Crisis sin fronteras: rescatan a 23 cubanos que fueron abandonados por coyotes en una carretera en el norte de Brasil

Foto: Video de YouTube de Economía Brasil

En la mañana del 9 de octubre, agentes de la Policía Militar de Frontera y de la Policía Federal de Brasil dieron con un lamentable hallazgo en una vía rural contigua a la carretera BR-401: 23 migrantes cubanos abandonados por traficantes en plena selva.

Al descubrir la presencia policial, el grupo de cubanos intentó internarse en una zona boscosa para evitar ser detectado. Sin embargo, efectivos de la 5ª Compañía Independiente de la Policía Militar de Frontera desplegaron un operativo de búsqueda que permitió localizarlos y ponerlos a salvo minutos después. trasladados a la sede federal en Bonfim y puestos bajo custodia para el trámite migratorio correspondiente.


El suceso no solo volvió a poner en evidencia los riesgos extremos que enfrentan quienes emprenden rutas clandestinas para emigrar, sino que alarma ante el fuerte crecimiento de los flujos migratorios cubanos hacia Brasil y Sudamérica durante 2025.

Los migrantes cubanos explicaron que su intención era llegar al sur de Brasil con la esperanza de encontrar oportunidades y una vida más digna, luego de abandonar la isla en medio de la profunda crisis económica y política que atraviesa Cuba.

Contexto migratorio: Brasil como destino emergente

El caso de Roraima refleja una tendencia creciente: Brasil se perfila como un destino emergente para cubanos que buscan escapar de la crisis económica y social que se profundiza en la isla. En el primer semestre de 2025, los cubanos encabezan las solicitudes de refugio en Brasil, con 19.419 peticiones, lo que representa un salto del 60,8 % respecto al mismo periodo de 2024.

A pesar de ese volumen, las aprobaciones del estatuto de refugiado o protección internacional han sido mínimas: apenas 2 casos aprobados, 9 rechazados y más de 10.900 expedientes archivados para ciudadanos cubanos durante los primeros seis meses del año.

Brasil, que históricamente no ha sido el principal receptor de migrantes cubanos en comparación con Estados Unidos u otros países latinoamericanos, está cambiando su rol. La combinación de rutas más accesibles (aunque peligrosas), menores costos logísticos y cierta flexibilidad migratoria hacen del país una opción viable para quienes ya no pueden o no desean seguir hacia el norte.


Una nota de prensa reciente apuntaba que Brasil se está consolidando como nuevo destino para migrantes cubanos, con rutas que parten desde Guyana o Surinam hacia estados fronterizos del norte brasileño como Roraima o Amapá. (fuente: medios de comunicación latinoamericanos)

En 2024, casi 20.000 cubanos llegaron a Brasil, lo que representa un aumento significativo frente al año anterior. Muchos transitan por Guyana o Surinam antes de cruzar a Brasil, según reportes de medios de migración regional.

Las rutas, el tráfico humano y los peligros del viaje

Los migrantes cubanos usan rutas cada vez más peligrosas para ingresar a Brasil: pasos fronterizos aislados, caminos selváticos, ríos, zonas boscosas del norte amazónico. Una vez en territorio brasileño, se exponen a redes de tráfico humano, abandono, extorsiones y escenarios de vulnerabilidad extrema.

Los traficantes (o “coyotes”, en el argot migratorio) suelen organizar partidas agrupadas que se desplazan en vehículos por tramos hasta abandonarlos o dispersarlos ante cualquier señal de oficialidad. Cuando la policía se aproxima, muchos migrantes quedan a pie en zonas remotas, sin provisiones ni guía. En el rescate reciente en Bonfim, se reportó que los traficantes huyeron dejando los vehículos, y algunos migrantes intentaron ocultarse entre la vegetación.

Además, se han detectado casos de uso de documentos falsos, rutas encubiertas por territorios fronterizos poco vigilados, y pagos elevados por parte de los migrantes para que se les garantice transporte o pasos seguros. A veces se les engaña con promesas de visas o rutas seguras que no se cumplen.

Un artículo sobre la migración cubana en América describe cómo las transformaciones económicas y políticas en Cuba empujan a las personas a buscar nuevas estrategias migratorias. En ese contexto, las rutas hacia Brasil y otros países del sur latinoamericano han ganado protagonismo como alternativas frente al encarecimiento y los obstáculos del trayecto hacia Estados Unidos.

