Polémica en redes: exespía cubano Gerardo Hernández usa la pobreza en EE. UU. para atacar a opositores y recibe una avalancha de críticas en redes sociales

Gerardo Hernández Nordelo, coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y exespía del régimen cubano, volvió a encender la polémica tras compartir en Facebook la fotografía de un hombre sin hogar durmiendo en una calle de Nueva York.

La imagen, acompañada de un mensaje en el que cuestiona a políticos cubanoamericanos como el senador Marco Rubio, buscaba evidenciar que Estados Unidos tiene problemas que, a juicio del funcionario, sus críticos prefieren ignorar mientras se enfocan en cuestionar a Cuba.


El post rápidamente captó la atención del público, no solo por el tono del mensaje sino por el uso de la pobreza ajena como herramienta política. “Un país al que nadie bloquea. Marco Rubio y compañía deberían preocuparse más por la realidad de su país, en vez de andar metiendo las narices en otros…”, comentario que muchos interpretaron como un intento de desacreditar las denuncias que Miami y Washington hacen sobre la situación en la isla.

Reacciones de indignación: “Comparar no borra la realidad cubana”

La respuesta del público no se hizo esperar, desde la isla y desde el exterior, cientos de cubanos calificaron la publicación de Hernández como “hipócrita”, “cínica” y “desconectada” de la realidad nacional. Los comentarios más repetidos apuntaron a que el funcionario intenta utilizar casos aislados de pobreza en Estados Unidos para minimizar o justificar la crisis profunda que atraviesa Cuba.

«Por dios cómo es posible que ese vagabundo pueda tener mejor vida que medico en la robolucion», dijo indignada Janny Chiong. «Si ese es tu consejo para Marcos Rubio, yo creo que tú debías hacer exactamente lo mismo. Dedicarte a los problemas de Cuba y no andar metiéndote en lo que no te importa», respondió otro usuario que se hace llamar cubano.

Wendy Llanes San Martín contra el funcionario cubano. «El mismo consejo aplica para ustedes, preocúpense por la miseria que han creado ustedes en Cuba y dejen de estar metidos en lo que acontece en el mundo», escribió en el apartado de los comentarios.

Alexander Jesús Figueredo Izaguirre apuntó más a lo personal y escribió. “Y tú, Gerardo de los Cinco, preocúpate por saber quién es el verdadero padre de tu hija antes de volver a prisión. Eres la mayor vergüenza de la palabra hombre”.


Usuarios recordaron que en Estados Unidos, a pesar de los problemas económicos, existe libertad de expresión, acceso a ayuda social, posibilidad de movilidad económica y mejores salarios, mientras que en Cuba la precariedad afecta de forma masiva y estructural a la población.

“Un indigente en Nueva York no explica por qué millones de cubanos viven con apagones, salarios devaluados y sin servicios básicos”, señaló uno de los internautas más compartidos. Otros insistieron en que la narrativa oficial ya no convence como antes y que los cubanos están cansados de que se utilicen comparaciones externas como mecanismo para evitar abordar la crisis interna.

Un funcionario emblemático del discurso oficial

Hernández no es un actor cualquiera del panorama político cubano. Como exintegrante de la Red Avispa, pasado por el sistema carcelario estadounidense y posteriormente convertido en un símbolo del oficialismo, su palabra tiene peso dentro de la narrativa estatal. En los últimos años ha asumido un rol más activo en redes sociales, convirtiéndose en uno de los voceros más constantes del discurso que compara la pobreza estadounidense con la crisis crónica cubana.

Para analistas, esta estrategia busca mantener viva la retórica de confrontación histórica entre Cuba y Estados Unidos, alimentando la idea de que las críticas al sistema cubano provienen de una sociedad igualmente vulnerable y, por tanto, sin autoridad moral para señalar fallas internas.

La crisis cubana: contexto que la publicación pretende esquivar

El malestar con la publicación también está ligado al deterioro visible de la calidad de vida en Cuba. El país vive uno de sus periodos más difíciles: inflación galopante, escasez de alimentos y medicinas, apagones prolongados, caída de servicios básicos, deterioro del transporte y un éxodo migratorio sin precedentes.

Comparar esta situación con casos aislados de pobreza extrema en Estados Unidos, señalaron varios comentaristas, es percibido como una táctica evasiva que intenta proyectar hacia afuera los problemas que el gobierno no ha logrado resolver dentro.

Muchos también recordaron que, aunque en países desarrollados existen personas sin hogar, no se trata de una condición generalizada. En contraste, en Cuba amplios sectores de la población padecen carencias básicas, salarios insuficientes y limitadas expectativas económicas.

Una estrategia desgastada pero recurrente

La utilización de la pobreza estadounidense como argumento político no es nueva en la comunicación oficial cubana. Desde hace décadas, los medios estatales presentan reportajes de barrios marginales en ciudades como Nueva York o Los Ángeles para resaltar deficiencias sociales y construir un contraste ideológico.

Sin embargo, la respuesta ciudadana actual demuestra un cambio en la percepción pública: el acceso creciente a internet, el aumento de la migración y la visibilidad de la crisis interna han debilitado la eficacia de estos mensajes. Hoy, cada vez más cubanos confrontan estas comparaciones con datos, testimonios y experiencias personales.

Un termómetro del estado de opinión pública

El episodio funciona como un reflejo de la fractura entre el discurso oficial y la realidad cotidiana de la población. Para muchos observadores, la reacción masiva contra Hernández evidencia un agotamiento generalizado ante las narrativas estatales que buscan culpar a factores externos —como el embargo o la pobreza en otros países— de los problemas internos.

La crítica pública también muestra que la ciudadanía ya no acepta con pasividad los mensajes oficiales, y que las redes sociales se han convertido en un espacio donde el monopolio comunicacional del Estado es cada vez más difícil de sostener.


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