El secretario de Transporte de Estados Unidos, Sean Duffy, advirtió que el cierre parcial del gobierno federal está ejerciendo una presión sin precedentes sobre los controladores de tráfico aéreo, quienes continúan desempeñando sus labores esenciales sin recibir salario. La situación, según el funcionario, podría desencadenar una crisis operativa en el sistema de aviación si el estancamiento político en Washington no se resuelve en los próximos días.
Una profesión ya estresante, ahora bajo tensión extrema
El control aéreo es considerado uno de los trabajos más demandantes y estresantes del mundo. Los controladores deben mantener la concentración durante turnos prolongados para evitar errores que podrían tener consecuencias fatales. Sin embargo, el actual cierre del gobierno ha añadido una carga emocional y económica adicional: muchos de ellos trabajan sin compensación y sin saber cuándo cobrarán.
«Ahora lo que piensan mientras controlan nuestro espacio aéreo es, ¿cómo voy a pagar mi hipoteca? ¿Cómo hago el pago de mi automóvil? Tengo un par de hijos en casa. ¿Cómo pongo comida en la mesa? Trabajo seis días a la semana. ¿Tengo que tomar un segundo trabajo y conducir Uber cuando ya estoy agotado de hacer un trabajo que ya es estresante para pensar en cómo puedo ganar dinero extra porque es posible que el gobierno no me proporcione un cheque de pago?», explicó Duffy durante una rueda de prensa, calificando la situación como “una mezcla peligrosa de fatiga, ansiedad y responsabilidad crítica”.
Fuentes sindicales confirmaron que algunos empleados han comenzado a reportarse enfermos, lo que podría reflejar tanto problemas de salud real como agotamiento mental o estrés financiero. Si estas ausencias se incrementan, la Administración Federal de Aviación (FAA) podría verse obligada a reducir el número de vuelos, afectando tanto las operaciones comerciales como los servicios esenciales en todo el país.
El Departamento de Transporte ha conseguido mantener operativa, al menos por ahora, la academia de controladores aéreos en Oklahoma City utilizando recursos de ejercicios fiscales previos. No obstante, Duffy advirtió que la situación podría afectar los planes para reclutar y entrenar a nuevos controladores, un paso clave para superar la escasez crónica de personal que enfrenta el sistema aéreo del país.
El funcionario alertó además que los instructores y el personal de apoyo que continúan la formación tras la etapa académica corren el riesgo de ser despedidos si la falta de fondos se prolonga.
Riesgos para la seguridad y la conectividad aérea
El cierre gubernamental no solo afecta a los trabajadores, sino también a la infraestructura de transporte. Expertos advierten que, ante una reducción de personal o de turnos, podrían incrementarse las demoras y cancelaciones en aeropuertos de gran volumen como Atlanta, Chicago, Dallas o Miami.
Además, el programa federal Essential Air Service (EAS) —que subsidia vuelos hacia comunidades rurales o remotas— podría quedarse sin fondos en cuestión de días. Dicho programa garantiza el acceso aéreo a decenas de localidades, muchas de ellas sin alternativas terrestres viables. “Sin ese apoyo, pequeños pueblos quedarían aislados”, alertó un portavoz del Departamento de Transporte.
El impacto sería particularmente severo en Alaska, donde muchas comunidades dependen completamente de los vuelos comerciales o regionales para abastecerse de alimentos y medicamentos. Si el financiamiento del EAS se agota, aerolíneas pequeñas tendrían que suspender operaciones, dejando sin conexión a miles de residentes.
Advertencias de los sindicatos y del gobierno
El Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo (NATCA) ha exigido al Congreso actuar con urgencia para poner fin al cierre. Su presidente, Nick Daniels, señaló que los controladores “no deberían cargar con el costo político de una disputa presupuestaria” y recordó que cada retraso legislativo compromete la seguridad en los cielos.
“El sistema aéreo estadounidense funciona gracias al compromiso de miles de profesionales altamente capacitados. Pero no se puede sostener la seguridad aérea sobre trabajadores que no saben cuándo recibirán su próximo cheque”, afirmó Daniels.
Por su parte, Duffy subrayó que el Departamento de Transporte está haciendo “todo lo posible para mitigar el impacto”, aunque reconoció que la falta de recursos está afectando la planificación y supervisión de las operaciones aéreas.
Un déjà vu político con consecuencias reales
No es la primera vez que un cierre gubernamental pone en jaque al sistema aéreo. Durante la paralización de 2018-2019, considerada la más prolongada en la historia del país, se registraron demoras masivas y una caída en la moral de los trabajadores federales. Varios aeropuertos, entre ellos el de Nueva York y Filadelfia, reportaron incidentes relacionados con la escasez de personal de control.
Hoy, la situación amenaza con repetirse. Economistas estiman que un cierre prolongado podría costar más de 140 millones de dólares diarios a la industria de la aviación, entre pérdidas por retrasos, cancelaciones y menor flujo de pasajeros.
Llamado a resolver el conflicto
El secretario Duffy hizo un llamado bipartidista para que el Congreso y la Casa Blanca lleguen a un acuerdo. “Cada día que pasa, los riesgos aumentan. No podemos permitir que los cielos de Estados Unidos se conviertan en víctimas de la política partidista”, afirmó.
Mientras tanto, los viajeros ya se preparan para posibles interrupciones, y los sindicatos advierten que el límite de resistencia de los controladores está cerca. «Necesitamos poner fin a este cierre, para que la Administración Federal de Aviación y los profesionales comprometidos con la seguridad de la aviación puedan dejar atrás esta distracción y concentrarse completamente en su trabajo vital», concluyó Daniels.