
El huracán Melissa, que alcanzó categoría 3 con vientos de hasta 195 km/h, golpeó con violencia la región oriental de Cuba, dejando tras de sí un panorama desolador. En el municipio de Contramaestre, provincia de Santiago de Cuba, un barrio completo quedó sumergido bajo el agua y el lodo tras el desbordamiento de varios ríos. Las intensas lluvias, que superaron los 250 milímetros en menos de 24 horas, provocaron el colapso de carreteras, puentes y viviendas en zonas urbanas y rurales.
Un video compartido en redes sociales por el periodista cubano Mario J. Pentón muestra calles convertidas en torrentes, casas semienterradas en el fango, postes eléctricos caídos y familias intentando rescatar pertenencias entre el agua. Los daños materiales son cuantiosos y el impacto emocional en la población, profundo como el testimonio de un hombre que perdió su vivienda.
Testimonios de pérdida y angustia
“Mira cómo está esto… la casa de Yamilé, la casa mía… Ay Dios mío, esto acabó. Me quedé sin casa, me quedé sin casa…”, relató un residente que observaba los restos de su vivienda arrasada por el río. Otro residente dijo que el nivel del agua subió tan rápido que apenas tuvo tiempo de salvar a sus hijos. “Pensé que no saldríamos vivos”, contó.
Muchos de los afectados aseguran que no recibieron alertas ni ayuda a tiempo y que las brigadas de rescate tardaron horas en llegar a las zonas más anegadas. Varias familias permanecen desplazadas en casas de vecinos o en refugios improvisados, sin alimentos ni electricidad mientras el régimen desde La Habana se reúne sin medidas concretas y visibles.
Críticas y frustración en redes sociales
Mientras las imágenes de la devastación circulan por Internet, cubanos dentro y fuera de la isla expresan solidaridad con los damnificados y también críticas al gobierno por la falta de preparación y respuesta. Muchos recuerdan que Contramaestre ha sufrido inundaciones en huracanes anteriores sin que se reforzaran los drenajes ni se reubicaran las viviendas más expuestas.
“Yo vivo en Camagüey, pero si alguien necesita refugio, mi casa está abierta”. “Cada vez que veo algo así de mi pueblo se me parte el corazón”. “Es muy triste perderlo todo, y más sabiendo que en este país nada se recupera fácil”, mencionaron algunos internautas.
Otros apuntan a la inacción de las autoridades en momentos de crisis. ““El gobierno dice que no crean lo que publican las redes, pero la verdad está ahí, bajo el agua”. “Los de arriba están sentados dando mesa redonda mientras el pueblo está sin casa ni comida”. «El pueblo se hunde y el Estado no aparece”, escribieron otros desde distintas regiones del país. Mientras tanto, miembros de la diáspora en Miami y Madrid han comenzado campañas de recolección de fondos y envío de ayuda humanitaria.
Testimonios como el de una cubana residente en Miami también exponen la precariedad del sistema incapaz de apoyar a sus ciudadanos que perdieron todo. Grey aseguró en TikTok recientemente que la vivienda de su madre quedó sepultada por el agua en Santiago de Cuba. En las imágenes que publicó se observan paredes de la vivienda destruidas y objetos personales y muebles llenos de barro.
Aunque su madre sobrevivió al fenómeno meteorológico su frustración por estar lejos de ella la tiene impaciente. “No es fácil ver esto desde lejos”.
Daños generalizados en el oriente cubano
El poderoso huracán Melissa, que alcanzó la categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, irrumpió en la madrugada del 29 de octubre por el litoral sur de Santiago de Cuba, azotando con rachas de viento cercanas a los 195 kilómetros por hora y precipitaciones intensas que duraron varias horas.
Su violento paso dejó tras de sí un amplio rastro de daños materiales en el oriente del país, con severas afectaciones en las provincias de Santiago de Cuba, Granma, Guantánamo, Holguín y Las Tunas. Solo en territorio santiaguero se reportaron acumulados de lluvia superiores a los 250 milímetros, de acuerdo con datos oficiales y relatos de vecinos que describen calles convertidas en ríos y comunidades totalmente anegadas.
Se reportan miles de viviendas dañadas, interrupciones del servicio eléctrico y amplias áreas agrícolas arrasadas. En Santiago de Cuba, el Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad del Cobre sufrió severas afectaciones estructurales y deslizamientos de tierra en su entorno. En localidades como Palma Soriano y Baire, el huracán dejó un paisaje desolador: calles repletas de escombros, postes caídos y árboles arrancados de raíz por la fuerza del viento.
Las autoridades locales informaron de “daños considerables” en infraestructuras públicas, hospitales y redes de comunicación, aunque hasta el momento no se han divulgado cifras oficiales de víctimas ni un balance total de pérdidas.
Un país de rodillas ante la fuerza del agua
La Unión Eléctrica mantiene fuera de servicio varias termoeléctricas del oriente, lo que agrava la crisis energética nacional. Los caminos hacia zonas montañosas permanecen cortados, y comunidades completas siguen incomunicadas. Equipos de rescate trabajan entre el barro para evacuar a ancianos, niños y personas enfermas, mientras crece el temor a brotes sanitarios por la contaminación del agua.
El impacto de Melissa ha sido comparado por algunos expertos con el de huracanes históricos como Flora (1963) o Sandy (2012), por la magnitud de las lluvias y el daño acumulado en una región ya golpeada por la precariedad estructural y la escasez de recursos.
La solidaridad como único alivio
En medio del desastre, las escenas de cooperación entre vecinos —compartiendo alimentos, techos o linternas— muestran el resiliente espíritu comunitario de los cubanos. Desde el exilio, organizaciones humanitarias y grupos religiosos han reiterado su disposición a enviar ayuda, aunque advierten que las restricciones aduaneras y burocráticas podrían obstaculizar su llegada.
Mientras el país intenta recomponerse del paso de Melissa, Contramaestre se ha convertido en símbolo del sufrimiento y la resistencia del oriente cubano, un territorio donde miles de familias hoy solo piden volver a tener un techo y un poco de esperanza.





