
La Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos se prepara para implementar recortes de vuelos en los principales aeropuertos del país, una decisión inédita motivada por la prolongación del cierre del gobierno federal (“shutdown”), que ha dejado al sistema aéreo operando bajo una presión sin precedentes. La medida afectará a los llamados “mercados de alto volumen”, con una reducción estimada del 10 % de las operaciones a partir de este viernes.
Una medida sin precedentes en la historia reciente
El anuncio llega tras semanas de tensión en el sector aeronáutico. Miles de controladores de tráfico aéreo y técnicos de seguridad continúan trabajando sin recibir su salario debido al bloqueo presupuestario en el Congreso, mientras el personal operativo realiza jornadas extendidas y turnos obligatorios, esto reduce significativamente el tiempo disponible para asumir empleos secundarios con los que cubrir facturas y otros compromisos económicos, a menos que reciban un llamado.
El administrador de la FAA, Bryan Bedford, admitió que se trata de un escenario sin antecedentes en sus más de 35 años de experiencia: «No tengo conocimiento en mis 35 años de historia en el mercado de la aviación en la que hayamos tenido una situación en la que estemos tomando este tipo de medidas. Estamos en un territorio nuevo en términos de cierres del gobierno».
De acuerdo con Bedford, los ajustes buscan “preservar la seguridad del espacio aéreo nacional” en un momento en que la falta de descanso y la sobrecarga de trabajo podrían afectar el desempeño de los controladores.
Impacto inmediato en aeropuertos y pasajeros
Bedford y el secretario de Transporte, Sean Duffy, se abstuvieron de identificar las ciudades y aeropuertos afectados por la disminución del tráfico aéreo, indicando que previamente sostendrán reuniones con representantes de las aerolíneas a fin de establecer un plan de implementación seguro.
No obstante, se espera que los recortes se concentren en los grandes centros de conexión como Atlanta, Chicago, Nueva York, Dallas, Los Ángeles y Miami. Estas terminales concentran la mayor cantidad de vuelos comerciales y suelen operar al límite de su capacidad incluso en condiciones normales.
Las aerolíneas ya han sido notificadas sobre la posibilidad de ajustes en los horarios y cancelaciones preventivas, especialmente en rutas domésticas de alta frecuencia. El secretario de Transporte, Sean Duffy, informó que se mantienen reuniones con ejecutivos de las principales compañías aéreas para coordinar una implementación “segura y ordenada” de los recortes. “Queremos minimizar el impacto sobre los viajeros, pero la prioridad debe ser la seguridad operacional”, señaló Duffy.
El cierre es una situación que ha forzado a adoptar medidas operativas difíciles, provocando interrupciones en los viajes y una pérdida de confianza en el sistema de aviación estadounidense, de acuerdo con el presidente y director ejecutivo de la Asociación de Viajes de Estados Unidos, Geoff Freeman.
Controladores agotados y torres al borde del colapso
El sistema de control aéreo atraviesa su mayor nivel de tensión desde la pandemia. Según datos de la propia FAA, 39 instalaciones de control de tráfico aéreo han reportado personal limitado durante los fines de semana recientes, triplicando el promedio previo al cierre (8.3 instalaciones). En las últimas cinco semanas, el promedio ha sido de 26.2 centros con dotación reducida, lo que ha provocado demoras, desvíos y mayor carga de trabajo en las torres activas.
Sindicatos de controladores, como la National Air Traffic Controllers Association (NATCA), advierten que muchos trabajadores están agotados y desmotivados, lo que podría aumentar el riesgo de errores humanos si la situación se prolonga.
Preocupación en el sector turístico y empresarial
La industria del turismo y la aviación ha elevado la voz ante el impacto económico de la crisis. La U.S. Travel Association advirtió que los recortes y la incertidumbre están “erosionando la confianza de los consumidores y de los viajeros internacionales en la experiencia aérea estadounidense”.
Cada día de cierre implica millones de dólares en pérdidas por retrasos, cancelaciones y menor flujo de pasajeros. En estados con fuerte dependencia turística, como Florida, Nevada y California, las cámaras de comercio alertan que el daño podría sentirse durante toda la temporada alta si el conflicto político no se resuelve pronto.
El Congreso, bajo presión
El enfrentamiento presupuestario en el Congreso mantiene paralizadas varias agencias federales. Mientras tanto, miles de empleados públicos siguen trabajando sin cobrar, y otros tantos han sido suspendidos temporalmente.
La oposición ha acusado al gobierno federal de “poner en riesgo la seguridad aérea” al no buscar una salida inmediata, mientras que la Casa Blanca sostiene que los legisladores deben aprobar el presupuesto “para garantizar la estabilidad institucional y la seguridad del país”.
Recuperación no inmediata
La FAA advirtió que incluso si el cierre terminara en los próximos días, el regreso a la normalidad no será inmediato. Se requerirá tiempo para reincorporar al personal, reorganizar turnos, verificar sistemas y garantizar que los controladores acumulen el descanso necesario para operar con plena seguridad. “Restablecer el flujo normal tomará semanas. La aviación no se reactiva con solo apretar un botón”, explicó un portavoz de la agencia.
Consecuencias en el horizonte
Analistas prevén que las interrupciones en el transporte aéreo podrían afectar la economía nacional, ralentizando el comercio, los viajes de negocios y el turismo interno. Los expertos también advierten que la imagen de Estados Unidos como referente mundial en seguridad y eficiencia aérea podría verse comprometida si la crisis se prolonga.





