
La joven cubana Dallana, residente en Miami, se convirtió en protagonista de un debate viral tras publicar un video en TikTok donde expresa su molestia por las constantes solicitudes de alimentos y “combos” que recibe desde Cuba.
El video, replicado por CiberCuba, muestra a la joven visiblemente agotada mientras relata cómo algunas personas en la isla tienden a asumir que los emigrados viven con recursos ilimitados y pueden enviar ayuda sin mayor esfuerzo. Su mensaje, directo y frontal, no tardó en generar reacciones encontradas tanto en Estados Unidos como en Cuba.
“A mí sí me cuesta”: lo que implica vivir y trabajar en Miami
En su publicación, Dallana detalla lo difícil que resulta mantener una vida estable en Miami, una de las ciudades más costosas de Estados Unidos. La joven describe jornadas extensas, tráfico intenso, exigencias laborales y la presión que supone el costo de vida.
“Yo quisiera saber qué tienen en la cabeza esos cubanos desde Cuba que te dicen: ‘Ay, mándame un combo de comida que eso a ti no te cuesta nada’. ¿Tú sabes lo que cuesta levantarse a las cinco de la mañana? ¿Tú sabes lo que cuesta montarte en un expressway con tremendo perro tráfico para llegar al trabajo super estresado? ¿Tú sabes lo que cuesta aguantar maltrato de los jefes? ¿Qué sabes tú lo que me cuesta a mí mandarte un combo de comida a ti?”, dijo visiblemente indignada.
El peso emocional de sostener dos realidades
El reclamo de la cubana también revela una carga emocional significativa. Muchos emigrados cubanos en Estados Unidos admiten sentir culpa cuando no pueden enviar remesas o paquetes, especialmente cuando la familia en la isla atraviesa una crisis marcada por inflación, escasez y un poder adquisitivo prácticamente nulo.
Este esfuerzo constante genera una dualidad compleja: por un lado, la responsabilidad de comenzar una vida desde cero en el extranjero y, por otro, la necesidad de sostener financieramente a familiares que dependen de esos envíos para cubrir necesidades básicas.
@dallanayroman Que sabes tú lo que me cuesta a mí absolutamente nada #cubanos #abajoladictadura #luchensuyuca ♬ sonido original – Dalla
Apoyo, indignación y una conversación incómoda
La reacción al video fue inmediata y profundamente polarizada. Emigrados cubanos en Estados Unidos y Europa respaldaron a la mujer, asegurando sentirse identificados con la presión económica que describió. Para ellos, el reclamo es legítimo y refleja una situación cada vez más frecuente: la percepción de que los familiares en la isla subestiman el esfuerzo que implica trabajar y vivir en el extranjero.
Sin embargo, desde Cuba también surgieron críticas hacia la joven, acusándola de falta de sensibilidad ante una población que enfrenta uno de los momentos más difíciles de su historia reciente. Estas opiniones contrapuestas muestran que el tema, lejos de ser anecdótico, revela tensiones estructurales que afectan a miles de familias.
Una crisis que profundiza la dependencia
El contexto económico en Cuba es fundamental para entender este choque de percepciones. La isla enfrenta una de las crisis más severas en tres décadas, con inflación acelerada, escasez de alimentos, colapso del transporte, apagones y un mercado informal que multiplica los precios. En este escenario, la asistencia proveniente de emigrados se ha vuelto indispensable para gran parte de la población.
Diversos análisis independientes estiman que entre el 60% y el 70% de los hogares cubanos dependen en alguna medida de remesas o envíos desde el exterior. Esta dependencia económica genera expectativas de ayuda continua que, desde la perspectiva de muchos emigrados, resultan difíciles de sostener.
Expectativas versus realidades en la diáspora
El caso de Dallana no es casual para gran parte de la diáspora cubana en Estados Unidos, la idea de que “afuera todo es fácil” es uno de los mitos más dañinos en las relaciones familiares. En ciudades como Miami, donde el alquiler, los servicios, el seguro médico y el transporte representan una carga significativa, enviar ayuda requiere sacrificios concretos.
Esto incluye trabajar horas extras, limitar gastos personales o posponer proyectos propios. Sin embargo, desde la isla, esas limitaciones no siempre se comprenden y las expectativas permanecen constantes, alimentadas por la necesidad y por la percepción de que la abundancia en Estados Unidos es automática.
Lo que deja al descubierto este video viral
La discusión generada por el video de Dallana muestra que existe una fractura creciente en la comunicación entre emigrados y familiares en la isla. Los primeros sienten que se les exige más de lo que pueden ofrecer, mientras los segundos creen que el emigrado ha perdido sensibilidad ante la crisis.
Ambos lados experimentan frustración, pero rara vez logran expresar estas diferencias de manera abierta. El video, lejos de ser un desahogo individual, actuó como catalizador de una conversación pendiente que implica economía, emociones, identidad y supervivencia.
El reclamo de esta cubana en Miami abrió un espacio para una reflexión más amplia: la creciente tensión entre quienes abandonaron la isla en busca de un futuro mejor y quienes dependen de ellos para subsistir.
La crisis económica de Cuba y la migración masiva han creado una dinámica compleja donde el apoyo se vuelve esencial, pero la presión emocional y financiera también se intensifica. El desahogo de Yromán, convertido en viral, expone un tema que la diáspora lleva tiempo evitando: hasta qué punto es sostenible ser el sostén económico de dos mundos al mismo tiempo.





