Cuba se dolariza oficialmente: el régimen legaliza el uso de divisas en plena crisis económica

Dólares en Cuba. Foto: Mehaniq / Shutterstock.com

El Gobierno de Cuba anunció un profundo rediseño de su sistema monetario y financiero con la entrada en vigor, el próximo 17 de diciembre de 2025, de un nuevo marco legal que legaliza el uso interno de divisas y establece un mecanismo altamente centralizado para el acceso, control y gestión de monedas extranjeras.

El cambio, sustentado en el Decreto-Ley 113/2025 y un conjunto de resoluciones del Ministerio de Economía y Planificación (MEP) y del Banco Central de Cuba (BCC), representa una de las transformaciones más radicales de la economía cubana en tres décadas.


El anuncio se produce en un contexto de colapso económico prolongado, marcado por la inflación sostenida, el derrumbe del peso cubano, la reducción de importaciones y una crisis energética sin precedentes. Con una economía fracturada entre un sector estatal debilitado y un sector privado creciente, pero con fuertes limitaciones, el Gobierno opta por un modelo que reconoce la centralidad del dólar, aunque bajo un esquema regulado y profundamente burocratizado.

Legalización del dólar y del euro como reconocimiento del deterioro del CUP

Por primera vez desde la creación del CUC, el Estado cubano formaliza la circulación interna de divisas para operaciones económicas. Aunque las divisas ya eran utilizadas de manera informal o “tolerada”, especialmente en mercados minoristas, remesas y plataformas de comercio informal, la nueva normativa las integra oficialmente dentro del sistema económico nacional.

Este movimiento implica una dolarización parcial institucionalizada, que establece oficialmente dos espacios económicos: uno basado en el peso cubano (CUP), con salarios y pagos oficiales, y otro basado en divisas, destinado a actividades productivas, importaciones y operaciones financieras de empresas autorizadas.

La coexistencia de estos dos circuitos no solo profundiza desigualdades ya existentes, sino que redefine el equilibrio del sistema monetario cubano, desplazando al CUP como moneda exclusiva de intercambio interno.

“No estamos construyendo el capitalismo con la dolarización parcial de la economía, estamos construyendo un socialismo con las características de nuestro país”, dijo Joaquín Alonso Vázquez, ministro de Economía.


La ACAD: un nuevo sistema de racionamiento financiero administrado por el Estado

El eje operativo de esta reforma es la creación de la Asignación de Capacidad de Acceso a la Divisa (ACAD), una herramienta mediante la cual el BCC y el MEP determinarán qué actores —estatales o privados— pueden acceder a divisas, en qué montos y para qué fines. La ACAD funciona como un sistema de “cuotas monetarias”, otorgadas según prioridades nacionales definidas por el Gobierno, como la producción de alimentos, la generación de energía, la fabricación de bienes estratégicos, el turismo o la exportación.

“Ese actor económico opera en pesos cubanos, por tanto, cuando reciba esa autorización, debe comprar esas divisas”, dijo la presidenta del Banco Central de Cuba (BBC), Juana Lidia Delgado Portal.

Con este mecanismo, el Estado busca un control absoluto del flujo de divisas dentro del país. Las empresas deberán solicitar y justificar su necesidad de dólares o euros, quedando sujetas a autorizaciones periódicas que pueden ser revisadas, reducidas o suspendidas. Para los críticos, este modelo reproduce prácticas del período soviético, donde el acceso a recursos dependía más de decisiones administrativas que de productividad o eficiencia real.

El sector privado enfrenta límites estrictos para operar en divisas

Las mipymes, cooperativas y trabajadores por cuenta propia podrán operar cuentas en moneda extranjera, pero con obligaciones estrictas. El Gobierno permitirá retener hasta un 80 % de los ingresos en divisas provenientes de operaciones autorizadas, mientras que el resto deberá entregarse al Estado, que lo convertirá a pesos cubanos al tipo de cambio oficial, muy inferior al del mercado informal.

Esta imposición podría limitar gravemente la capacidad de expansión del sector privado, que depende de la reinversión continua para importar insumos, adquirir equipamiento y mantenerse operativo en un entorno de inflación creciente. Además, la imposición de cupos para el acceso a divisas podría generar cuellos de botella, frenando la producción en sectores estratégicos.

