Padre cubano que se autodeportó clama por reunirse con su hija enferma en EE.UU: «Ya son tres días separados de mi niña, sin poder abrazarla»

Padre cubano autodeportado. Foto: Video de Instagram de Javier Díaz

El cubano Deivy Alemán Oropesa, residente en Palmira, Cienfuegos, se ha convertido en símbolo de las contradicciones del sistema migratorio estadounidense. Tras meses de incertidumbre legal y con la amenaza inminente de ser detenido por ICE, Alemán optó por autodeportarse voluntariamente.

La decisión lo ha separado de su esposa y de su hija pequeña, ciudadana estadounidense, quien enfrenta una compleja condición cardíaca. «Estoy viviendo los momentos más difíciles de mi vida», declaró Alemán visiblemente afectado en entrevista con el periodista cubano Javier Díaz de Univisión. «Ya son tres días separados de mi niña, sin poder abrazarla, sin poder apoyarla. Nosotros íbamos juntos prácticamente a todo, a las tiendas, a todas las consultas que ella tenía íbamos la madre y yo con ella juntos, siempre», agregó desconsolado.


La salud de la menor en el centro del drama

La niña, de apenas dos años, ha pasado por tres cirugías a corazón abierto y requiere atención médica continua. La familia había entregado a las autoridades migratorias expedientes médicos y cartas de especialistas para demostrar la urgencia de la presencia paterna en su proceso de recuperación. Sin embargo, esos argumentos no fueron suficientes para detener la deportación.

La esposa de Alemán, que permanece en Estados Unidos, enfrenta sola la carga de cuidados médicos y económicos. “Mi mayor temor es que el estrés afecte la salud emocional de mi hija”, expresó el padre desde Cuba.

Factores humanitarios ignorados

La abogada del caso subrayó que, en la práctica actual, los factores humanitarios casi no se toman en cuenta en las decisiones migratorias. Esta rigidez refleja una tendencia más amplia: en 2024, organizaciones como el American Immigration Council denunciaron que menos del 5% de las solicitudes humanitarias presentadas en procesos de deportación fueron aceptadas, pese a la existencia de enfermedades graves o vínculos familiares fuertes en EE.UU.

El caso de Alemán revive debates sobre el alcance de la discrecionalidad de ICE y el papel de los jueces de inmigración al evaluar circunstancias extraordinarias.


Pese a su regreso forzoso a Cuba, Alemán mantiene la esperanza de una reunificación familiar a través de la petición I-130, ya aprobada por USCIS. Este formulario, presentado por su esposa ciudadana estadounidense, es el primer paso para que un cónyuge extranjero pueda obtener residencia permanente. El problema radica en los tiempos de espera, que suelen extenderse entre 12 y 24 meses, aunque en casos humanitarios pueden acelerarse.

Mientras tanto, el cubano permanece en Palmira, sin trabajo ni ingresos, lo que limita su capacidad de apoyar económicamente a su familia en Estados Unidos.

«Aquí no hay forma ni de trabajar, ni de buscar dinero para poder ayudarlas. La verdad que no sé qué hacer aquí. Y la niña hoy… llorando, llorando, preguntando por mí. Le parte el corazón a uno», manifestó desde su natal provincia en el centro de la isla caribeña.

Uno de los mayores temores del padre y su familia es que la niña sufra las consecuencias desde el punto de vista emocional. «Mi esposa ya está bien desesperada. Y con la niña tenemos miedo que caiga en una recaída. Ella no puede estresarse mucho con ese problema», lamentó Deivy.

Un fenómeno creciente entre los cubanos

La autodeportación se ha convertido en una salida extrema para varios migrantes que buscan evitar detenciones prolongadas o procesos judiciales inciertos. Solo en 2024, según datos de ICE, más de 2.300 cubanos optaron por el “retorno voluntario” frente a una deportación oficial.

La diferencia no es menor: quienes se autodeportan pueden tener mayores posibilidades de presentar futuras solicitudes legales de reingreso, mientras que la deportación forzosa implica prohibiciones de hasta 10 años. El caso de Alemán es especialmente sensible por la condición de su hija, lo que ha despertado muestras de solidaridad en redes sociales y en la comunidad cubana de Miami.

En un nuevo material divulgado por el periodista Alexis Boentes, de Telemundo 51, Alemán Oropesa afirmó que su retorno voluntario a Cuba respondió a una estrategia personal, pese a que significó un sacrificio doloroso.

«Después de tenerme tres, cuatro, seis meses…, deportado igual, entonces hubiera sido peor. Es lo que yo pensé. Para poder regresar con mi estatus, a raíz de la petición de mi esposa, creo que la mejor opción era esta», explicó el inmigrante.

Clamor por apoyo político

Desde Cuba, Alemán ha pedido la intervención de congresistas, senadores y defensores de inmigrantes en EE.UU. para acelerar su caso. Varias organizaciones proinmigrantes han señalado que casos como este evidencian la necesidad de incluir criterios humanitarios más claros en la legislación migratoria.

«Pido la ayuda de algún congresista, las autoridades, que me puedan ayudar y poder adelantar mi caso con la I-130 (la petición que me puso mi esposa) y poder estar allá lo antes posible con ella (…) agilizar el proceso y poder estar con ella nuevamente antes de su próxima cirugía», comentó antes de culminar el video.

«Yo solamente quiero ir a apoyarla a ella, como siempre lo he hecho, haciendo las cosas bien hechas en Estados Unidos. Es un país de oportunidades, yo amo ese país. Y quisiera de verdad tener mi reencuentro con mi familia lo antes posible», argumentó mientras su familia espera una respuesta que combine justicia, compasión y sentido humanitario.

La situación de este padre dio un giro inesperado el 8 de septiembre, cuando asistió a una cita habitual con ICE. En esa ocasión, las autoridades le notificaron que tenía hasta el 14 de septiembre para salir de Estados Unidos; de no hacerlo, sería arrestado y deportado.

Alemán Oropesa llevaba siete años en el país, trabajando como chofer de Uber, libre de antecedentes penales y cumpliendo con sus obligaciones tributarias. Pese a ello, no esperaba un final tan brusco: la orden de deportación vinculada a su ingreso irregular a través de la frontera terminó por ejecutarse.

«En la cita con ICE me informaron que si me quedo tendrían que dejarme en detención y me deportarían ellos por su propia cuenta. De lo contrario, tenía que presentar mi boleto de salida este domingo. Creo que la mejor opción es salir voluntario», relató.

Con solo dos años y nacionalidad estadounidense, la hija del matrimonio ha enfrentado tres operaciones a corazón abierto y aún necesita más procedimientos médicos. En ese escenario, la madre se dedica a su cuidado, mientras que Deivy representaba la principal fuente de ingresos familiares.

El caso de Deivy Alemán Oropesa sigue abierto y cargado de incertidumbre. Mientras en Palmira enfrenta la impotencia de no poder trabajar ni sostener a su familia, en Estados Unidos su esposa lucha por mantener la esperanza y cuidar de su hija enferma.

Entre expedientes médicos, trámites migratorios y llamados a las autoridades, la historia de este padre cubano refleja el choque entre la letra fría de la ley y la urgencia del corazón humano. Su mayor anhelo, insiste, es simple: volver a abrazar a su hija antes de que sea demasiado tarde.



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