
La junta de fideicomisarios del Miami Dade College (MDC) aprobó nuevamente, y de manera unánime, la transferencia de más de 2,5 acres de terreno ubicados en pleno centro de Miami para la futura Trump Presidential Library. La decisión, tomada el 2 de diciembre durante una sesión especial, responde a una orden judicial que exigía repetir la votación debido a cuestionamientos sobre la transparencia del proceso original celebrado en septiembre.
El terreno, utilizado como estacionamiento por el MDC y situado junto a la icónica Freedom Tower, ha generado una amplia discusión sobre su valor histórico, económico y simbólico en el corazón de la ciudad.
El peso de la Sunshine Law y el origen de la revotación
La repetición de la votación no fue producto de un trámite rutinario, sino de una demanda presentada por el activista y académico Marvin Dunn, quien argumentó que la aprobación inicial violó la Sunshine Law, la ley estatal que garantiza que toda reunión pública se realice con previo aviso, agenda clara y acceso total para la ciudadanía.
«Es una pérdida de tiempo venir aquí. Tenemos 20.000 cartas enviadas a estos miembros de la junta diciendo: ‘No hagáis esto'», manifestó Dunn.
Un juez aceptó parcialmente el reclamo y ordenó congelar la transferencia hasta que la institución corrigiera el procedimiento. La nueva votación, precedida por más de tres horas de comentarios públicos, pretendió cumplir con esos requisitos legales y restablecer la legitimidad del proceso.
Un debate comunitario cargado de tensiones
La sesión especial evidenció una comunidad profundamente dividida. Muchos de los asistentes denunciaron que la decisión ignora las necesidades reales de los estudiantes y del propio college, señalando que no existe un beneficio tangible para la institución.
Otros criticaron la ubicación del proyecto, argumentando que instalar una biblioteca presidencial dedicada a Donald Trump junto a la Freedom Tower constituye una afrenta simbólica para el exilio cubano, que considera el edificio un monumento a la memoria de miles de refugiados que llegaron a Estados Unidos durante la Guerra Fría.
En contraste, un sector defendió la iniciativa al considerar que la presencia de una biblioteca presidencial elevaría el prestigio cultural y académico de Miami y convertiría la ciudad en destino de investigación histórica de alto nivel. Sin embargo, estas posiciones a favor no estuvieron acompañadas de estudios económicos o planes concretos que respalden el impacto positivo proyectado.
«¿Quiénes somos nosotros para decir que no? Para poner la biblioteca aquí en el centro de Miami, Donald Trump es del sur de Florida, ¿cuál es el problema con eso?, cuestionó la oradora Myriam Campos.
Un activo millonario entregado sin compensación
El terreno cedido está valuado en al menos 67 millones de dólares según una tasación de 2025, aunque expertos inmobiliarios del condado sostienen que su valor real podría ser mucho mayor debido a su ubicación privilegiada sobre Biscayne Boulevard, una de las áreas con mayor crecimiento del mercado inmobiliario de Florida.
La controversia se intensificó al confirmarse que el MDC no recibirá compensación económica por la cesión, ni pagos de arrendamiento, ni acuerdos de colaboración académica formal. Tampoco se han presentado estimaciones de impacto financiero, estudios urbanísticos ni garantías de que la biblioteca presidencial se construirá dentro de un plazo determinado. Para los críticos, se trata de una decisión que favorece intereses privados en detrimento del patrimonio público.
Qué es una biblioteca presidencial y por qué este caso es diferente
Las bibliotecas presidenciales en Estados Unidos son centros de investigación histórica destinados a preservar documentos de cada administración presidencial, además de funcionar como museos y espacios educativos. Desde la creación del sistema bajo Franklin D. Roosevelt, estas instituciones han sido instaladas en universidades y ciudades con un consenso político relativamente amplio.
El caso de la biblioteca de Donald Trump rompe con ese patrón. Diversas instituciones educativas en Texas y Florida rechazaron proyectos similares durante los últimos años, alegando preocupaciones políticas y académicas.
El hecho de que el MDC haya asumido la iniciativa convierte a Miami en escenario de un proceso atípico que ha expuesto tensiones ideológicas, disputas legales y cuestionamientos comunitarios de gran escala.
La sensibilidad histórica de la Freedom Tower
Uno de los aspectos más delicados del debate radica en la proximidad del proyecto a la Freedom Tower, un edificio fundamental en la memoria del exilio cubano. Durante las décadas de 1960 y 1970, miles de refugiados pasaron por sus instalaciones para recibir asistencia del gobierno estadounidense.
Por ello, muchos consideran que cualquier proyecto que se desarrolle en su entorno debe respetar ese legado histórico. Para quienes rechazan la biblioteca presidencial, ubicar allí un proyecto asociado a Trump constituye una distorsión del significado histórico del lugar. Para sus defensores, en cambio, representa una oportunidad para ampliar la oferta cultural del área y atraer nuevos visitantes.
Incertidumbre judicial y próximos pasos
Aunque la junta del MDC aprobó nuevamente la transferencia, el futuro del proyecto sigue en manos de los tribunales. El juez deberá determinar si la sesión del 2 de diciembre cumplió con las exigencias de transparencia de la Sunshine Law y si corresponde levantar el bloqueo judicial impuesto previamente.
Incluso si la transferencia es autorizada, la fundación encargada de la biblioteca deberá asegurar financiamiento, presentar diseños formales, obtener permisos urbanísticos, y completar evaluaciones ambientales, procesos que podrían extenderse durante meses o incluso años. La oposición comunitaria ya anticipa nuevas acciones legales, lo que podría retrasar aún más el avance del proyecto.
Un impacto político que trasciende Miami
La creación de la biblioteca presidencial de Donald Trump no solo influirá en el panorama urbano de Miami, sino también en el debate nacional sobre el legado del expresidente y el uso de recursos públicos en proyectos vinculados a figuras políticas polarizantes.
En un estado donde Trump conserva una base sólida de apoyo, la iniciativa representa tanto una oportunidad para sus seguidores como un motivo de confrontación para sus detractores. La decisión del Miami Dade College, por tanto, no es únicamente administrativa: es un gesto político que podría redefinir el perfil cultural y simbólico del centro de Miami durante las próximas décadas.





