
Durante gran parte de la última década, y con especial intensidad durante los años de la pandemia de COVID-19, Florida se consolidó como uno de los principales destinos para quienes decidían mudarse dentro de Estados Unidos. El clima cálido, la ausencia de impuesto estatal sobre la renta y una estructura regulatoria percibida como favorable impulsaron una llegada masiva de nuevos residentes, procedentes sobre todo del noreste y del medio oeste del país. Sin embargo, ese ciclo de fuerte atracción parece haber entrado en una fase de enfriamiento.
Datos recientes del estudio anual de patrones migratorios de la empresa Atlas Van Lines muestran un cambio significativo en la dinámica de mudanzas hacia y desde el estado. En el período comprendido hasta noviembre, poco más de la mitad de los movimientos relacionados con Florida fueron de entrada, una proporción prácticamente equilibrada con las salidas. Este resultado contrasta de forma marcada con lo ocurrido durante el pico pandémico, cuando el estado figuraba entre los más atractivos del país para la reubicación de personas y familias.
Del crecimiento acelerado al equilibrio migratorio
Durante los años más intensos de la pandemia, cerca del 60 % de las mudanzas gestionadas por Atlas Van Lines con destino u origen en Florida correspondían a personas que llegaban al estado. Esa cifra colocó a Florida como el cuarto estado con mayor proporción de movimientos entrantes a nivel nacional y respaldó su condición de estado con el crecimiento poblacional más rápido de Estados Unidos, según estimaciones del Censo.
Ese impulso, sin embargo, no se ha sostenido. En 2025, por segundo año consecutivo, los movimientos entrantes representaron apenas alrededor de la mitad de las reubicaciones vinculadas a Florida. Se trata de una de las proporciones más bajas registradas por la compañía para el estado en más de una década, lo que sugiere que la balanza migratoria interna se ha estabilizado y que el atractivo diferencial de Florida se ha reducido.
La asequibilidad emerge como factor clave
Aunque Florida mantiene ventajas estructurales que históricamente han sido decisivas para atraer nuevos residentes —como su clima y su política fiscal—, el factor de la asequibilidad ha ganado un peso determinante en la toma de decisiones. El rápido encarecimiento del mercado inmobiliario, el aumento sostenido de los alquileres y el fuerte incremento de los seguros de vivienda, especialmente en zonas costeras, han elevado de forma significativa el costo de vivir en el estado.
A estos elementos se suma un aumento general del costo de vida, impulsado por la inflación y por la presión demográfica que se acumuló durante los años de mayor crecimiento. Para muchos hogares, especialmente trabajadores de ingresos medios y jubilados con presupuestos fijos, el atractivo económico que Florida ofrecía hace pocos años ya no resulta tan evidente.
El fin de las condiciones excepcionales de la pandemia
Analistas del mercado inmobiliario y de movilidad interna coinciden en que parte del auge migratorio hacia Florida estuvo vinculado a circunstancias excepcionales. El auge del teletrabajo permitió a millones de personas mudarse sin perder sus empleos, mientras que las restricciones más laxas del estado durante la pandemia reforzaron su imagen como un lugar atractivo para vivir.
Con el retorno progresivo a esquemas laborales presenciales y una normalización de la movilidad en todo el país, esas ventajas extraordinarias han perdido fuerza. Al mismo tiempo, otros estados del sur y del centro de Estados Unidos han comenzado a captar parte del flujo migratorio ofreciendo costos más bajos y mercados inmobiliarios menos tensionados.
Un nuevo ciclo para Florida
Los datos más recientes no apuntan necesariamente a un declive inmediato, sino a un cambio de ciclo. Florida sigue siendo un estado atractivo para amplios sectores de la población, pero ya no concentra el mismo volumen desproporcionado de llegadas que caracterizó los años recientes. El escenario actual refleja un mayor equilibrio entre quienes se mudan al estado y quienes deciden marcharse en busca de opciones más asequibles.
Este ajuste plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo de crecimiento acelerado que Florida experimentó durante la pandemia. A largo plazo, el reto para el estado será mantener su competitividad sin depender exclusivamente del clima y de los incentivos fiscales, en un contexto en el que el costo de la vivienda y los servicios se ha convertido en un factor decisivo.
Mirando hacia adelante
A medida que la movilidad interna en Estados Unidos se estabiliza, la competencia entre estados vuelve a centrarse en variables estructurales: salarios, acceso a vivienda, calidad de los servicios y resiliencia económica. En ese escenario, Florida enfrenta el desafío de adaptarse a una nueva realidad migratoria, en la que el atractivo ya no es automático y en la que la asequibilidad vuelve a ocupar un lugar central en las decisiones de millones de estadounidenses.
El cambio de tendencia no borra el peso de Florida como uno de los estados más influyentes del país en términos demográficos y económicos, pero sí marca el inicio de una etapa distinta, en la que el crecimiento dependerá menos de un flujo migratorio extraordinario y más de su capacidad para ofrecer condiciones de vida sostenibles a largo plazo.





