
Un nuevo colapso parcial del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) sumió a buena parte de Cuba en la oscuridad este jueves, generando un amplio malestar social y un aluvión de críticas contra la Unión Eléctrica (UNE). El apagón, ocurrido en horas de la mañana, interrumpió servicios esenciales, paralizó centros de trabajo y dejó sin electricidad a provincias enteras durante varias horas.
Según el comunicado oficial de la UNE, el incidente fue provocado por una “oscilación” que derivó en una “desconexión parcial del sistema”. Sin embargo, la nota no detalló ni las regiones afectadas ni el tiempo estimado para restablecer el servicio, lo que generó aún más desconfianza entre los ciudadanos quienes desbordaron las redes sociales de fuertes críticas contra el sistema en general.
Reacciones de la población: entre la ironía y la desesperanza
Las redes sociales se convirtieron una vez más en el canal de desahogo ciudadano. Frases como “Ya están ensayando antes del ciclón”. “Oscilación de qué y parcial para quiénes… ustedes no tienen ni gota de vergüenza”. “Vivimos con dos horas de corriente al día” reflejan la mezcla de sarcasmo, enojo y resignación que domina el sentir popular.
Muchos usuarios expresaron temor por lo que pueda ocurrir durante la inminente llegada de la tormenta tropical Melissa, que podría afectar la isla en los próximos días. “Si ahora se cayó el sistema sin ciclón, imaginen lo que viene con viento y lluvia”. “Es una tortura vivir en Cuba… un ataque constante al pueblo, una burla”. “Esto parece un simulacro para cuando pase Melissa”, dijeron otros.
El apagón, además, afectó hospitales, aeropuertos y servicios públicos, según reportes extraoficiales difundidos por residentes. En algunas zonas, los cortes se prolongaron por más de ocho horas continuas, afectando la conservación de alimentos, el suministro de agua y la comunicación móvil.
Cifras que reflejan el colapso
La empresa estatal reconoció un déficit de generación de 1.818 megavatios (MW) frente a una demanda nacional de 2.526 MW, con apenas 1.550 MW disponibles en el sistema. En la práctica, estos números significan que más del 70 % del país experimentó apagones en algún momento del día.
Las causas citadas vuelven a ser las mismas: escasez de combustible, averías en plantas térmicas y falta de mantenimiento en una infraestructura envejecida. Centrales como Felton (Holguín), Mariel (Artemisa), Renté (Santiago de Cuba) y Santa Cruz (Mayabeque) operan a media capacidad o fuera de servicio, mientras más de 70 unidades generadoras permanecen paralizadas en todo el país.
Melissa pone a prueba una red al límite
El nuevo fallo del SEN llega en un momento crítico. La tormenta tropical Melissa, que podría intensificarse en las próximas horas, amenaza con poner a prueba un sistema eléctrico ya debilitado.
Meteorólogos y especialistas advierten que cualquier impacto directo —aunque sea leve— podría colapsar nuevamente la red nacional, dado el precario estado de las líneas de transmisión y la falta de equipos de respaldo.
En provincias orientales, donde los apagones son más prolongados, comunidades enteras preparan velas, generadores caseros y reservorios de agua ante la posibilidad de quedar incomunicadas por días.
Un problema estructural sin salida visible
El sistema eléctrico cubano atraviesa una de sus peores crisis en décadas. Las plantas termoeléctricas datan, en su mayoría, de los años 70 y 80, y operan con tecnología obsoleta. La falta de repuestos, el embargo y la limitada inversión estatal agravan una situación que ya ha generado múltiples colapsos nacionales en los últimos tres años.
En 2022, tras el paso del huracán Ian, el país experimentó un apagón total que dejó sin electricidad a los 11 millones de habitantes por más de 24 horas. En 2023 y 2024, se repitieron fallos masivos durante picos de calor, lo que evidenció la incapacidad del sistema para sostener la demanda básica.
Aunque el gobierno ha prometido la incorporación de nuevas fuentes de energía renovable y contratos con socios extranjeros para modernizar la red, los avances son mínimos y las interrupciones continúan afectando la vida diaria y la economía nacional.
Impacto económico y social
Los apagones constantes golpean con fuerza al sector productivo. Industrias, talleres, panaderías y pequeños negocios se ven obligados a detener operaciones durante horas, lo que repercute en la escasez de bienes y el aumento de precios.
En el ámbito doméstico, las familias enfrentan la pérdida de alimentos refrigerados, dificultades para cocinar y un deterioro general del bienestar. El calor sofocante, la falta de agua bombeada y la imposibilidad de recargar teléfonos o alumbrar viviendas hacen que cada jornada sin electricidad se convierta en un reto de supervivencia.
Silencio oficial y frustración ciudadana
Hasta el cierre de la nota, el Ministerio de Energía y Minas no había ofrecido una explicación más detallada ni un cronograma de recuperación del servicio. Los cubanos, mientras tanto, acumulan años de promesas incumplidas y reportes técnicos que nunca se traducen en mejoras concretas.
“Ya no creemos en partes oficiales ni en excusas”, escribió un residente de Camagüey. “Esto no es una falla: es un país que se apaga poco a poco”.




