocupante

El cierre del gobierno no solo afecta la aviación, sino también otros servicios federales como parques nacionales, juzgados, oficinas de inmigración y programas sociales como el Supplemental Nutrition Assistance Program (SNAP) que beneficia a más de 42 millones de personas a comprar alimentos básicos en todo el país.

Según el Departamento de Agricultura, los beneficios de octubre se distribuyeron con normalidad gracias al uso de fondos de contingencia. Sin embargo, esos recursos se agotan rápidamente, y no hay garantía de que los pagos correspondientes a noviembre se emitan a tiempo si el cierre se prolonga. Algunos estados ya advirtieron que no podrán procesar ni emitir nuevos beneficios sin la aprobación de un nuevo presupuesto federal.

Ante la crisis, jueces federales en Massachusetts y Rhode Island ordenaron al gobierno utilizar los fondos de emergencia restantes para asegurar la continuidad temporal del programa. Aun así, persisten las dudas sobre cuánto durarán esos fondos y si alcanzarán para cubrir a todos los beneficiarios. La incertidumbre se agrava porque cada estado administra los pagos de manera independiente, lo que podría generar demoras y desigualdades.

La posible suspensión del SNAP amenaza con agravar la inseguridad alimentaria en el país. Bancos de alimentos y organizaciones benéficas advierten que un corte en los beneficios podría provocar una avalancha de familias necesitadas, superando su capacidad de respuesta. Además, un parón prolongado tendría consecuencias económicas: el SNAP inyecta miles de millones de dólares mensuales en la economía local a través del consumo en supermercados y tiendas.


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