
La Habana despertó este miércoles sumida en una oscuridad total tras un apagón general que dejó sin electricidad a toda la región occidental del país, desde Cienfuegos hasta Pinar del Río. El corte ocurrió durante la madrugada y se extendió de manera simultánea por múltiples provincias, generando un impacto inmediato en la rutina diaria, los servicios esenciales y las comunicaciones.
En numerosos barrios habaneros, los residentes reportaron que la electricidad desapareció de todos los bloques de forma abrupta, una situación que recordó a algunos de los peores episodios de crisis energética registrados en 2022 y 2023.
La falta de luz provocó el colapso del tránsito en avenidas principales, afectó la disponibilidad de agua potable y dejó a miles de familias intentando adaptarse a la súbita interrupción en medio de la noche. La preocupación se multiplicó con la ausencia inicial de información oficial que explicara el origen exacto del apagón.
La UNE confirma una desconexión total del sistema
Horas después del evento, la Unión Eléctrica (UNE) confirmó que el corte se debió a una “desconexión del Sistema Electroenergético Nacional (SEN)”, una falla mayor que provocó la caída simultánea de los circuitos occidentales. Esta terminología, usada en casos de colapsos críticos, suele indicar una interrupción grave en líneas de transmisión troncales o un fallo técnico escalonado que impide la sincronización entre regiones del país.
Las autoridades señalaron que en el momento de la desconexión no existía todavía una causa concreta confirmada. No obstante, especialistas del sector energético consultados por medios independientes explican que este tipo de fallas ocurre frecuentemente en sistemas con infraestructura antigua, sobrecargada y sin mantenimiento adecuado, además aconsejaron mantenerse informados por los medios digitales oficiales y mediante el número de teléfono 18888. La combinación de equipos obsoletos y limitaciones en el suministro de combustible incrementa la vulnerabilidad del SEN ante cualquier contingencia técnica.
Primeras maniobras para recuperar el servicio
Durante la mañana, la UNE informó que se habían iniciado maniobras de reconexión para energizar algunas de las subestaciones ubicadas en la región occidental. Estas acciones buscaban restablecer el servicio de forma gradual y evitar nuevos desequilibrios que pudieran provocar más interrupciones.
La recuperación comenzó por circuitos estratégicos, como los que abastecen a hospitales, sistemas de bombeo de agua y centros de telecomunicaciones. Sin embargo, el proceso avanzó con lentitud, y muchos municipios de La Habana continuaron sin electricidad durante horas, lo que incrementó la frustración de la población y la sensación de incertidumbre.
En una actualización sobre los hechos, el periodista oficialista Lázaro Manuel Alonso comentó en sus redes sociales que la termoeléctrica Antonio Guiteras estaba funcionando en ese momento. Sin embargo, evitó precisar si la planta había llegado a desconectarse del Sistema Eléctrico Nacional antes de volver a incorporarse.
También mencionó que el servicio comenzaba a restablecerse de forma gradual, aunque, por ahora, Pinar del Río, Artemisa, La Habana y Mayabeque permanecen a oscuras, sin suministro eléctrico.
En tanto, en su reporte más reciente —emitido a las 7:00 p.m., hora de Cuba— la UNE comunicó este martes que la disponibilidad de generación en el Sistema Eléctrico Nacional era de apenas 1,389 megawatts (MW), frente a una demanda que alcanzaba los 3,329 MW. Esto se traducía en un déficit de 1,972 MW, responsable de las severas afectaciones registradas en todo el país.
La entidad precisó además que la unidad 6 de la CTE Diez de Octubre, en Nuevitas, y la unidad 3 de la CTE Antonio Maceo, conocida como Rente, lograron sincronizarse este martes a las 3:45 p.m. y 5:07 p.m., respectivamente.
Un apagón que revive un patrón de fallas graves
El apagón de este 3 de diciembre se inscribe en una secuencia de fallas energéticas de gran magnitud que han afectado a Cuba en los últimos años. En 2024, varias caídas de bloques de generación provocaron apagones prolongados en provincias centrales y orientales.
