El enfrentamiento entre el influencer dominicano Destino Tolk y el presentador cubano Alexander Otaola ha escalado y según Destino presentará una demanda por tres millones de dólares contra Otaola, a raíz de supuestas acusaciones relacionadas con el consumo y la promoción de drogas.
El conflicto estalló tras declaraciones de Otaola en su programa, que el dominicano Destino, interpretó como una acusación directa.
Las acusaciones y la respuesta de Destino
El influencer dominicano rechazó categóricamente los señalamientos y en un video afirmó que han dañado su reputación, no solo frente a su audiencia en redes sociales, sino también en el ámbito profesional. “El alcalde me acusó prácticamente de narco. No voy a dejarlo pasar esta vez. Es un ataque a mi persona y a mi equipo”, declaró en su cuenta de TikTok.
Destino aseguró que su abogado ya cuenta con experiencia enfrentando a Otaola en litigios previos nueva acción legal prospere. «En pocas palabras, él me dijo que yo le daba droga a Frank Abel para que trabaje aquí, que prácticamente eso es un intercambio», agregó el dominicano.
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Otaola responde con indiferencia
Del otro lado, Alexander Otaola —una de las figuras mediáticas más influyentes de la comunidad cubana en Miami— restó importancia a la amenaza judicial. Durante una transmisión en vivo, insinuó que Destino busca “colgarse de su nombre” y generar escándalo para promocionar su marca.
«Ay, Destino está promocionando una bebida energizante y necesita escándalo conmigo porque el único que le vende su programa soy yo», dijo Alexander. El presentador, conocido por su estilo frontal y polémico, no se retractó y reafirmó que seguirá ejerciendo su libertad de expresión, incluso en el terreno de la crítica mordaz, pese a los riesgos legales.
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El trasfondo: Frank Abel y su retiro temporal
En medio de la polémica surge el nombre de Frank Abel, quien hasta mediados de 2025 fue una pieza clave en el equipo de Destino. En julio, el cubano anunció públicamente su retiro de los medios alegando motivos de salud, presiones familiares y un proceso judicial migratorio pendiente.
«A raíz de todo lo que ha sucedido, a raíz de que yo salí del hospital, de lo que muchos medios de comunicación que quieren tergiversar la verdad, que quieren aplastar a uno, que yo todavía no entiendo por qué, yo decidí tomarme un descanso», aseguró el locutor.
Abel aseguró necesitar tiempo para estabilizarse emocionalmente y alejarse del ruido mediático. Su salida coincidió con el recrudecimiento de las tensiones entre Destino y Otaola, quienes desde hace meses intercambian ataques en redes sociales.
En declaraciones recientes, el creador de contenido enfatizó que la presencia de Frank Abel dentro del proyecto sigue vigente y que su regreso será bienvenido en cualquier momento.
Precedentes legales y mediáticos
No es la primera vez que Otaola enfrenta demandas por difamación. A lo largo de su carrera, ha sido señalado por diversas figuras públicas que lo acusan de excederse en sus comentarios, pero hasta ahora ha logrado con apoyo de su equipo lega defenderse con exito.
Impacto en la comunidad y el debate sobre la libertad de expresión
El caso tiene un eco particular en Miami, donde Otaola se ha consolidado como una voz influyente en la comunidad cubana y como una figura política capaz de movilizar opiniones y agendas. Por su parte, Destino ha ganado popularidad entre el público latino con un estilo más orientado al entretenimiento.
La confrontación abre un debate sobre los límites de la crítica en redes sociales y programas de opinión, así como sobre el papel de los tribunales en un contexto donde las rivalidades digitales alcanzan dimensiones legales.
Lo que viene
De prosperar, la demanda podría convertirse en uno de los casos más mediáticos de 2025 entre influencers latinos en Estados Unidos. La disputa promete prolongarse en los tribunales, mientras ambos bandos movilizan a sus seguidores en plataformas digitales.
Lo cierto es que, entre acusaciones de difamación, amenazas legales y estrategias mediáticas, el conflicto entre Destino y Otaola ya ha captado la atención de la comunidad cubana y dominicana en Miami, y podría marcar un precedente en la manera en que los creadores de contenido gestionan sus diferencias.
