Actor Cubano Luis Alberto García vuelve a desafiar al régimen cubano por priorizar las tribunas mientras el país se sigue hundiendo en la crisis económica

El actor cubano Luis Alberto García, una de las figuras más reconocidas del cine y la televisión de la Isla, volvió a convertirse en voz de conciencia social al lanzar una dura crítica contra las marchas y tribunas políticas convocadas por el gobierno cubano. En un extenso mensaje que circuló ampliamente en redes sociales, el intérprete cuestionó la desconexión entre las prioridades del régimen y la grave situación humanitaria que atraviesa el país en diferentes sectores de la economía y la sociedad.

Crítica a la desconexión entre el discurso y la realidad

El actor cuestionó a través de su perfil en Facebook que el gobierno destine recursos a organizar manifestaciones políticas mientras los cubanos enfrentan la falta de electricidad, transporte y alimentos básicos.


«Sinceramente no creo que esta policrisis nacional sea el marco adecuado para seguir inventando desfiles y tribunas. El país se cae a pedazos. ¿No se enteran quienes respiran en esa dimensión ‘otra’ que habitan? ¿Lo saben y aun así se pasan con fichas? ¿Quieren regalar un baño de pueblo a quienes nos visitan ahora mismo?”, denunció el destacado actor.

Marchas con presión y sin entusiasmo

El artista también recordó que en su infancia los actos públicos eran voluntarios y animados por un sentimiento genuino de participación. Hoy, en cambio —afirmó—, se han convertido en espacios obligatorios marcados por consignas intimidatorias.

 “Comulgué con los actos de mi niñez en los cuales los asistentes hacían acto de presencia sin que les presionaran. Todo eso que vino ‘a posteriori’ de ‘el que no salte es yankee’ o ‘el que no participe que se atenga a las consecuencias’ es cuando menos, patético”, agregó.

De acuerdo con testimonios recogidos por medios independientes, muchas personas acuden a estas marchas por temor a represalias o sanciones, más que por convicción. El actor hizo hincapié en esa realidad: “El pueblo no necesita ser movilizado, necesita ser escuchado”, expresó.

El actor cuestionó las prioridades oficiales con un mensaje que resonó en redes. «Sería más patriótico, empático y consecuente dedicarle la tribuna, la marcha o la CONGA a los enfermos y fallecidos por los arbovirus en las provincias matanceras. Digo yo”, escribió.


Luego añadió una reflexión que generó debate: “Gaza y Caracas no deberían estar antes que Matanzas y Cárdenas. ¿Verdad?” Las palabras de García reflejan un creciente malestar dentro de la intelectualidad y la ciudadanía. Muchos consideran que el gobierno utiliza estos eventos como mecanismos de distracción y reafirmación ideológica, mientras posterga las soluciones económicas de fondo.

El pasado 9 de octubre, las autoridades cubanas convocaron un multitudinario acto político en la Tribuna Antimperialista de La Habana en respaldo a Palestina. De acuerdo con cifras oficiales, más de 100 mil personas participaron en la movilización, a pesar de la aguda crisis de combustible y las serias afectaciones en el transporte público.

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Tribunas en medio de la escasez

Las declaraciones de García se produjeron poco antes de que el gobierno anunciara una nueva “Tribuna de solidaridad con Venezuela”, programada para el 17 de octubre frente a la estatua de Simón Bolívar en la céntrica calle G del vedado capitalino para «respaldar» al régimen de Nicolás Maduro. Días antes, el régimen había organizado una marcha en apoyo a Palestina, movilizando ómnibus escolares y transporte estatal pese a la falta generalizada de combustible que enfrenta la nación.

El contraste entre la ostentación política y la precariedad cotidiana resulta cada vez más evidente. Muchos cubanos consideran incongruente que el Estado priorice la logística para eventos simbólicos mientras el transporte público colapsa y las familias esperan horas por un ómnibus.

A ello se suma el enfoque ideológico expresado por el primer ministro Manuel Marrero, quien declaró que el año 2025 estaría centrado en “lo político-ideológico, la defensa y el orden interior”, incluso por encima de los objetivos económicos. Para García, esa afirmación resume el divorcio entre el poder y la vida real de la población.

El valor de una voz pública en medio del silencio

La crítica del actor no es un hecho aislado. En los últimos años, Luis Alberto García ha mostrado una postura cada vez más franca frente a las carencias y errores del sistema cubano, aunque siempre desde un tono reflexivo y cívico. Su voz, con décadas de reconocimiento artístico, se ha convertido en un canal de catarsis para miles de cubanos que encuentran en sus palabras lo que muchos temen expresar.

Su intervención llega en un momento en que los espacios de disenso siguen siendo limitados. La reacción del público fue inmediata: cientos de comentarios en redes sociales respaldaron su mensaje, destacando el valor de “decir lo que todos piensan”.

Un país en crisis múltiple

Cuba vive una de sus etapas más complejas desde los años 90: una crisis económica sin precedentes, colapso del sistema sanitario, escasez crónica de combustible, apagones prolongados y una inflación que pulveriza los ingresos de los trabajadores.

Hospitales sin medicamentos, falta de personal médico, y brotes de enfermedades como el dengue, el chikunguña y la fiebre de Oropouche han desbordado los servicios de salud pública. En este contexto, las constantes convocatorias a marchas “solidarias” y tribunas políticas —como las dedicadas a Palestina o Venezuela— generan cada vez más rechazo entre la población.

García no dudó en señalar esa contradicción: “El país se cae a pedazos y seguimos montando tribunas. ¿Qué sentido tiene?”, expresó, reflejando el sentimiento de frustración que domina en amplios sectores de la sociedad cubana.

Un reclamo de sensatez y humanidad

Más allá de la crítica política, García apela a una reflexión sobre la pérdida de sentido común en la gestión del país. Para él, las marchas y tribunas son símbolos de un modelo que insiste en aparentar fortaleza mientras la sociedad se hunde en la desesperanza. Las palabras de Luis Alberto resumen el sentir de un país agotado, donde el cansancio social convive con una creciente demanda de transparencia, libertad y resultados concretos.


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