Cubano que cumplió 20 años de cárcel en EE.UU por secuestrar un avión en Cuba termina deportado a México tras negativa del régimen a recibirlo

Adermis Wilson. Foto: Video de YouTube de AmericaTeVe Miami

Adermis Wilson González, el cubano que en 2003 protagonizó un espectacular secuestro aéreo, fue deportado recientemente a México después de cumplir casi dos décadas de condena en Estados Unidos y de enfrentar un largo proceso migratorio.

La medida se tomó luego de que Cuba rechazara recibirlo de regreso debido a sus antecedentes penales graves, lo que obligó a las autoridades estadounidenses a buscar un tercer país dispuesto a aceptarlo.


El exrecluso, hoy en delicado estado de salud, se enfrenta a un futuro incierto en territorio mexicano, sin redes de apoyo ni perspectivas claras de integración.

El secuestro que marcó un precedente

El 31 de marzo de 2003, Wilson abordó un avión Antonov-24 con 46 pasajeros y seis tripulantes que cubría la ruta entre la Isla de la Juventud y La Habana. Armado con granadas falsas, obligó al piloto a desviar la aeronave hacia Estados Unidos.

La operación puso en alerta a las autoridades cubanas y estadounidenses, en un contexto global sensible tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Por falta de combustible, el avión regresó primero a La Habana, donde el secuestrador permitió la salida de mujeres y niños, antes de continuar vuelo hacia los Cayos de Florida escoltado por cazas F-15 de EE.UU y un helicóptero Black Hawk. El incidente terminó sin heridos, pero tuvo gran repercusión internacional.

Al llegar a territorio estadounidense, Adermis se rindió voluntariamente ante las autoridades, levantando las manos en señal de entrega. Apenas cuatro meses más tarde, un tribunal federal lo sentenció a dos décadas de prisión por el delito de piratería aérea.

Condena y años en prisión

Wilson fue arrestado en suelo estadounidense y procesado por piratería aérea, un delito federal severamente penado. Pasó cerca de 20 años en prisión, convirtiéndose en uno de los casos más sonados de migración irregular desde Cuba por vías extremas.


En 2021, lo liberaron bajo razones humanitarias debido a problemas de salud que lo dejaron con parálisis en las piernas, hipertensión y afecciones cardíacas. A pesar de su estado, ICE lo volvió a detener en junio de este año frente a su residencia en Houston, lo que reactivó el debate sobre qué hacer con extranjeros con antecedentes penales que han cumplido sus condenas pero carecen de estatus migratorio.

México como refugio forzado

Adermis quedó arrestado en Houston al amanecer del 29 de junio, cuando agentes de ICE lo interceptaron a la salida de su apartamento como parte de un operativo migratorio. Tras culminar el proceso de deportación, las autoridades le comunicaron que La Habana se negó a recibirlo. Ante esa negativa, se le advirtió que su destino final sería un tercer país, con África como una de las opciones que se barajan.

Ante la negativa de La Habana a recibirlo, Estados Unidos lo deportó a México. Allí, Wilson intenta adaptarse a una nueva vida marcada por la precariedad, el aislamiento y el temor de regresar a su país natal, donde asegura que su seguridad estaría en riesgo.

“Estamos al menos agradecidos de que no lo enviaran a un país africano. Es una situación extremadamente difícil para nuestra familia y para una persona como él, que cumplió su condena y trabajó duro para ganarse la vida en este país”, dijo su hermana Yolaine Wilson.

Su traslado ha reavivado discusiones sobre los límites de la justicia y las responsabilidades compartidas en materia migratoria, especialmente en casos donde los países de origen rechazan hacerse cargo de sus ciudadanos con historial criminal.

Un caso con resonancia internacional

Se trata del primer antecedente en la historia reciente de un ciudadano cubano que, tras huir de la isla mediante el secuestro o robo de una aeronave, acaba expulsado de Estados Unidos luego de cumplir una extensa condena por aquel delito.

“Es muy duro, pero si me mandan para el lugar que sea lo voy a aceptar. No puedo continuar con esta historia de incertidumbre y seguir poniendo a mi familia en riesgo cada vez que el gobierno decida hacer una redada”, dijo el exconvicto desde un centro de detención en Texas.

El secuestro de 2003 se recuerda como un reflejo de la desesperación de muchos cubanos por huir de la isla en tiempos de crisis. Dos décadas más tarde, la historia de Wilson continúa generando titulares, no solo por su desenlace en México, sino también porque evidencia las complejas intersecciones entre seguridad aérea, justicia penal y políticas migratorias.

El caso de Adermis Wilson González deja en evidencia un vacío legal y humanitario que trasciende fronteras. Mientras Estados Unidos se deshace de la responsabilidad tras haberlo procesado y encarcelado, Cuba se niega a recibirlo, y México asume un papel de receptor involuntario. Esta situación expone un dilema que no solo involucra a gobiernos, sino también a organismos internacionales que velan por los derechos humanos de los migrantes y exreclusos.

Más allá de las particularidades de este secuestro aéreo, la historia de Wilson plantea un debate global: ¿cómo se deben gestionar los casos de personas que, tras haber cumplido su condena, quedan en un limbo jurídico sin país de pertenencia real?

El desenlace de este cubano deportado a México no solo revive el recuerdo de un episodio dramático en la aviación caribeña, sino que también obliga a replantear las políticas migratorias y de seguridad en un mundo donde los delitos, las fronteras y las responsabilidades nacionales se entrecruzan de manera cada vez más compleja.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *