
El gobierno de Estados Unidos ha desplegado el portaaviones USS Gerald R. Ford, el más grande y avanzado de su Armada, en el Caribe, bajo la jurisdicción del Comando Sur (SouthCom). La medida la ordenó el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y anunciada por el portavoz del Pentágono, Sean Parnell.
El grupo de ataque del Ford, acompañado por buques de escolta y su ala aérea embarcada, se suma a una amplia misión de seguridad marítima que busca reforzar la presencia estadounidense en la región.
Objetivos declarados: combatir el narcotráfico y enviar un mensaje disuasorio
Según dijo Parnell en su cuenta de X, la operación tiene como fin detectar, monitorear e interceptar actividades ilícitas que amenacen la seguridad de Estados Unidos y de sus aliados del hemisferio occidental. El despliegue busca desmantelar redes de narcotráfico y crimen organizado transnacional, pero también proyecta poder militar en una zona históricamente sensible.
El Comando Sur afirmó que la presencia del Ford permitirá duplicar la capacidad operativa en la región, pasando de unos 6 000 efectivos marineros e infantes de marina a entre 10 000 y 11 000, fortaleciendo las misiones de vigilancia y respuesta rápida en el Caribe y el Atlántico occidental.
El Gerald R. Ford, considerado el portaaviones más grande de la Marina estadounidense, permanece desplegado en el Mediterráneo acompañado por tres destructores, de acuerdo con dos funcionarios de Estados Unidos. Aunque todavía no han abandonado esa zona, las fuentes precisaron que, una vez inicien el desplazamiento, el trayecto hacia su ubicación prevista en el Caribe tomará cerca de una semana.
Contexto: una escalada en la política de interdicción marítima
El anuncio tuvo lugar luego de que Hegseth informara ese mismo día que Estados Unidos había atacado una embarcación presuntamente dedicada al tráfico de drogas en el mar Caribe. Con este hecho, se trata al menos del tercer ataque en una semana contra buques que, según las autoridades estadounidenses, estarían vinculados con actividades de narcotráfico. Desde septiembre, al menos diez ataques habrían dejado más de 40 muertos en el Caribe y el Pacífico oriental.
“Nuestros servicios de inteligencia sabían que la embarcación estaba involucrada en el contrabando ilícito de narcóticos, transitaba por una ruta conocida de narcotráfico y transportaba drogas. Seis narcoterroristas se encontraban a bordo de la embarcación durante el ataque, que se llevó a cabo en aguas internacionales y fue el primer ataque nocturno. Los seis terroristas murieron y ninguna fuerza estadounidense resultó herida en este ataque”, destacó el secretario de defensa.
Entre los objetivos mencionados figura una lancha supuestamente vinculada al Tren de Aragua, grupo criminal venezolano designado como organización terrorista por Washington. El presidente Donald Trump ha insistido en que este tipo de acciones no requieren aprobación del Congreso, lo que refuerza su línea de intervención directa contra el narcotráfico marítimo.
“Cada embarcación que neutralizamos salva 25,000 vidas estadounidenses, así que cada vez que ven una embarcación y se sienten mal, dicen: ‘Vaya, qué duro’. Es duro, pero si pierdes a tres personas y salvas a 25,000 personas”, advirtió el mandatario.
Rutas de la droga que llega a EE.UU
Aunque el fentanilo causa decenas de miles de muertes anualmente en Estados Unidos, los expertos y diversos informes oficiales —entre ellos el de la Comisión Bipartidista para la Lucha contra el Tráfico de Opioides Sintéticos— señalan que esta droga suele ser introducida al país en pequeñas cantidades difíciles de detectar, principalmente por la frontera terrestre con México y a través de puertos de entrada legales.
En una mesa redonda celebrada el jueves en la Casa Blanca junto a varios secretarios de su gabinete, Donald Trump y Pete Hegseth subrayaron los logros obtenidos en los ataques más recientes. Hegseth, además, anticipó que las acciones militares continuarán, reafirmando el compromiso de Washington con esta estrategia.
“Los encontraremos, mapearemos sus redes, los perseguiremos y los eliminaremos. Y han visto la evidencia en el ámbito marítimo, ya sea en el Caribe o en el Pacífico con los dos últimos ataques. Sabemos exactamente quiénes son estas personas. Sabemos con qué redes trabajan, a qué organizaciones terroristas extranjeras pertenecen; sabemos a dónde van, de dónde provienen, qué transportan”, explicó Hegseth en tono firme.
Tensión regional y lectura geopolítica
El despliegue se produce en medio de tensiones con Venezuela, país que mantiene una compleja relación diplomática y de seguridad con Washington. Aunque no se ha anunciado una acción directa contra el gobierno de Caracas, la llegada del Ford al Caribe envía una señal política clara en un contexto de fricciones crecientes.
Para analistas regionales, el movimiento representa tanto una operación militar como un mensaje geoestratégico: reafirmar la influencia estadounidense en el Caribe y advertir sobre la capacidad de respuesta ante amenazas o alianzas que desestabilicen la región.
Repercusiones para la región
El despliegue del portaaviones —una nave de más de 100 000 toneladas y 75 aeronaves— implica una intensificación de la presencia naval estadounidense cerca de América Latina. Si bien su misión oficial se centra en el combate al narcotráfico, su simbolismo podría generar reacciones diplomáticas en países del Caribe y Sudamérica, especialmente en Venezuela y sus aliados.
Además, expertos advierten que la estrategia podría tensionar las relaciones regionales y abrir un nuevo capítulo en la proyección de poder militar de EE. UU. en el hemisferio occidental, en un momento en que Washington busca reafirmar su liderazgo frente a otros actores internacionales con creciente presencia en la zona.