Reacción oficial: silencio y vacíos de política migratoria

Hasta ahora no se han publicado declaraciones oficiales contundentes del gobierno brasileño o cubano sobre el rescate de Bonfim. Sin embargo, el incidente abre el debate sobre las políticas migratorias brasileñas, la cooperación regional en materia de migración y la responsabilidad de los estados frente a las redes de tráfico humano.

Brasil enfrenta desafíos estructurales para procesar masivamente solicitudes de refugio: infraestructura limitada, escasez de personal en instituciones migratorias y largas demoras en los procesos de regularización. Además, la política de otorgamiento de visas desde embajadas cubanas ha sido restrictiva: las visas de trabajo para cubanos son raras, mientras que permisos por motivos de visita, reunificación familiar o estudios son más comunes.

Por su parte, el gobierno cubano ha sido históricamente reticente a reconocer o abordar directamente la migración masiva como respuesta a las crisis internas. Así, muchos migrantes proceden de municipios afectados por escasez, apagones prolongados o falta de perspectivas laborales.

Algunos analistas apuntan que Brasil podría adoptar medidas más áridas, incluyendo políticas de control fronterizo más rigurosas o acuerdos con países de tránsito. Pero esos esfuerzos provocarían desafíos humanitarios mayores si no se acompañan con vías legales de migración, cooperación internacional y protección efectiva para quienes huyen de realidades estructurales críticas.

Impacto humano: historias detrás del número

Cada uno de los 23 cubanos rescatados representa una historia de desesperación, esperanza y riesgo. Vienen de ciudades o provincias donde las condiciones económicas, la falta de acceso a mercados o servicios básicos, y la represión política empujan regularmente a personas a pensar en emigrar. Muchos viajan sin documentos, con miedo de represalias, sin saber con precisión qué destino los espera ni cuál será su estatus legal final.

Las personas entrevistadas en reportajes afines relatan que optan por rutas hacia Brasil y Uruguay porque implican menores costos que atravesar Centroamérica hasta la frontera de Estados Unidos. Por ejemplo, un migrante entrevistado comentó que pagó más de 1.000 USD para volar a Guyana y que en el tramo terrestre los costos, las demoras y el riesgo aumentaban cuantas más fronteras cruzaban. (fuente: reportaje sobre emigración cubana hacia Brasil y Uruguay).

Una vez en Brasil, muchos intentan regularizar su situación aplicando al estatuto de refugiado, buscando empleo informal, resistiendo periodos de espera prolongados y enfrentando la incertidumbre del rechazo o el archivamiento. En paralelo, algunos migrantes usan Brasil como una escala para seguir hacia otros países sudamericanos que ofrecen mejores oportunidades de empleo o reunificación familiar.

Brasil enfrenta múltiples desafíos ante el aumento de flujos migratorios y humanitarios, pero también existen posibles salidas que podrían marcar una diferencia en la gestión de esta crisis. En primer lugar, se requiere un fortalecimiento institucional que permita dotar al sistema migratorio brasileño de más recursos humanos, mejor infraestructura y mayor agilidad en la tramitación de casos, evitando que se acumulen expedientes sin revisión sustantiva.

A la par, resulta esencial promover una cooperación regional más sólida entre Brasil, Guyana, Surinam, Cuba y los países de tránsito, con el objetivo de coordinar políticas efectivas contra el tráfico humano y garantizar la protección de los derechos fundamentales en las rutas migratorias.

Asimismo, ampliar las vías legales de migración —como los programas de visas de trabajo, reunificación familiar o permisos humanitarios— contribuiría a reducir la dependencia de rutas clandestinas. Otro eje clave es la protección migratoria y humanitaria, que implica ofrecer refugio, asistencia consular y acceso a atención médica, jurídica y psicológica para quienes sean rescatados.

Finalmente, cualquier solución duradera debe incluir un abordaje estructural dentro de Cuba, reconociendo las causas profundas que impulsan la emigración masiva, fomentando el empleo, mejorando los servicios básicos, impulsando reformas económicas y garantizando el respeto a los derechos civiles para que las personas no se vean forzadas a abandonar su país.

En última instancia, el caso de los 23 cubanos abandonados en la carretera brasileña es una emergencia puntual que visibiliza un fenómeno estructural: la migración forzada producto de condiciones profundas y persistentes en la isla y las limitaciones de los sistemas de migración en América Latina. Durante 2025, la intensificación de estos desplazamientos plantea un reto urgente para los gobiernos de la región y la comunidad internacional.



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