Desde Cienfuegos un padre clama por regresar a EE.UU. para reunirse con su esposa e hija enferma

Deivy Alemán Oropesa, un cubano que residía en Orlando, Florida, se vio obligado a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: regresar voluntariamente a Cuba para evitar una deportación forzosa. El 14 de septiembre emprendió viaje de vuelta a su natal Palmira, en la provincia de Cienfuegos, con la esperanza de que este sacrificio le abra la puerta a reunirse nuevamente con su esposa e hija en Estados Unidos.

La autodeportación le permitió esquivar la sanción migratoria más dura: una prohibición de entrada de al menos cinco años en caso de ser expulsado oficialmente por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Sin embargo, el regreso lo ha sumido en una realidad complicada, marcada por la distancia con su familia y el choque de volver a un entorno que ya no siente propio.


“Estar lejos de mi hija y de mi esposa en estos momentos, y dejarla desamparada, como quien dice… esto es bien duro, bien difícil de verdad”, dijo en un video que publicó el periodista Alexis Boentes donde aparece acompañado de sus padres a los cuales no veía hace algunos años.

El trasfondo familiar: una niña con graves problemas de salud

“Yo tengo la esperanza, y mi esposa también, de que pueda reunirme con ella pronto. Y ahí estamos, luchando y haciendo las cosas”, manifestó refiriéndose al estado de salud que posee su hija y la imposibilidad de su esposa de asumir el peso de mantener un hogar por sí misma.

La menor que nació en Estados Unidos ya ha sido sometida a tres cirugías a corazón abierto y necesita con urgencia un trasplante. Su madre, Yisel Miguel Sarduy, ha explicado que enfrentar esta crisis sin la presencia del padre es extremadamente difícil, ya que la niña requiere cuidados constantes y un fuerte soporte emocional.

Para la familia, la decisión de Deivy fue una forma de asegurar que, al no cargar con una deportación formal, exista la posibilidad real de regresar y acompañar a su hija en un momento crítico.

Un sistema migratorio cuestionado

El caso pone en el centro del debate la rigidez de las políticas migratorias de Estados Unidos, especialmente cuando se trata de situaciones con componentes humanitarios. Abogados consultados señalan que, aunque existen mecanismos discrecionales para suspender o reconsiderar deportaciones, estos rara vez se aplican.

Incluso tratándose de una menor ciudadana estadounidense con condiciones médicas graves, el sistema no ofreció una solución inmediata. Para muchos, este tipo de decisiones reflejan la falta de sensibilidad de las normas migratorias, que no siempre priorizan la reunificación familiar en contextos extremos.

Actualmente, la familia apuesta a la petición I-130, un trámite de reunificación familiar que la esposa presentó para lograr que Deivy pueda volver legalmente a Estados Unidos. Este proceso, sin embargo, suele tomar meses o incluso años, y no está exento de obstáculos burocráticos.

La urgencia del caso, debido a la salud de la niña, podría ser un factor a considerar para acelerar la aprobación, aunque no hay garantías. Mientras tanto, la separación deja a la menor y a su madre en Orlando con una carga emocional y logística difícil de sobrellevar.

Adaptarse a una Cuba que dejó atrás

En Palmira, Deivy enfrenta la dura adaptación a una vida distinta. Tras haber vivido en Orlando, con acceso a mayores oportunidades, la falta de recursos en Cuba le resulta abrumadora. Según ha confesado, el contraste entre ambas realidades es enorme, lo que alimenta su deseo de regresar cuanto antes a Estados Unidos.

Además de la nostalgia y las dificultades materiales, se suma el sentimiento de estar “atado de manos” frente a una situación que no depende de él, sino de los tiempos del sistema migratorio.  “Es complicado adaptarse, es diferente completo. El sistema de vida que uno llevaba allá… aquí es bien diferente. Es difícil adaptarse, de verdad”, lamentó el inmigrante.

Implicaciones más allá del caso personal

El caso de Alemán es uno entre miles que reflejan los dilemas de la diáspora cubana en Estados Unidos. Muchos migrantes que llegaron bajo distintos estatus enfrentan procesos inciertos, donde las políticas de control fronterizo y deportación chocan con la necesidad de mantener unidas a familias que ya han echado raíces en el país.

La historia también expone la tensión entre las leyes migratorias y los derechos de menores ciudadanos estadounidenses que, como en este caso, pueden quedar afectados por decisiones que limitan la presencia de sus padres en momentos vitales.

Un futuro incierto, pero con esperanza

Pese a las dificultades, Deivy no pierde la fe. Desde Palmira, insiste en que su meta es regresar cuanto antes a Estados Unidos y acompañar a su hija en su batalla por la vida. La familia espera que la petición I-130 sea procesada con celeridad y que la urgencia médica sea un factor determinante en la decisión.

Mientras tanto, su historia genera solidaridad y también cuestionamientos sobre la necesidad de reformas en el sistema migratorio que contemplen con mayor flexibilidad los casos donde la salud y el bienestar de menores ciudadanos están en riesgo.


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