
El empresario e influencer cubano Carlos Marcelín, radicado en Miami, protagonizó una curiosa historia de inversión que ha captado la atención en redes sociales al negociar con un viejo amigo un lingote de oro de 3.074 kilogramos y 24 quilates.
El episodio, documentado en un video muestra el momento en que el joyero Alan del Downtown de Miami visita su negocio para cerrar la transacción. La operación, además de reflejar un beneficio económico notable, simboliza una apuesta por el oro como refugio financiero frente a la volatilidad del mercado y la pérdida de poder adquisitivo del dólar.
En el audiovisual se observa al chino llegar a la joyería con un sobre en donde guardaba el valioso lingote que pretendía venderle a Carlos. Tras saludarse y compartir risas se dispusieron a pesar el metal y ver si realmente era de 24 kilates. Entretanto el hombre de origen asiático manifestó que había comprado el lingote hace varios años por un valor de 150.000 dólares cuando el precio estaba más bajo que en la actualidad.
“Son tres kilogramos y es oro de 24 quilates. Hoy tiene un valor de 396.000 dólares. Quiero venderlo porque creo que dentro de unos meses el precio del oro podría bajar”
“Prefiero tener oro en la caja fuerte que dólares de papel”
Durante el intercambio, el comprador dejó clara su filosofía: “No sé si bajará o no, pero estoy seguro de algo: prefiero tener oro en la caja fuerte que tener dólares en papel” dijo Marcelín, defendiendo el valor tangible del metal precioso sobre el dinero fiduciario.
La frase resume una visión extendida entre inversionistas que ven en el oro una garantía de estabilidad a largo plazo. En un contexto marcado por la inflación y la incertidumbre económica global, su testimonio refuerza la idea de que los activos físicos siguen siendo un refugio confiable.
Ambas partes finalmente llegaron a un acuerdo para cerrar la operación: el lingote de oro, con un peso exacto de 3.074 kilogramos, cambiaría de manos por una suma de 400.000 dólares. Fue el punto culminante de una negociación que, tras varios intercambios, terminó sellando la venta de la valiosa pieza metálica.
Un mercado en ascenso sostenido
El precio del oro ha mantenido una tendencia ascendente en los últimos años, impulsada por la inflación, las tensiones geopolíticas y la búsqueda de seguridad entre los inversores. En 2018, cuando Marcelín realizó su compra, el metal cotizaba alrededor de 1.250 dólares por onza troy. Hoy, en 2025, el valor supera los 2.400 dólares, una apreciación que explica en gran parte el aumento de más del 150 % en el valor de su lingote.
Según analistas financieros, un lingote de 24 quilates de tres kilos puede oscilar actualmente entre 380.000 y 410.000 dólares, dependiendo de la pureza exacta y las condiciones del mercado.
Entre la especulación y la seguridad
El joyero que vendió originalmente el lingote reconoció que decidió desprenderse del oro ante el temor de que el precio comience a descender. Esta visión más especulativa contrasta con la de Marcelín, quien opta por guardar su inversión a largo plazo.
Ambas perspectivas representan dos formas distintas de enfrentar el mercado: la primera, guiada por el corto plazo y el beneficio inmediato; la segunda, por la preservación del valor frente a la inestabilidad del sistema financiero.
Oro: símbolo de poder, herencia y confianza
Más allá del aspecto económico, el oro conserva un fuerte valor cultural y simbólico. En comunidades como la cubana en el sur de Florida, poseer oro se asocia con estabilidad, independencia y legado familiar.
Marcelín, quien ha ganado notoriedad en redes sociales por sus consejos financieros y su estilo de vida emprendedor, utiliza el episodio para invitar a la reflexión sobre cómo proteger el patrimonio en tiempos de incertidumbre. “El dinero se imprime todos los días, pero el oro no se fabrica”, comentó en tono desafiante, reafirmando su confianza en los metales preciosos frente al papel moneda.
Una tendencia que gana terreno
El caso no es aislado. Cada vez más empresarios e inversores particulares están recurriendo a lingotes, monedas o certificados respaldados en oro como mecanismo de ahorro seguro. El mercado internacional ha reportado un incremento en la demanda del metal, especialmente en Estados Unidos, Europa y Asia, mientras bancos centrales de países como China e India aumentan sus reservas auríferas.
La historia de Marcelín, por tanto, refleja una tendencia global: la búsqueda de refugio en activos físicos ante la erosión del poder adquisitivo y las fluctuaciones de las monedas.
Más allá del brillo: lecciones financieras
El caso del empresario cubano no solo muestra una ganancia notable, sino también una estrategia de inversión paciente y calculada. En un entorno donde las criptomonedas y los mercados bursátiles ofrecen rendimientos rápidos pero inciertos, el oro vuelve a imponerse como símbolo de valor duradero y estabilidad intergeneracional. Su historia recuerda que, incluso en la era digital, la confianza sigue teniendo peso físico.