Cuentas bancarias en divisas: un instrumento útil bajo control férreo

El nuevo marco regulatorio permite la apertura de cuentas bancarias en divisas para entidades estatales y no estatales que cumplan con requisitos estrictos. Estas cuentas permitirán realizar importaciones, pagos internacionales y operaciones comerciales específicas autorizadas por el Banco Central.

Aunque estas cuentas abren la puerta a transacciones más formales y controladas, su utilidad real dependerá de la capacidad de las instituciones para obtener autorizaciones de acceso a divisas. El sistema bancario cubano, debilitado por la falta de liquidez y sanciones externas, deberá adaptarse a un modelo que administra monedas fuertes sin tener suficiente respaldo para satisfacer toda la demanda.

Una economía fragmentada entre quienes tienen acceso a divisas y quienes dependen del CUP

La legalización de las divisas institucionaliza una fractura que ya era evidente en la economía cubana. Quienes reciben remesas, trabajan en el sector privado, operan en turismo o tienen algún vínculo con el mercado internacional tendrán acceso a bienes, servicios y oportunidades que continúan siendo inaccesibles para quienes dependen exclusivamente de salarios en pesos cubanos.

Este modelo, según analistas, puede impulsar aún más la migración interna hacia actividades que generen divisas, deteriorando el tejido laboral del sector estatal. También puede acentuar diferencias territoriales, pues La Habana y zonas turísticas tienen mayores oportunidades de captar moneda fuerte que provincias estructuralmente deprimidas.

El Decreto-Ley también legaliza los pagos en dólares o euros dentro del país siempre que los actores involucrados estén debidamente autorizados. Según la norma, estas transacciones podrán realizarse en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM), en operaciones de comercio minorista y mayorista en divisas, en las relaciones comerciales entre exportadores y sus suministradores nacionales.

También se aplicará en otros casos específicos aprobados por el Ministerio de Economía y Planificación (MEP). Con ello, se consolida la coexistencia de dos circuitos económicos dentro de Cuba: uno basado en el peso cubano y otro, más rentable y eficiente, sustentado en divisas.

Un rediseño presentado como temporal, pero concebido para largo plazo

El Gobierno ha descrito estas medidas como parte de un proceso “temporal” para ordenar y dinamizar la economía. Sin embargo, la profundidad del diseño legal, la creación de sistemas de control nuevos y la integración plena de divisas dentro del modelo productivo revelan una orientación estructural de largo alcance. La economía cubana podría convivir durante años con este esquema dual, mientras el Estado intenta equilibrar la estabilidad monetaria con el control político y administrativo del sector productivo.

Apartado histórico: la larga historia de la dolarización y desdolarización en Cuba

El uso de divisas en Cuba no es nuevo. En 1993, durante el “Período Especial”, el Gobierno legalizó la posesión de dólares como respuesta al colapso económico tras la caída de la URSS. Allí nació un sistema dual donde el peso cubano coexistía con el dólar, mientras surgían tiendas especiales que vendían productos inaccesibles para quienes no tenían moneda fuerte.

En 2004, el dólar fue retirado del comercio minorista y reemplazado por el peso convertible (CUC), que funcionó como una herramienta temporal de estabilización, aunque generó distorsiones profundas y una compleja estructura de tipos de cambio.

En 2021, con el inicio de la unificación monetaria, el CUC fue eliminado, pero el intento de fortalecer el CUP fracasó rápidamente. La escasez de divisas y el derrumbe productivo llevaron al Gobierno a abrir tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC), reintroduciendo de facto la dolarización.

El nuevo Decreto-Ley 113/2025 no solo reconoce este proceso, sino que lo institucionaliza, marcando un ciclo histórico completo: del dólar al CUC, del CUC al CUP, y nuevamente del CUP a un sistema donde la moneda nacional pierde centralidad frente a las divisas.

Un experimento monetario con riesgos y efectos impredecibles

Economistas independientes coinciden en que esta reforma puede generar nuevas tensiones, como un incremento en la desigualdad, un fortalecimiento del mercado informal y una mayor dependencia de remesas y flujos externos. También advierten que un sistema de divisas centralizado puede inhibir la productividad del sector privado y elevar la incertidumbre regulatoria.

Sin reformas profundas que liberen la iniciativa empresarial, reduzcan el peso de la burocracia y generen confianza en la inversión, la dolarización parcial podría convertirse en un paliativo temporal que no resuelva los problemas estructurales de la economía.


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