«Propaganda en medio del caos»: Díaz-Canel usa el huracán Melissa para repetir consignas políticas en plena emergencia nacional

El huracán Melissa, ya convertido en un poderoso ciclón de categoría 5, avanza hacia el oriente de Cuba con vientos sostenidos de hasta 295 km/h y una presión central de 892 milibares, según los datos más recientes del Centro Nacional de Huracanes (NHC). Se trata de una de las tormentas más intensas que haya amenazado a la isla en los últimos 50 años, comparable con eventos devastadores como Flora (1963), Sandy (2012) y Matthew (2016).

El fenómeno se mueve lentamente hacia el noroeste y se espera que impacte directamente en las provincias de Santiago de Cuba y Granma durante la madrugada del miércoles, provocando marejadas ciclónicas de entre 4 y 6 metros, inundaciones repentinas y vientos capaces de arrasar techos, árboles y líneas eléctricas.


El Instituto de Meteorología de Cuba (INSMET) ha declarado fase de alarma ciclónica para las provincias de Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín y Granma, mientras que Camagüey y Las Tunas permanecen bajo fase informativa. Más de 650 000 personas han sido evacuadas hacia refugios, muchos de ellos escuelas y edificios públicos con infraestructura precaria.

Díaz-Canel convierte la emergencia en discurso político

Mientras la amenaza del huracán crece, el dictador Miguel Díaz-Canel ha utilizado la crisis climática para reforzar su retórica política. En sus publicaciones en redes sociales, el mandatario comparó el paso de Melissa con otro huracán que enfrentaron hace más de seis décadas, haciendo alusión al embargo de EE.UU contra la dictadura.

“Hoy Cuba centra sus esfuerzos en la preparación de las provincias orientales para enfrentar al peligroso huracán Melissa y la Asamblea General de Naciones Unidas debate la resolución para poner fin al bloqueo”, escribió el mandatario en su cuenta de X que no pasó desapercibida por la comunidad cubana.

Su mensaje provocó indignación en redes sociales y entre cubanos dentro y fuera de la isla, que lo acusaron de banalizar la tragedia y de usar el dolor ciudadano para hacer propaganda. El gobernante, en lugar de centrarse en las medidas de protección o el envío de recursos a las zonas vulnerables, insistió en su discurso ideológico, lo que muchos interpretan como un intento de desviar la atención de la falta de preparación del Estado.

El mensaje estuvo acompañado por un mapa del Instituto de Meteorología (INSMET) que ilustra el avance del huracán con rumbo directo hacia las provincias orientales de Santiago de Cuba, Granma, Holguín y Guantánamo. En esas zonas, las autoridades han activado ya las fases de alarma y los operativos de evacuación ante la inminencia del impacto.


“La gente necesita refugio, comida y electricidad, no discursos ni hashtags”, escribió un usuario desde Holguín en respuesta a las declaraciones del mandatario.

Díaz-Canel mantuvo un tono político que muchos cubanos consideraron fuera de lugar ante la gravedad del momento. En otro mensaje, el mandatario recurrió a la figura del comandante Camilo Cienfuegos, en el aniversario de su desaparición física, al describirlo como “símbolo eterno de lealtad, entrega y patriotismo… en todos los que batallan por una Cuba mejor”.

Una isla exhausta y sin recursos suficientes

La llegada de Melissa ocurre en un contexto de crisis económica y energética profunda. Los cubanos enfrentan apagones de más de 12 horas diarias, escasez de alimentos básicos, falta de combustible y hospitales con déficit de medicamentos y material médico.

En Santiago de Cuba, vecinos reportaron a medios independientes que los refugios carecen de colchones, agua potable y ventilación adecuada. En Granma, la empresa eléctrica advirtió que “no existen condiciones para garantizar la reposición inmediata del servicio” en caso de colapso total del sistema.

“El problema no es solo el viento, sino lo que viene después: sin electricidad, sin transporte, sin comida. Nadie confía en que el gobierno tenga capacidad para ayudarnos”, relató un residente de Palma Soriano.

Emergencia humanitaria en ciernes

Los expertos coinciden en que los efectos de Melissa podrían ser catastróficos, especialmente si el ojo del huracán toca tierra en el litoral sur oriental. La saturación del terreno por lluvias previas aumenta el riesgo de derrumbes y deslizamientos de tierra en comunidades montañosas como Songo-La Maya, Buey Arriba y Guisa. Michael Brennnan, director del NHC calificó el huracán como «catastrófico y potencialmente mortal» y advirtió que el oriente de Cuba puede recibir acumulados de precipitaciones de hasta 500 mm en algunas zonas.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Cruz Roja Internacional mantienen contactos con las autoridades cubanas, aunque la capacidad de respuesta dependerá de la magnitud de los daños. Las comunicaciones por radio y telefonía móvil en la zona oriental ya presentan fallas intermitentes, y varias localidades rurales permanecen aisladas.

Los meteorólogos advierten que Melissa podría mantenerse como huracán mayor durante al menos 24 horas después del impacto, afectando también al centro de la isla. El NHC emitió alertas para el paso de marejadas destructivas en el oriente cubano y condiciones de tormenta tropical en el norte de Haití y República Dominicana.

Pese al inminente paso del huracán, el gobierno cubano ha intentado capitalizar la situación para reforzar su discurso internacional contra Estados Unidos. En declaraciones recientes, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla acusó a Washington de ejercer “presiones brutales” sobre otros países de cara a la votación en la ONU sobre el embargo, prevista para el 29 de octubre. Todo ello ocurre mientras la isla se encuentra en plena fase de alerta y organización ante el inminente impacto del ciclón.

El régimen intenta entrelazar el desafío meteorológico con la disputa política, construyendo un relato de resistencia frente a la adversidad. Sin embargo, esa narrativa oficial ha generado escepticismo entre muchos ciudadanos, agotados por la crisis y distantes del tono épico que aún utiliza el gobierno para justificar su gestión.

Contexto histórico: una vulnerabilidad recurrente

Cuba ha enfrentado numerosos huracanes devastadores en su historia reciente, Sandy (2012) dejó 11 muertos y más de 200 000 viviendas dañadas, principalmente en Santiago de Cuba, Matthew (2016) destruyó el 90 % de las edificaciones en Baracoa y causó pérdidas superiores a 2 600 millones de dólares mientras que Ian (2022) colapsó gran parte del sistema eléctrico nacional, dejando a todo el país sin energía durante más de 24 horas.

Melissa amenaza con superar esos registros si mantiene su intensidad actual al tocar tierra. Los analistas advierten que la falta de inversión en infraestructura y la escasez crónica de combustible hacen que cada nueva tormenta se convierta en un desafío existencial para el país.

Un país en vilo

A pocas horas del impacto, Cuba enfrenta un doble desafío: la furia del huracán y la fragilidad de su sistema político y económico. La población, agotada por años de crisis, se aferra a la esperanza de sobrevivir una tormenta que podría marcar un antes y un después en la historia reciente de la isla.

Mientras el viento arrecia y las comunicaciones se debilitan, muchos cubanos coinciden en un mismo sentimiento expresado por una vecina de El Caney: “Aquí no tenemos miedo al huracán, tenemos miedo a lo que venga después.”


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