La Guardia Costera de Estados Unidos realizó la mayor incautación de cocaína en toda su historia, un operativo que culminó con la descarga de más de 76,000 libras de narcóticos en el puerto de Port Everglades, en Fort Lauderdale, al sur de Florida. La magnitud del decomiso ha sido calificada como un “golpe histórico” contra las redes de narcotráfico que operan en aguas internacionales del Caribe y el Pacífico oriental.
Un decomiso sin precedentes
De acuerdo con los informes oficiales, de las más de 76,000 libras de droga incautadas, 61,000 correspondían a cocaína pura, cantidad que equivale, según cálculos de las autoridades, a 23 millones de dosis letales en el mercado estadounidense. El resto se trató de marihuana y otras sustancias ilícitas.
El contralmirante Adam Chamie, comandante del Distrito Siete de la Guardia Costera, destacó que se trata de la mayor cantidad de cocaína confiscada por la institución en un solo operativo. “Hoy somos testigos de la mayor descarga de drogas confiscadas en la historia de la Guardia Costera de Estados Unidos”, afirmó.
Cuatro meses de trabajo coordinado
El operativo, que se extendió durante cuatro meses de patrullajes, fue ejecutado principalmente por la tripulación del buque Hamilton, con apoyo de helicópteros y embarcaciones rápidas. La misión contó también con la colaboración de múltiples agencias estadounidenses, como la Administración de Control de Drogas (DEA), el Departamento de Justicia y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
En total, el buque Hamilton estuvo involucrado en 20 incautaciones distintas en alta mar. Según el contralmirante Chase Sargeant, jefe de Operaciones de la Guardia Costera, “el 80% de estas drogas fueron interceptadas antes de que pudieran llegar a tierra firme, lo que representa un éxito contundente en la lucha preventiva contra el narcotráfico”.
La descarga en Port Everglades
La magnitud de la operación quedó en evidencia durante la descarga del cargamento en Port Everglades. Con grúas, decenas de paquetes envueltos en plástico fueron depositados en tierra y catalogados como evidencia. Cada uno de estos fardos será parte de los procesos judiciales que se avecinan contra los sospechosos arrestados.
Imágenes del operativo muestran largas filas de bultos apilados, algunos con logotipos de organizaciones criminales que usan estos símbolos para identificar los cargamentos en su ruta hacia Estados Unidos.
Valor económico y repercusiones
El valor en el mercado negro de la cocaína incautada supera los 1,200 millones de dólares, una suma que, según expertos en seguridad, golpea directamente las finanzas de los cárteles latinoamericanos responsables de la distribución.
Sin embargo, especialistas advierten que aunque este tipo de decomisos son significativos, el narcotráfico suele adaptarse con rapidez, diversificando sus rutas y métodos de transporte, lo que obliga a mantener una vigilancia constante y a reforzar la cooperación internacional.
Cooperación internacional clave
El contralmirante Lunday, al referirse al éxito de la misión, resaltó el papel de la cooperación multinacional, ya que países de Centroamérica y Sudamérica aportaron inteligencia y apoyo logístico. “El narcotráfico es un problema hemisférico, y solo trabajando juntos podemos hacerle frente”, señaló.
Estados Unidos ha incrementado en los últimos años sus operaciones conjuntas en el Caribe y el Pacífico oriental, donde se concentran las principales rutas utilizadas por los cárteles para trasladar cocaína desde Sudamérica hacia Norteamérica.
Una batalla constante
Aunque este decomiso marca un récord histórico, la lucha contra el narcotráfico continúa siendo un desafío de gran escala. Solo en 2024, la Guardia Costera interceptó más de 200,000 libras de drogas en distintas operaciones, cifras que, aunque elevadas, representan solo una fracción de la cantidad que logra ingresar al país.
Los oficiales recalcaron que este éxito no implica el fin de la amenaza, pero sí demuestra la capacidad operativa y la importancia del trabajo conjunto. “Nuestro objetivo es salvar vidas y proteger a las comunidades estadounidenses de la violencia y el crimen que acompañan al tráfico de drogas”, concluyó Chamie.
En los últimos meses, Estados Unidos ha reforzado de manera significativa su presencia militar en el mar Caribe con el objetivo de frenar el tráfico de drogas hacia su territorio. La estrategia incluye la movilización de buques de guerra, aviones de vigilancia y miles de efectivos, en el mayor despliegue regional de los últimos años.
Despliegues militares
A mediados de agosto, el gobierno estadounidense ordenó el envío de fuerzas aéreas y navales al sur del Caribe, entre ellas dos destructores de la Marina, un submarino de ataque nuclear y aeronaves de patrullaje marítimo P-8 Poseidon. Más de 4.000 marines y marinos de la 22ª Unidad Expedicionaria de Marines (MEU) también fueron desplegados para operaciones coordinadas por el Comando Sur (SOUTHCOM), con sede en Miami.
La presencia naval se ha concentrado especialmente frente a las costas de Venezuela, con los destructores USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, todos equipados con el sistema Aegis. Esta decisión ha generado tensiones diplomáticas, ya que el gobierno de Nicolás Maduro calificó la medida como una “amenaza agresiva” y respondió movilizando 4,5 millones de milicianos en todo el país.
Un Caribe bajo vigilancia
El despliegue estadounidense responde a la creciente importancia del Caribe como ruta del narcotráfico, tras el cierre parcial de corredores terrestres en México. Además del componente militar, la estrategia busca estrechar la cooperación con países aliados de la región, aunque críticos advierten sobre la creciente “militarización” de las aguas caribeñas.
Con estas acciones, Washington pretende frenar el flujo de cocaína y otras drogas hacia su territorio, enviar un mensaje de disuasión a los cárteles y, al mismo tiempo, reafirmar su influencia en un espacio geopolítico clave.