
El estremecedor caso de Yordanis Cobos-Martínez, el cubano detenido en Dallas por decapitar a su jefe en un motel, ha abierto un intenso debate tanto en Estados Unidos como en Cuba. A medida que avanzan las investigaciones, nuevos testimonios señalan que este no sería su primer crimen: una viuda en la isla lo acusa de haber asesinado a su esposo hace más de 12 años, dejando en evidencia un largo historial de violencia que parece haber cruzado fronteras sin consecuencias judiciales claras.
Señalamientos desde Cuba: un homicidio no resuelto
Tras la difusión internacional del caso, una mujer en Cuba decidió romper el silencio. Se trata de Mailen Estupiñán Ramírez la viuda de Yunior Serrano, quien asegura que su esposo fue apuñalado hasta la muerte por Cobos-Martínez hace más de una década en la isla.
“Dios hace justicia, tarde, pero llega. Este susodicho, lacra del mundo, fue el verdadero asesino del padre de mi hija. De más está decir que se pudra, por escoria”, expresó la mujer quien aboga por que se le imponga la pena máxima. La acusación ha generado indignación en sectores de la comunidad cubana, que ven en este episodio un patrón de impunidad que permitió que el presunto homicida terminara en territorio estadounidense.
Las denuncias públicas chocan con lo que sostiene la familia de Yordanis Cobos-Martínez, que decidió romper el silencio a través de Martí Noticias. Según ellos, el cubano arrastra serios problemas de salud mental desde que llegó a Estados Unidos y nunca tuvo antecedentes delictivos en la isla.
Su madre, Odalis Martínez Rodríguez, relató que la situación de su hijo se agravó tras salir de prisión en territorio norteamericano: “Mi hijo salió mal de prisión en Estados Unidos, perdió la mente. Llegó a dormir en un parque como mendigo. Cuando por fin encontró trabajo en ese motel pensé que se estaba recuperando, pero discutía con el gerente porque no le pagaban”, dijo la progenitora en declaraciones a Martí Noticias
El crimen que conmocionó a Texas
Las autoridades estadounidenses informaron que Cobos-Martínez atacó a Chandra Nagamallaiah, un comerciante indio de 44 años, dentro de un motel en Dallas. El ataque, perpetrado con un machete, ocurrió frente a la esposa e hijo de la víctima. Después de la brutal agresión, el acusado habría decapitado al empresario, pateado su cabeza y arrojado los restos a un contenedor de basura cercano.
El crimen, descrito por la policía como “monstruoso”, generó indignación y conmoción pública. “Nunca habíamos visto un caso con tal nivel de violencia”, declaró un oficial de Dallas.
Un historial criminal en Estados Unidos
La trayectoria del acusado en EE.UU. tampoco está exenta de delitos. Según documentos judiciales, Cobos-Martínez acumuló condenas por abuso sexual de menores, robo agravado de vehículos, encarcelamiento ilegal y asaltos violentos.
Pese a ello, las autoridades migratorias no lograron concretar su expulsión. Existía una orden final de deportación hacia Cuba, pero el gobierno cubano se negó a recibirlo, precisamente por la gravedad de sus antecedentes. Esto dejó a las autoridades estadounidenses en un limbo legal: no podían deportarlo, pero tampoco lograron mantenerlo bajo custodia permanente.
La defensa: problemas de salud mental
La familia del acusado en Estados Unidos sostiene que Cobos-Martínez sufre trastornos psiquiátricos severos que se agravaron tras su paso por prisión. Según su madre, llegó a quemar pertenencias de indigentes, presentaba episodios de paranoia y mantenía conflictos frecuentes con sus empleadores por disputas salariales.
En Cuba, su abuela Mayra Rodríguez y hermana Yerlenis Ricardo Martínez también aseguran que necesita tratamiento médico especializado y que sus actos responden a una condición mental no tratada. Esta versión contrasta con la de las familias de las víctimas, que reclaman castigos ejemplares y rechazan que la salud mental sea utilizada como excusa para justificar la violencia extrema.
“Fue un asesinato cruel, pero él necesita especialistas, no está bien de la cabeza. Ojalá que el presidente Trump se conduele y lo mande a Cuba, aunque le echen muchos años de cárcel aquí”, confesó la abuela.
Reclamos de justicia y la pena de muerte en debate
La viuda de Yunior Serrano exige que se le aplique la pena de muerte a Cobos-Martínez en Texas. “Si en Cuba no hicieron justicia en el pasado, ahora mucho menos lo harán”, aseguró la viuda de Serrano.
Por su parte, la familia de Chandra Nagamallaiah clama por justicia y pide que el caso se procese con todo el peso de la ley. En Texas, un estado donde la pena capital está vigente, la fiscalía podría solicitar la máxima sanción.
Un caso que revela fallas en los sistemas judiciales
El expediente de Cobos-Martínez refleja la fragilidad de los mecanismos judiciales y migratorios de ambos países. En Cuba, una acusación grave de homicidio aparentemente quedó impune, sin investigación exhaustiva ni condena. Mientras que en Estados Unidos, pese a múltiples delitos y una orden de deportación, las autoridades no pudieron garantizar que el acusado no representara un peligro para la sociedad.
El caso plantea un dilema: ¿cómo manejar a extranjeros con antecedentes criminales graves cuando su país de origen se niega a recibirlos? Y más aún, ¿cómo evitar que esa brecha legal culmine en tragedias irreparables como la ocurrida en Dallas?
Lo que comenzó como un caso aislado en Texas se ha convertido en una historia transnacional de violencia, impunidad y vacíos legales. Entre acusaciones cruzadas, antecedentes delictivos y reclamos de justicia, el futuro judicial de Yordanis Cobos-Martínez será seguido de cerca tanto en Estados Unidos como en Cuba. Mientras tanto, dos familias —una en Dallas y otra en Cuba— lloran a sus seres queridos y exigen que finalmente se haga justicia.