
La cifra oficial de «deambulantes», nombre que le da el gobierno cubano a los mendigos, a mediados de 2015 ascendía a 1.261, con prevalencia de ancianos y discapacitados, según los datos que ofreció en diciembre pasado la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
La presencia de mendigos en todas partes pidiendo dinero para comer o registrando latones de basura a expensas de adquirir enfermedades es usual en las calles de La Habana y otras ciudades de la isla, y no hay voluntad para frenar el fenómeno, aseguró a Martí Noticias el médico Ramón Zamora, residente en Holguín, al oriente de Cuba.
Aunque, como es lógico, el problema es más visible en la capital, «la indigencia es un mal del que no escapa ninguna localidad», aseguró Zamora.
«En al área del parque Calixto García, en Holguín, ves a los mendigos a toda hora, sin distinción de sexo ni edad, pidiendo dinero para comer, y muchos de ellos están enfermos, otros tienen VIH y no faltan los alcohólicos».
«Es muy «triste ver a altas horas de la noche a madres con niños registrando los latones de basura y recogiendo desechos o latas vacías para venderlos y ganarse algún dinero», señaló Zamora.
Según el galeno, la inmensa mayoría de los mendigos «come muy poco y casi siempre de lo que extraen de cualquier basurero», una práctica que los expone a todo tipo de infecciones, señaló.
					





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