
Mamdani, quien se define como “demócrata socialista”, fue entrevistado por el periodista Jorge Ramos en el pódcast The Movement. En esa conversación, se le cuestionó sobre su posición frente a líderes autoritarios de América Latina, específicamente Miguel Díaz-Canel en Cuba y Nicolás Maduro en Venezuela.
El candidato respondió que “no había reflexionado lo suficiente” para catalogarlos como dictadores, aunque reconoció que en Venezuela existe represión. Su evasiva generó críticas inmediatas, sobre todo entre el exilio cubano y venezolano, comunidades que han vivido en carne propia la persecución política y la falta de libertades en sus países de origen.
Durante el diálogo, Ramos planteó el reto de captar el voto de latinos con experiencias marcadas por gobiernos socialistas. Mamdani respondió que su éxito en las primarias se debió a la cercanía con los electores y a una plataforma orientada a contrarrestar la represión, un mensaje que, según dijo, trasciende ideologías y conecta con quienes valoran la libertad.
El peso del exilio en la política neoyorquina
Nueva York alberga a miles de inmigrantes latinoamericanos que mantienen fuerte influencia en los debates locales y nacionales. Entre ellos, los cubanos representan un sector políticamente activo y especialmente sensible a cualquier gesto que perciban como complacencia con el régimen de La Habana.
Para muchos de esos votantes, la claridad al condenar dictaduras no es un detalle menor, sino una exigencia clave para apoyar a cualquier aspirante a un cargo público. La reacción del manifestante cubano durante el mitin refleja esa sensibilidad y las tensiones que rodean a Mamdani en su intento de conquistar el voto latino.
Sus palabras desataron polémica inmediata, ya que contrastaban con una gestión previa: días atrás había enviado una misiva al entonces presidente Donald Trump en la que pedía sacar a Cuba de la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo, un tema altamente sensible en la política exterior estadounidense.
Reacciones en redes sociales
El momento de la interrupción quedó grabado y rápidamente circuló en plataformas digitales, donde decenas de usuarios cuestionaron la ambigüedad del político. La crítica más visible provino del influencer cubano Alexander Otaola, quien acusó a Mamdani de representar “la metástasis del socialismo en Estados Unidos” y advirtió que su cercanía con figuras como Bernie Sanders refuerza esa percepción.
Otaola también reclamó mayor firmeza del Partido Demócrata en la defensa de la “Ley y Orden” y cuestionó la estrategia de sectores progresistas de corte socialista que, según él, ignoran la experiencia de comunidades exiliadas.
Una batalla por el voto latino
El caso de Mamdani evidencia un desafío mayor para los candidatos demócratas: cómo conectar con votantes latinos de origen cubano, venezolano y nicaragüense, que en muchos casos se inclinan hacia posiciones conservadoras por su rechazo a todo lo que huela a socialismo.
Mientras Mamdani intenta posicionarse con un discurso de justicia social y lucha contra la represión, su falta de definición sobre líderes como Díaz-Canel y Maduro amenaza con erosionar la confianza de comunidades que consideran el tema central en su identidad política.
En ese punto de la entrevista, Ramos destacó que el término “demócrata socialista” suele despertar temores en comunidades latinas marcadas por el recuerdo de gobiernos autoritarios. Mamdani defendió su afiliación política al afirmar que su propuesta busca reducir la carga económica de los neoyorquinos, dejando de lado la agenda internacional.
No obstante, la ambigüedad con la que ha abordado los casos de Cuba y Venezuela terminó por generar dudas y críticas en medios y organizaciones del exilio.
El trasfondo electoral
En un año de alta polarización política en Estados Unidos, el incidente cobra relevancia porque muestra la vulnerabilidad de los candidatos que buscan equilibrar un discurso progresista con la necesidad de ganar credibilidad entre comunidades marcadas por la experiencia del exilio.
Para Mamdani, el reto será demostrar que su propuesta no equivale a un respaldo tácito a regímenes autoritarios, sino a un proyecto local enfocado en los problemas de Nueva York. No obstante, el eco de sus palabras y las imágenes de la protesta podrían acompañarlo durante toda su campaña.