Una falla en líneas de transmisión dejó sin electricidad a principios de este año a casi todo el país durante tres horas. En agosto de ese mismo año, el colapso de la termoeléctrica de Felton causó interrupciones masivas de suministro que duraron más de nueve horas en algunas zonas.
La recurrencia de estos eventos confirma la fragilidad estructural del SEN, una realidad que ha sido reconocida incluso por autoridades nacionales, quienes han admitido la falta de inversiones significativas para renovar la infraestructura energética en más de dos décadas.
Impacto crítico en hospitales, agua y transporte
Los efectos del apagón fueron inmediatos y visibles. En varios hospitales de La Habana, las plantas de emergencia se activaron para garantizar la atención médica, aunque algunos centros reportaron dificultades operativas debido a la limitada disponibilidad de combustible para los generadores.
La interrupción del servicio eléctrico afectó también el abastecimiento de agua potable. En municipios como Centro Habana y Habana Vieja, los vecinos reportaron que el suministro se detuvo pocas horas después del apagón, porque las bombas quedaron fuera de operación.
El transporte urbano se vio igualmente afectado. Los semáforos quedaron inactivos, lo que dificultó la movilidad de vehículos y peatones durante las primeras horas del día. Algunas terminales de ómnibus enfrentaron demoras en la salida de rutas por la falta de iluminación y de personal operativo. Las comunicaciones fueron otro punto crítico: la elevada demanda de datos móviles generó congestiones, mientras que algunas antenas quedaron momentáneamente fuera de servicio.
La crisis energética vuelve al centro del debate nacional
La magnitud del apagón reavivó el debate sobre la profunda crisis energética que atraviesa Cuba. El SEN mantiene desde hace años déficits constantes de generación que oscilan entre 800 y 1.000 MW, un nivel que impide cubrir la demanda nacional en horarios pico. La mayoría de las termoeléctricas del país opera con tecnología de más de 40 años y con equipos que excedieron su vida útil, lo que incrementa la frecuencia de las averías.
Además, la dependencia casi total del combustible importado complica la estabilidad del sistema, mientras que el crecimiento de fuentes renovables continúa siendo insuficiente para reducir la presión sobre la red. Economistas y especialistas advierten que la falta de estabilidad energética tiene un impacto directo en la economía, desde la producción industrial hasta el sector turístico.
Frustración y cansancio en la población
La reacción en redes sociales fue inmediata. Muchos habaneros compartieron imágenes de avenidas completamente a oscuras, edificios sin iluminación y familias utilizando velas o linternas para transitar dentro de sus viviendas. La incertidumbre generada por la falta de información temprana se sumó a un sentimiento generalizado de cansancio acumulado tras años de inestabilidad eléctrica.
Para numerosos ciudadanos, el apagón no solo significó un corte temporal en el suministro, sino la confirmación de que la crisis energética continúa profundizándose sin soluciones a corto plazo. La población expresó preocupación por la posibilidad de nuevos cortes extensos y por el impacto que estos episodios tienen en la vida cotidiana, especialmente en hogares con niños, ancianos o personas enfermas.
Un colapso que deja preguntas abiertas
Aunque la UNE continúa investigando las causas exactas del apagón, persisten dudas entre los especialistas y la ciudadanía. No está claro si se trató de un fallo puntual o de un problema estructural que podría repetirse en las próximas semanas. Tampoco se ha precisado si los niveles actuales de generación son suficientes para mantener la estabilidad del sistema una vez restablecido el servicio.
La falta de detalles oficiales alimenta la incertidumbre en un país donde la energía eléctrica se ha convertido en uno de los indicadores más sensibles de la crisis económica general.
El occidente de Cuba enfrenta nuevamente la sombra de su fragilidad energética
El apagón que dejó a La Habana y a toda la región occidental sin electricidad refleja, una vez más, la fragilidad del sistema eléctrico cubano. Aunque las labores de recuperación avanzan gradualmente, la magnitud del incidente confirma que el SEN enfrenta una crisis estructural profunda y sin respuestas claras a corto plazo.
Este nuevo episodio no solo apagó la luz en millones de hogares, sino que iluminó la incapacidad del país para sostener un suministro eléctrico estable, dejando en evidencia la urgencia de soluciones que trasciendan los parches técnicos y aborden las raíces del problema.





