
La noticia cayó como un balde de nostalgia entre residentes, trabajadores y amantes de la auténtica comida cubana: Las Palmas Cafeteria, una de las últimas cafeterías tradicionales del Downtown Miami, cerrará definitivamente este 14 de noviembre de 2025 después de 45 años de operación continua. El anuncio marca el fin de una institución que no solo alimentó a miles de personas durante décadas, sino que también funcionó como punto de encuentro, refugio económico y motor de ayuda comunitaria.
Una cafetería que sobrevivió a casi todo
Fundada en 1980, Las Palmas logró mantenerse en pie durante circunstancias que hicieron tambalear a muchos negocios del área: huracanes, recesiones nacionales, cambios demográficos y la pandemia de COVID-19. Su resistencia se debió, en buena parte, a su capacidad de conservar un ambiente familiar y un menú clásico que nunca cedió a la sofisticación ni a las tendencias gastronómicas.
La cafetería ofrecía platos emblemáticos como ropa vieja, vaca frita, carne con papas, arroz moro, croquetas y pan con bistec, a precios notablemente bajos para una zona donde la gentrificación ha disparado el costo de vida. El café cubano por menos de un dólar se convirtió en parte del paisaje cotidiano de oficinistas, repartidores, turistas y residentes que encontraban allí una pausa entre el caos urbano.
El relevo generacional que mantuvo viva la tradición
En 2016, la familia Magalhaes, compuesta por Mario Ferrari Magalhaes y su madre Carla, compró el negocio después de haber dirigido por años una agencia de viajes cercana. Lejos de transformar la identidad del local, mantuvieron intacto el menú original y preservaron la estética sencilla que lo caracterizaba.
Si bien introdujeron algunos platos de influencia brasileña los viernes, la esencia de Las Palmas no cambió: comida abundante, precios accesibles y una dinámica de barrio que contrastaba con el crecimiento acelerado del Downtown. Para muchos clientes, la administración de la familia Magalhaes significó un reenfoque hacia la atención personalizada y el sentido de pertenencia.
Las Palmas como espacio social: más que una cafetería
Con el paso de los años, el establecimiento se convirtió en un centro de solidaridad comunitaria. La cafetería organizó colectas y recaudaciones para víctimas de desastres naturales en América Latina y el Caribe, apoyó a niños con enfermedades terminales y ofreció alimentos a personas sin hogar. Además, impulsó iniciativas culturales y de entretenimiento, como noches de comedia y reuniones vecinales.
Su barra larga, siempre llena de voces diversas, funcionaba como un espacio donde se mezclaban realidades sociales: desde oficinistas con traje hasta trabajadores de la construcción, nuevos inmigrantes y veteranos del barrio que le daban continuidad histórica al lugar. Era, para muchos, uno de los pocos puntos del Downtown donde la diversidad propia de Miami se sentía palpable y cotidiana.
2025: el año que quebró una resistencia histórica
A pesar de su legado, los propietarios reconocen que la presión económica del último año resultó insostenible. El aumento del costo de los alimentos, el alza constante en el precio del alquiler comercial y la disminución de la actividad durante los meses de verano en el Downtown crearon un escenario crítico.
La competencia con cadenas corporativas de cafeterías y restaurantes, así como la migración de trabajadores hacia modalidades remotas o híbridas, también redujo el flujo diario de clientes. Mantener precios accesibles —una de las señas de identidad del negocio— se convirtió en una tarea imposible.
El cierre de Las Palmas se inscribe en un fenómeno más amplio: la desaparición de negocios tradicionales en el centro de Miami, desplazados por la reconfiguración urbana que busca atraer inversiones, turismo corporativo y desarrollos de lujo. Para muchos vecinos, la pérdida del lugar representa una señal más de que el Downtown está dejando atrás su pasado para convertirse en un distrito mayormente financiero y de alto costo.
El adiós de Carla y lo que viene para la familia
Carla Magalhaes, de 65 años, confesó que tras décadas detrás del mostrador siente que ha llegado el momento de “descansar”. Su hijo, Mario, expresó que el cierre también responde a la necesidad de permitir que ella tenga una vida menos sacrificada después de tantos años dedicados al negocio.
Aunque la familia no ha confirmado qué harán después, dejaron claro que el cierre de Las Palmas no es una derrota, sino el final de un ciclo. Agradecieron a los clientes por los años de apoyo y expresaron que la cafetería “logró más de lo que alguna vez imaginaron”.
Un vacío difícil de llenar
La despedida de Las Palmas Cafeteria golpea especialmente a un Downtown donde los espacios accesibles y auténticos han ido desapareciendo. Para muchos trabajadores y residentes, la cafetería representaba uno de los últimos lugares donde aún era posible comer bien sin pagar precios de restaurant corporativo o de zona turística.
Pero más allá del menú, su legado se mide en historias: inmigrantes recién llegados que encontraron un sabor familiar, empleados de oficinas que hicieron vida allí durante años, personas en situación vulnerable que recibieron ayuda sin pedirla y generaciones enteras que convirtieron el local en parte de su rutina.
El viernes, cuando se sirva la última colada, no solo se apagará el calor de una cocina tradicional: también se cerrará una página entera de la vida cotidiana del Downtown Miami, una página que difícilmente se volverá a escribir.





