El drama de Jorgito Reina Llerena, un niño cubano de ocho años diagnosticado con leucemia, ha vuelto a poner sobre la mesa las dificultades que enfrentan miles de familias cuando dependen de un visado humanitario en Estados Unidos. Tras más de un año de trámites, la Agencia de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) notificó la denegación de la visa humanitaria solicitada, cerrando de momento la posibilidad de que el menor acceda a un trasplante de médula ósea en territorio estadounidense, un procedimiento que no se realiza en Cuba y que es considerado crucial para salvar su vida.
Una espera de más de un año
El expediente del menor fue presentado en 2024, con el respaldo de informes médicos que certificaban la urgencia del caso. La familia aguardó durante meses sin recibir respuesta clara, hasta que esta semana llegó la notificación oficial: la visa fue rechazada. La noticia cayó como un golpe devastador para los padres, que habían depositado sus esperanzas en un sistema sanitario extranjero capaz de ofrecer la intervención que en la isla es inexistente.
La intervención de Marco Rubio
En septiembre de 2024, el entonces senador republicano por Florida, Marco Rubio, tomó el caso como bandera humanitaria. Tras gestiones con USCIS, logró que la solicitud fuese clasificada como “prioritaria”. La familia recibió en ese momento una comunicación oficial que confirmaba que el expediente tendría tratamiento preferente, aunque se advertía que esa designación no garantizaba una aprobación inmediata.
La promesa de agilización, sin embargo, se fue diluyendo en la burocracia. Pasaron los meses y la esperada autorización nunca llegó. Ahora, como secretario de Estado y asesor interino del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Rubio enfrenta cuestionamientos sobre por qué, pese a su influencia política, no logró que la agencia concediera la autorización.
Un sistema con trabas burocráticas
El caso de Jorgito expone las dificultades del parole humanitario y de las visas por razones médicas en Estados Unidos. Aunque existen vías para que menores con enfermedades graves puedan ingresar al país, el sistema suele ser lento y restrictivo. Funcionarios de inmigración suelen argumentar que no basta con acreditar la necesidad médica: también se evalúan aspectos legales, financieros y de seguridad.
Expertos señalan que muchos casos quedan atrapados entre la presión política, la burocracia y las limitaciones de cupos. “El problema es que, aun cuando un expediente es catalogado como prioritario, eso no significa que exista una voluntad automática de aprobarlo”, explicó un abogado de inmigración consultado por medios locales.
El costo humano de la decisión
Mientras tanto, la salud del niño se deteriora. La familia aseguró que la noticia fue recibida “como un jarro de agua fría”, ya que en Cuba no hay equipos ni protocolos para realizar trasplantes de médula ósea pediátricos. La falta de acceso a este tratamiento coloca al menor en una situación de vulnerabilidad extrema.
Además, el caso despierta un debate sobre el derecho a la salud frente a la política migratoria. Diversas organizaciones humanitarias han denunciado que las negativas en este tipo de solicitudes pueden tener consecuencias irreversibles, especialmente cuando se trata de pacientes pediátricos con enfermedades de alta mortalidad.
Lo cierto es que el niño permanece en Cuba a la espera de una visa humanitaria, mientras su padre, residente en Estados Unidos, organizó una campaña de recaudación en la plataforma Give a Hand. Con lo reunido busca costear el proceso migratorio y el viaje, después de que el Nicklaus Children Hospital confirmara su disposición a realizarle el trasplante de médula ósea que necesita con urgencia.
Los esfuerzos familiares por tratar de salvar la vida de este menor se remontan hace años atrás. En el 2023 recibieron la denegación de una visa de turismo para que el niño pudiera ingresar a los Estados Unidos y tratarse el cáncer.
En enero de 2019, Jorgito recibió el diagnóstico de Leucemia Linfoblástica Aguda. Desde entonces comenzó un complejo tratamiento de quimioterapia, acompañado de gestiones desde Miami para garantizarle los medicamentos y el material médico necesarios en cada etapa de su atención.
Tras ser diagnosticado con inmunodepresión, el niño enfrentó una dura recaída: el cáncer se manifestó en los testículos, lo que obligó a extirparle uno de ellos. Aun así, continuó con biopsias, punciones lumbares y quimioterapia, pero la enfermedad volvió a avanzar, esta vez en su único testículo. Desde hace un año, los especialistas insisten en que el trasplante de médula representa su única esperanza.
Opinión pública y presión social
El rechazo a la visa ha generado indignación en redes sociales y entre la diáspora cubana, que ha seguido de cerca la evolución del caso. Algunos activistas han llamado a retomar la presión pública sobre las autoridades estadounidenses, mientras que otros cuestionan la responsabilidad del gobierno cubano por no contar con un sistema sanitario capaz de cubrir procedimientos de alta complejidad.
Un futuro incierto
La familia de Jorgito se encuentra ahora en un callejón sin salida. Con la negativa de EE.UU., las posibilidades de tratamiento se reducen a la búsqueda de apoyo en otros países, un camino complejo por los altos costos médicos y las barreras diplomáticas. Sin un trasplante, los especialistas advierten que las opciones terapéuticas en la isla resultan insuficientes.
El caso, más allá de la tragedia personal, refleja la tensión entre la política migratoria estadounidense, las carencias del sistema de salud cubano y la urgencia de atender situaciones que comprometen la vida de pacientes vulnerables.