¡Caibarién bajo ataque! Miles de cangrejos invaden calles y casas en Villa Clara

Invasión de cangrejos en Villa Clara. Foto: Video de Facebook de Humorista Alvarez Fernández

El municipio costero de Caibarién, en la provincia cubana de Villa Clara, vive desde hace días un fenómeno tan natural como inquietante: una invasión masiva de cangrejos que ha tomado calles, patios, portales y plazas enteras. Las imágenes difundidas por residentes muestran literalmente ríos de crustáceos desplazándose entre viviendas y establecimientos, un espectáculo que ha generado fascinación, temor y desconcierto entre los pobladores.

Aunque en esa región es habitual observar movimientos de cangrejos en determinadas épocas del año, la magnitud actual no tiene precedentes recientes. Vecinos aseguran que en más de tres años no se registraba una presencia tan numerosa de estos animales, y que en esta ocasión se trata mayoritariamente de hembras cargadas de huevos, lo que incrementa la sensación de plaga y hace prever una reproducción aún mayor en las próximas semanas.


Una marea que invade patios y viviendas

Los lugareños describen cómo, al caer la tarde o tras las lluvias, los cangrejos comienzan a salir de sus madrigueras y avanzan en masa hacia zonas pobladas. “No se puede ni caminar sin pisarlos; aparecen por debajo de las puertas, en los pasillos, y hasta dentro de los baños”, relató una residente citada por medios digitales.

En videos difundidos en redes sociales se observan escenas que parecen sacadas de una película: calles cubiertas de cangrejos rojos y negros moviéndose en todas direcciones, trepando muros y acumulándose en esquinas o portales. Los vecinos recurren a escobas, cubos de agua o incluso fuego para intentar contenerlos, aunque reconocen que resulta inútil ante la magnitud del fenómeno.

Las recientes oleadas de crustáceos están integradas en su mayoría por hembras cargadas de huevos, conocidas entre los pobladores como “cangrejas enchapadas”, un fenómeno típico de la temporada reproductiva.

A diferencia de los machos, que suelen aprovecharse para el consumo durante la primavera, las hembras rara vez eran parte de la alimentación tradicional en la zona, un detalle que vuelve aún más inquietante el aumento de su presencia.

Posibles causas del fenómeno

A falta de estudios oficiales, los residentes elaboran sus propias hipótesis. Uno de los argumentos más compartidos es el de Oscar Valdés quien dice que la reducción de las labores agrícolas en el entorno rural de Caibarién, donde muchas tierras permanecen sin cultivar, habría favorecido la expansión del hábitat natural de los cangrejos. Al no haber actividad humana constante, los animales encuentran mayor libertad para desplazarse y reproducirse.


Otros factores ambientales también podrían influir: el aumento de las lluvias recientes, los cambios en las mareas y las temperaturas, o la búsqueda de refugio ante alteraciones del ecosistema costero. Los expertos recuerdan que este tipo de migraciones son parte del ciclo natural de diversas especies de cangrejos que viven en Cuba, muchas de las cuales se desplazan hacia el mar para desovar, siguiendo patrones estacionales muy marcados.

Cifras y contexto ecológico

Cuba cuenta con más de 280 especies de cangrejos, distribuidas en unas 20 familias, según especialistas en biodiversidad marina. Algunas son endémicas y cumplen un papel clave en el equilibrio ecológico de los manglares y zonas costeras, donde contribuyen a la aireación del suelo y al control de la materia orgánica.

Cada año, durante la temporada lluviosa, miles de cangrejos protagonizan migraciones masivas hacia el litoral, especialmente en áreas como la Ciénaga de Zapata o la Península de Guanahacabibes. Estos desplazamientos suelen provocar cortes de carreteras y hasta muertes masivas por atropellamiento. Sin embargo, la irrupción de estos animales en zonas urbanas, como ocurre ahora en Caibarién, resulta mucho menos frecuente y, por tanto, más llamativa.

Entre la preocupación y el respeto por la naturaleza

Pese a que los cangrejos no representan un peligro directo para los humanos, los vecinos de Caibarién advierten sobre las dificultades prácticas que genera su presencia: olores desagradables, restos en descomposición, suciedad y temor a que puedan atraer otras especies o causar pequeñas averías domésticas.

“Los encuentras debajo de la cama, en el fregadero, dentro del zapato… Es impresionante, pero también desesperante”, comentó una habitante del barrio La Marina. Otros, en cambio, asumen el fenómeno con resignación y curiosidad, considerándolo una muestra de la vitalidad de la naturaleza cubana y un recordatorio de la cercanía del mar en la vida cotidiana del pueblo.

Una oportunidad para la ciencia y la educación ambiental

El episodio ha reavivado el debate sobre la necesidad de fortalecer la observación científica de los ecosistemas costeros en Cuba. Especialistas consultados por medios locales señalan que este tipo de migraciones podrían servir como indicadores del estado de salud ambiental, pues las variaciones en el número o comportamiento de los cangrejos suelen estar relacionadas con cambios en el clima, la contaminación o la pérdida de hábitats naturales.

Asimismo, ambientalistas proponen aprovechar la atención mediática del fenómeno para promover campañas de educación ambiental, que enseñen a convivir con la fauna autóctona sin recurrir a métodos destructivos. “Estos animales son parte esencial del ecosistema marino-costero; eliminarlos no es la solución, sino entender por qué llegan y cómo mitigar su impacto”, subrayó un biólogo local.

Un espectáculo natural que desconcierta y asombra

Mientras las autoridades locales analizan posibles medidas de control, Caibarién se ha convertido, de forma inesperada, en escenario de un espectáculo natural tan caótico como fascinante. Para algunos, la invasión de cangrejos es una señal de alarma ambiental; para otros, una simple manifestación del poder de la naturaleza.

En cualquier caso, el fenómeno ha puesto nuevamente en el mapa a esta villa marinera, recordando que, en la isla, el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza sigue siendo tan frágil como necesario.


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