
Cuba entra en las horas finales de 2025 con la mirada puesta en la Letra del Año 2026, una de las tradiciones religiosas y culturales más influyentes del país, cuya revelación genera cada año una amplia expectativa tanto dentro de la isla como entre la diáspora cubana. El anuncio definitivo está previsto para la medianoche del 31 de diciembre, mientras que su presentación pública oficial se realizará en los primeros días de enero.
La Letra del Año surge de consultas al oráculo de Ifá, dentro de la religión yoruba, y la interpretan miles de creyentes como una guía espiritual que ofrece advertencias, recomendaciones y orientaciones para el año entrante. Con el paso del tiempo, este ritual ha trascendido el ámbito religioso para convertirse también en un referente simbólico del clima social y económico del país.
La ceremonia de preapertura: primer paso del ritual
Como parte del proceso, el pasado 1 de diciembre se celebró la tradicional ceremonia de preapertura en la sede de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, en La Habana Vieja. Durante este encuentro se realizó una consulta inicial al oráculo, de la cual emergió el signo Osa She, acompañado de la profecía “Iré Buyoko Lowo Orunmila”.
Las autoridades religiosas aclararon que esta revelación preliminar no constituye la Letra del Año definitiva, sino un paso dentro del proceso ritual que culmina al cierre del calendario. En la ceremonia también se dieron a conocer los elementos del ebbo, el conjunto de ofrendas prescritas según la tradición, cuya finalidad es propiciar equilibrio y protección espiritual.
En ese sentido el ebbo consiste en: un gallo, muñeco hembra y macho, medidas del cuerpo, tierra de los zapatos, ñame, tierra arada, estaca, ropa usada, dos cotos, dos velas, oti, oñi, eku, eya, awaldo y demás ingredientes.
La Letra definitiva se revelará al cierre de 2025
De acuerdo con la Asociación Cultural Yoruba, la Letra del Año 2026 será obtenida formalmente en la noche del 31 de diciembre. “Está profecía no es La Letra del Año. Es la consulta inicial, dónde comienzan las ceremonias previas que preparan el camino, junto a otras obras que se van realizando a lo largo del mes de diciembre y culminan el 31 de diciembre a las 12 de la noche con la obtención de La Letra del Año para el 2026”, explicó la Junta Directiva Nacional.
Este evento suele atraer la atención de medios nacionales e internacionales, así como de practicantes religiosos, académicos y ciudadanos que esperan conocer el signo regente, las deidades acompañantes, las advertencias y los consejos que marcarán el nuevo ciclo.
La Asociación Cultural Yoruba de Cuba se prepara para revelar oficialmente la Letra del Año en una conferencia de prensa convocada para el 2 de enero de 2026, a las 11:00 a.m. No obstante, como ya es habitual, la expectativa se adelanta en el entorno digital, donde el contenido suele comenzar a circular antes de su presentación formal.
La jornada incluirá también una muestra artística titulada Ecos del silencio, del creador Carlos A. Pimentel Boiza, conocido como Pimbo, programada para la 1:00 de la tarde. Las actividades cerrarán con un tambor dedicado a Odduwa, previsto para las 2:00 p.m., como colofón ceremonial del evento.
Origen y evolución histórica de la Letra del Año en Cuba
La Letra del Año tiene sus raíces en la tradición religiosa yoruba, traída a Cuba por africanos esclavizados entre los siglos XVIII y XIX. A partir de ese legado, el sistema adivinatorio de Ifá se consolidó en la isla como uno de los pilares de la santería cubana, combinando herencias africanas con elementos del contexto social y cultural local.
Durante gran parte del siglo XX, la consulta de la Letra del Año se realizaba fundamentalmente en espacios privados y círculos religiosos, con un alcance limitado. Sin embargo, su visibilidad comenzó a ampliarse a partir de las décadas de 1980 y 1990, cuando el Estado cubano flexibilizó su postura frente a las prácticas religiosas de origen africano.
Un punto de inflexión fue la consolidación de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, que estructuró un proceso ritual con mayor proyección pública. Desde entonces, la revelación de la Letra del Año pasó a convertirse en un evento de interés nacional, seguido por amplios sectores de la población y reflejado en la cobertura mediática.
De ritual religioso a fenómeno social
Con el paso de los años, la Letra del Año dejó de ser percibida únicamente como una guía espiritual para convertirse también en un lenguaje simbólico a través del cual muchos cubanos interpretan la realidad cotidiana. Las advertencias relacionadas con la salud, la convivencia social, la disciplina, la migración o los conflictos han sido leídas por algunos como reflejos indirectos de la situación del país.
Este fenómeno se intensificó durante el Período Especial de los años noventa, cuando la crisis económica reforzó el papel de la religión como espacio de contención emocional y búsqueda de sentido. Desde entonces, cada nueva Letra suele ser analizada y comparada con los acontecimientos que marcan el transcurso del año.
Expansión en la diáspora y amplificación digital
En el siglo XXI, la Letra del Año adquirió una dimensión transnacional gracias al crecimiento de la diáspora cubana. Comunidades en Estados Unidos, América Latina y Europa siguen de cerca la revelación anual como un elemento identitario y cultural compartido.
La expansión de las redes sociales y los medios digitales ha amplificado aún más su alcance. Hoy, la publicación de la Letra del Año genera debates virales, interpretaciones independientes y comparaciones constantes con eventos políticos, económicos y sociales, tanto dentro como fuera de Cuba.
Expectativa dentro y fuera de la isla
La Letra del Año no solo despierta interés en Cuba. Comunidades de la diáspora en Estados Unidos, América Latina y Europa siguen de cerca cada anuncio, especialmente en ciudades con una fuerte presencia cubana. En redes sociales, la publicación de la Letra suele generar debates, interpretaciones y comparaciones con acontecimientos posteriores a lo largo del año.
Este fenómeno digital ha ampliado el alcance de una tradición que, aunque ancestral, se adapta cada vez más a los nuevos canales de comunicación.
Mirada al año que termina
Como antecedente, la Letra del Año 2025 estuvo regida por el signo Ogunda Ogbe, con una profecía asociada a la estabilidad de la salud y la protección espiritual, bajo la influencia de Shangó y Oshún. Su lectura acompañó un año particularmente complejo para la sociedad cubana, marcado por crisis energética, tensiones económicas y continuos flujos migratorios.
Con la llegada de 2026, la atención vuelve a centrarse en el mensaje que ofrecerá la nueva Letra, en un país donde tradición, fe y realidad social continúan entrelazándose como parte del imaginario colectivo.





