Colapso eléctrico en Navidad: el déficit energético superó los 2.000 MW en Cuba

La Navidad de 2025 transcurrió en Cuba bajo un escenario marcado por la oscuridad, la incertidumbre y el desgaste social. Lejos de la imagen de celebración familiar que acompaña estas fechas en otros países, millones de cubanos enfrentaron apagones prolongados y generalizados que dejaron al descubierto, una vez más, la gravedad del colapso del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).

Durante la Nochebuena y el Día de Navidad, el déficit energético alcanzó niveles que superaron los 2.000 megavatios, una cifra considerada crítica incluso dentro de los parámetros habituales de la crisis eléctrica que atraviesa la isla desde hace varios años. La situación desbordó las previsiones oficiales y provocó cortes de electricidad continuos en prácticamente todo el país, incluyendo zonas urbanas y rurales.


Fallas técnicas y promesas incumplidas

Uno de los factores determinantes del agravamiento de los apagones fue la no incorporación a tiempo de la unidad 6 de la central termoeléctrica de Mariel, cuya entrada en funcionamiento había sido anunciada como clave para aliviar la presión sobre el sistema durante las fiestas de fin de año.

A esta situación se sumaron averías simultáneas en otras centrales estratégicas, entre ellas la Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, y Felton, en Holguín, además de unidades fuera de servicio por escasez de combustible, lubricantes y mantenimiento acumulado. El resultado fue un sistema incapaz de sostener la demanda eléctrica incluso en jornadas que tradicionalmente reciben un trato prioritario.

Las autoridades reconocieron el alto nivel de afectación, pero sin ofrecer soluciones inmediatas ni un cronograma claro para la recuperación del servicio.

Apagones prolongados y vida cotidiana paralizada

En numerosas provincias, los apagones superaron las 20 horas diarias, afectando de forma directa la vida cotidiana de las familias. La falta de electricidad impactó no solo la iluminación, sino también la conservación de alimentos, el funcionamiento de electrodomésticos básicos y el acceso al agua potable, que en muchos territorios depende del bombeo eléctrico.

La conectividad también se vio comprometida, con interrupciones en el acceso a internet y telefonía móvil, lo que limitó la comunicación entre familiares y amplificó la sensación de aislamiento en fechas tradicionalmente asociadas al reencuentro.


Una crisis que se arrastra desde hace años

Aunque los apagones no son un fenómeno nuevo en Cuba, el contexto actual refleja una profundización sostenida de la crisis energética. En los últimos cinco años, los cortes eléctricos han pasado de ser eventos puntuales a convertirse en una constante, con un deterioro notable durante 2024 y 2025.

La Navidad de este año marcó un punto simbólico: por primera vez en décadas, los apagones no solo persistieron durante las fiestas, sino que alcanzaron niveles récord, consolidando la percepción de que el sistema eléctrico opera al límite de sus capacidades.

Energías renovables: avances limitados frente al colapso

El Gobierno cubano ha destacado reiteradamente la incorporación de parques solares fotovoltaicos como parte de su estrategia para diversificar la matriz energética. En la actualidad, decenas de estas instalaciones aportan miles de megavatios-hora al SEN.

Sin embargo, especialistas y datos oficiales coinciden en que esta capacidad resulta insuficiente para compensar la obsolescencia del parque termoeléctrico, compuesto en gran parte por centrales con décadas de explotación, bajo mantenimiento y alta dependencia de combustibles importados.

La falta de almacenamiento energético y la intermitencia propia de la generación solar limitan aún más su impacto en un sistema que requiere estabilidad y respaldo constante.

Gestión, dependencia externa y falta de soluciones estructurales

El artículo expone que la crisis energética no responde únicamente a fallas técnicas puntuales, sino a problemas estructurales acumulados durante décadas, entre ellos la falta de inversión sostenida, la dependencia de importaciones energéticas y la ausencia de modernización integral del sistema.

A pesar de los anuncios oficiales y los planes a mediano plazo, no se han presentado medidas concretas capaces de estabilizar el SEN en el corto plazo, lo que mantiene a la población en un escenario de incertidumbre permanente.

Impacto social y desgaste ciudadano

Más allá de los indicadores técnicos, los apagones navideños profundizaron el desgaste social en un contexto ya marcado por la inflación, la escasez y la migración. La coincidencia de cortes masivos con una fecha de alto valor simbólico amplificó el malestar y reforzó la percepción de deterioro generalizado de los servicios básicos.

Para muchas familias, la Navidad se vivió entre velas, generadores improvisados y resignación, en una escena que se ha vuelto cada vez más común y que refleja el impacto directo de la crisis energética en la vida cotidiana.

Un horizonte incierto

La experiencia de esta Navidad a oscuras deja en evidencia que el sistema eléctrico cubano carece de un horizonte claro de recuperación. Mientras no se implementen reformas profundas, inversiones sostenidas y una estrategia energética integral, los apagones seguirán siendo una constante, incluso en momentos tradicionalmente reservados para la celebración.

La crisis energética se consolida, así como uno de los principales símbolos del deterioro estructural que atraviesa Cuba, con consecuencias que trascienden lo técnico y se extienden al plano social, económico y emocional de la población.


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