
Estados Unidos registró este martes una caída significativa en el precio promedio de la gasolina, que descendió a 2,99 dólares por galón, ubicándose por primera vez en más de cuatro años por debajo de los tres dólares, según la Asociación Estadounidense del Automóvil (AAA).
La noticia, ampliamente difundida por medios nacionales e internacionales, representa un cambio importante en el comportamiento del mercado energético, especialmente después de un periodo prolongado de fluctuaciones y precios récord.
El descenso ocurre en un momento en que la inflación continúa presionando al bolsillo de los estadounidenses, por lo que el abaratamiento del combustible se ha convertido en uno de los pocos alivios palpables para la economía doméstica.
Un escenario muy diferente al de 2022
La caída por debajo de los tres dólares contrasta con la situación vivida en 2022, cuando Estados Unidos alcanzó el precio promedio nacional más alto de su historia: 5,01 dólares por galón en junio de ese año. Aquella escalada estuvo asociada a la guerra en Ucrania, las interrupciones en la cadena de suministro y una demanda sobredimensionada en plena reapertura post pandemia.
Desde entonces, la volatilidad ha sido la norma, con descensos y repuntes que afectaron directamente a sectores como el transporte, la agricultura y la aviación. La estabilización actual constituye, según analistas, un indicio de que el país podría estar entrando en una nueva etapa de mayor control e independencia energética.
Regiones donde el precio baja aún más
El promedio nacional no refleja completamente la realidad estatal. En numerosos territorios del sur y del medio oeste, los precios han caído incluso por debajo de 2,70 dólares, impulsados por impuestos locales más bajos y la proximidad a grandes refinerías. Texas, Louisiana, Alabama, Mississippi y Oklahoma se ubican entre los estados con tarifas más económicas.
Mientras tanto, la Costa Oeste —especialmente California— mantiene los precios más altos del país, aunque también experimenta reducciones. Sin embargo, factores como regulaciones ambientales más estrictas y costos logísticos más elevados impiden que alcance los mismos niveles del resto del país.
El petróleo, la oferta y la demanda: los motores del descenso
La nueva cotización responde a varios factores que coinciden de manera excepcional. El primero es la baja sostenida del precio del petróleo crudo, impulsada por una mayor estabilidad en los mercados internacionales y una producción global que supera los niveles previstos a finales de 2024.
A esa tendencia se suma la elevada producción energética en Estados Unidos, que continúa rompiendo récords en extracción y refinación, permitiendo abastecer el mercado nacional sin depender excesivamente de importaciones sujetas a tensiones geopolíticas.
Otro elemento clave es la disminución temporal de la demanda. Concluido el verano —época de mayor movilidad— y previo al incremento de viajes por las fiestas decembrinas, el consumo suele caer en esta etapa, favoreciendo precios más bajos en los surtidores.
Efectos inmediatos sobre la economía del consumidor
El descenso del combustible representa un alivio directo para millones de familias que enfrentan los efectos acumulados de la inflación. Menos gasto en gasolina significa más capacidad para cubrir alquileres, alimentos o servicios básicos, rubros que continúan registrando incrementos.
Para el sector logístico y de transporte —camioneros, servicios de entrega, empresas de carga—, la reducción del galón se traduce en un descenso de costos operativos que podría reflejarse en precios más estables para los consumidores finales.
Potenciales efectos sobre la inflación y la política
El abaratamiento del combustible también tiene implicaciones políticas, especialmente en un periodo en que la administración federal ha enfrentado críticas por los altos costos de vida. Aunque la caída no depende exclusivamente de decisiones gubernamentales, sí contribuye a moderar los índices inflacionarios y mejora la percepción pública sobre la salud económica del país.
No obstante, economistas advierten que esta tendencia podría ser temporal. La volatilidad habitual del petróleo, posibles interrupciones en la producción o crisis internacionales podrían revertir el escenario actual en cuestión de semanas.
Estabilidad energética: ¿avance estructural o fenómeno pasajero?
El descenso por debajo de los tres dólares reabre un debate sobre el futuro de la energía en Estados Unidos. Algunos expertos consideran que el país podría estar consolidando una etapa de mayor independencia energética, favorecida por el auge del petróleo no convencional, la ampliación de la capacidad de refinación y un mercado interno cada vez más competitivo.
Otros, en cambio, sostienen que la estabilización es frágil y depende de condiciones globales difíciles de predecir. La transición hacia energías limpias, los conflictos en Oriente Medio y las decisiones de la OPEP seguirán teniendo un peso determinante en los precios durante los próximos meses.
Perspectivas para el invierno y primeros meses de 2026
De cara al invierno, los especialistas anticipan un posible repunte moderado del precio debido al incremento del consumo para calefacción y transporte. Sin embargo, las proyecciones generales mantienen cierto optimismo, estimando que los costos se mantendrán relativamente controlados mientras no ocurran disrupciones mayores en la cadena de suministro.
La clave será observar cómo se comporta el mercado del crudo en enero y febrero, meses tradicionalmente marcados por alta sensibilidad a eventos climáticos, políticas energéticas y movimientos especulativos en los mercados internacionales.



