Las calles de Miami, capital del exilio cubano, se vistieron de fe y nostalgia este fin de semana con el inicio de las festividades en honor a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba. A una semana de su día, que se celebra cada 8 de septiembre, cientos de feligreses, líderes comunitarios y activistas se congregaron en la Calle Ocho, frente a la tienda Sentir Cubano, para dar comienzo a una novena de oraciones que busca mantener viva la esperanza de libertad para la isla.
Fe y política en un mismo clamor
Los asistentes elevaron plegarias no solo por la salud y la protección de sus familias, sino también por el fin de la dictadura que gobierna Cuba desde hace más de seis décadas. “Que libere a nuestro país, es tiempo de salir ya de esta dictadura que nos está acabando. ¿Por cuántos años más vamos a seguir en esto?”, expresó una de las devotas en medio de los cánticos y oraciones.
El padre José Espino, rector de la Ermita de la Caridad, recordó que la novena tiene un doble propósito: fortalecer la fe y acompañar espiritualmente al pueblo cubano en medio de las carencias y restricciones que enfrenta. “Pedimos que la Virgen renueve la esperanza y que acompañe a los que sufren dentro de Cuba. La fe es también una forma de resistencia”, dijo durante su intervención.
Un símbolo del exilio cubano
Entre los participantes estuvo la activista y comunicadora Ninoska Pérez Castellón, quien evocó la llegada a Miami de la imagen peregrina de la Virgen tras la instauración del régimen castrista. “Esa es la fe, la devoción de los cubanos a la Virgen, a la madre (…). No importa qué religión practiquen, la Virgen siempre está en el corazón de los cubanos”, señaló Ninoska.
La Virgen de la Caridad se ha convertido en un símbolo transversal para los cubanos, venerada tanto por católicos como por santeros y creyentes de otras tradiciones espirituales. Su imagen ha estado presente en los momentos más importantes de la historia de la nación, desde las guerras de independencia hasta las manifestaciones del exilio en Miami.
Agenda de celebraciones en Miami
Las actividades en honor a la Caridad del Cobre continuarán durante toda la semana, con misas, procesiones, ofrendas florales y encuentros culturales que unirán a miles de cubanos. El punto culminante será el 8 de septiembre, cuando el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, presida una misa solemne en la Ermita de la Caridad, santuario que se ha convertido en el epicentro espiritual de la diáspora.
El templo, situado a orillas de la Bahía de Biscayne, es considerado por muchos como “el pedazo de Cuba en el exilio” y cada año recibe a miles de peregrinos que depositan flores amarillas y velas en honor a la Virgen.
La Virgen en la historia de Cuba
La devoción a la Caridad del Cobre se remonta a 1612, cuando, según la tradición, tres pescadores hallaron su imagen flotando sobre las aguas de la bahía de Nipe. En 1916, el papa Benedicto XV la proclamó Patrona de Cuba, y en 1998 fue coronada por el papa Juan Pablo II durante su visita a la isla.
Más allá de lo religioso, la Virgen se ha consolidado como un símbolo nacional. En Cuba, a pesar de la vigilancia estatal sobre las celebraciones religiosas, cada 8 de septiembre miles de personas acuden al santuario del Cobre, en Santiago de Cuba, para rendirle tributo. En Miami, la tradición se mantiene con la misma fuerza, convirtiéndose en un espacio de reafirmación cultural y de resistencia política.
Fe que une dentro y fuera de la isla
Aunque separados por el mar, los cubanos dentro y fuera de la isla coinciden en su devoción a la Caridad del Cobre. En la isla, los creyentes llegan descalzos hasta el santuario, hacen promesas y ofrecen girasoles o velas. En el exilio, las flores amarillas también se multiplican frente a la Ermita de Miami, donde se funden la nostalgia por la tierra perdida y la esperanza de un futuro distinto.
“La Virgen es puente entre la Cuba que sufrimos y la Cuba que soñamos”, resumió uno de los asistentes a la novena, quien emigró hace apenas dos años.
La historia de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, se remonta a 1612, cuando según la tradición católica su imagen apareció flotando en la bahía de Nipe. El hallazgo estuvo a cargo de dos hermanos indígenas y un niño esclavizado que buscaban sal, un episodio que marcó el inicio de una devoción que con el tiempo trascendió fronteras y religiones.
El fervor popular la convirtió en una figura central no solo del catolicismo, sino también de la religiosidad afrocubana, donde se le identifica con Ochún, la orisha del amor y de las aguas dulces. Esta fusión de credos consolidó a la Caridad como símbolo de mestizaje espiritual en la isla.
Durante las guerras de independencia, los mambises la bautizaron como la “Virgen mambisa”, viéndola como protectora en los campos de batalla. Décadas más tarde, en 1916, el papa Benedicto XV la proclamó oficialmente Patrona de Cuba, y en 1998, Juan Pablo II coronó su imagen en un acto multitudinario durante su histórica visita a la nación caribeña.
Hoy, cada 8 de septiembre, miles de cubanos dentro y fuera de la isla se reúnen para rendirle tributo. Flores amarillas, velas encendidas y oraciones se multiplican en templos, calles y hogares, en un gesto colectivo que mezcla fe, identidad y anhelo de libertad. Para muchos devotos, la Caridad del Cobre encarna la esperanza de un pueblo que ha encontrado en ella un símbolo espiritual y, al mismo tiempo, un estandarte de unidad nacional.