Una demanda de 10 millones de dólares ha sido presentada contra el Coconut Grove Sailing Club y tres de sus consejeros, luego de que una niña de 11 años resultara gravemente herida durante un campamento de vela en Miami. El caso ha encendido el debate sobre la seguridad en las actividades recreativas infantiles y la responsabilidad de las instituciones que las organizan.
Acusaciones de negligencia y falta de control
Los padres de la niña alegan que el accidente fue consecuencia de una falta de supervisión y protocolos de seguridad por parte del club y sus responsables. Sostienen que los organizadores no establecieron una distancia segura entre las embarcaciones motorizadas y los niños en el agua, y que el entrenador que conducía la lancha carecía de la formación necesaria para manejarla en esas condiciones.
La demanda, presentada con representación legal privada, apunta directamente a los tres consejeros del club que coordinaban el programa de verano, a quienes se les acusa de negligencia grave y de poner en riesgo la vida de los menores bajo su cuidado.
“El accidente era completamente evitable. Se trataba de simples medidas de precaución que no se tomaron. Ahora, una familia vive un drama que pudo haberse evitado con un mínimo de responsabilidad”, declaró el abogado de la familia, según cita Telemundo 51.
Trauma físico y psicológico
Además del daño físico, los padres de Catherine señalan que la niña enfrenta traumas psicológicos severos tras el accidente. Desde entonces, su recuperación incluye no solo fisioterapia, sino también atención emocional. La demanda exige compensación por daños médicos, emocionales, pérdida de calidad de vida y dolor y sufrimiento.
Un campamento de verano que terminó en tragedia
El 10 de julio, la menor Catherine Viteri participaba en una jornada de natación dentro del programa de verano del club náutico, cuando fue atropellada por una lancha a motor conducida por uno de los entrenadores del campamento.
De acuerdo con la demanda presentada en el condado de Miami-Dade, la hélice de la embarcación le cortó la pierna derecha hasta el hueso, causándole heridas de extrema gravedad.
Catherine fue trasladada de urgencia a un hospital local, donde recibió múltiples cirugías reconstructivas. Según los documentos judiciales, la menor sobrevivió, pero quedó con lesiones permanentes, movilidad limitada y cicatrices visibles que podrían afectarle de por vida.
Este hecho ocurrió dos semanas antes de que una barcaza colisionó contra un velero en la Bahía de Biscayne, dejando un saldo de dos niñas fallecidas y al menos otras dos menores heridas de gravedad.
El accidente ocurrió el 28 de julio, cerca de las islas Hibiscus y Monument, en una zona frecuentada por embarcaciones recreativas. A bordo del velero viajaban cinco niñas y una joven de 19 años que participaban en una actividad náutica. Tras el impacto, varias cayeron al agua y los equipos de emergencia las rescataron.
Las autoridades identificaron a las víctimas mortales como Mila Yankelevich, de 7 años, y Erin Ko, de 13 años. Según los reportes forenses divulgados por Univisión, ambas murieron por ahogamiento accidental luego del choque. El velero, sin motor, lo embistió una barcaza, que sí contaba con propulsión y mayor peso. Pese a que las menores llevaban chalecos salvavidas, el golpe fue tan fuerte que algunas quedaron inconscientes antes de caer al agua.
El silencio del club náutico
Hasta el momento, el Coconut Grove Sailing Club no ha emitido ninguna declaración pública ni ha respondido a los mensajes enviados por la prensa. El caso se encuentra ahora en manos de la justicia del condado de Miami-Dade, donde se evaluará la posible responsabilidad civil del club y sus empleados.
Este club, ubicado en una de las zonas más exclusivas de Miami, es conocido por organizar eventos deportivos, clases de vela y campamentos infantiles cada verano. Su página web promueve el contacto de los niños con el mar “en un ambiente seguro y educativo”, una promesa que hoy está bajo escrutinio.
Debate sobre la seguridad infantil en actividades acuáticas
El caso de Catherine reaviva las preocupaciones sobre la seguridad en los campamentos de verano y las escuelas náuticas del sur de Florida. De acuerdo con estadísticas de la U.S. Coast Guard, cada año se registran más de 4,000 accidentes relacionados con embarcaciones recreativas en Estados Unidos, y una parte significativa ocurre en Florida, el estado con mayor número de botes registrados del país.
Expertos en seguridad acuática advierten que los accidentes en zonas de entrenamiento infantil suelen deberse a errores humanos y falta de vigilancia adecuada. Recomiendan reforzar los programas de capacitación, establecer zonas delimitadas para nadadores y aplicar políticas más estrictas de supervisión.
Un llamado a la responsabilidad
Mientras la familia Viteri busca justicia, organizaciones locales de seguridad marina y asociaciones de padres han pedido una revisión de las normas de seguridad infantil en actividades náuticas. El caso podría sentar un precedente legal sobre la obligación de los clubes recreativos privados de garantizar condiciones seguras y adecuadas para los menores.
“Los niños deben estar protegidos en todo momento, especialmente en entornos donde el riesgo es alto”, comentó un portavoz de la Asociación de Deportes Acuáticos de Florida. “Cada error de supervisión puede costar una vida o dejar secuelas permanentes”.
El proceso judicial aún está en sus primeras etapas, pero ya ha puesto bajo la lupa a uno de los clubes náuticos más tradicionales de Miami y ha encendido una conversación urgente sobre la seguridad, la responsabilidad institucional y la confianza de los padres.