
El gobierno fue consecuente con su modo de actuar ante la ya conocida complacencia de la iglesia en Cuba, arrestó disidentes sin razón alguna, les corto el teléfono y a muchos los amenazo con permanecer en sus casas si no querían ser arrestados. Según varios cables de noticia muchos opositores ya están siendo liberados pero el servicio telefónico sigue ausente hasta el día de hoy. Benedicto XVI perdió una gran oportunidad de mandar un mensaje al mundo sobre lo que ocurre en Cuba al no reunirse con varios opositores que le habían pedido un encuentro.






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