Residente de Florida recupera su embarcación robada y llevada a Cuba tras intensa gestión diplomática

Foto: Guardia Costera de Estados Unidos

Lo que parecía ser una tranquila jornada para una empresa de alquiler de embarcaciones en el sur de Florida se convirtió en el inicio de una compleja travesía internacional con elementos de robo, antecedentes criminales, tensiones diplomáticas y persistencia ciudadana. James Nabors, vecino de Florida, logró recuperar su panga de 26,5 pies luego de que fuera robada por un individuo con historial delictivo y llevada hasta las costas de Cuba.

El incidente ocurrió el viernes 9 de julio, cuando Floyd Dean Devasier, un hombre de 63 años con antecedentes por tráfico de drogas, alquiló la embarcación en Key West. Lo que parecía un alquiler común rápidamente se tornó en una alerta internacional cuando Devasier se desvió hacia aguas internacionales y finalmente atracó en territorio cubano acompañado por una mujer de 38 años.


Las autoridades cubanas no tardaron en actuar. Los guardafronteras interceptaron la embarcación y detuvo a ambos ocupantes, notificando de inmediato a las autoridades estadounidenses. Esta colaboración resultó crucial para el posterior desarrollo del caso. La Guardia Costera de EE.UU., en conjunto con la Oficina del Sheriff del condado Monroe, coordinó el regreso de Devasier a Miami, donde fue arrestado bajo una orden judicial pendiente por otros delitos.

Sin embargo, la historia estaba lejos de terminar. Aunque el presunto ladrón fue detenido, la embarcación permanecía retenida en la isla. James Nabors, decidido a recuperar su propiedad, emprendió viaje hacia La Habana con toda la documentación legal que lo acreditaba como dueño: registro, seguro, y su pasaporte estadounidense. Pero una vez en la isla, se topó con el complejo entramado burocrático cubano, que le impidió desembarcar y sacar su propia embarcación.

“Sentados en el barco, no podíamos bajar. Nos pidieron más documentos, incluyendo un sello diferente de la agencia, lo que nos complicó aún más la situación”, relató Nabors, quien no se rindió ante la negativa inicial.

Al ver bloqueado su camino por las vías ordinarias, Nabors buscó ayuda política. Contactó al congresista estatal Jimmy Patronis, quien asumió el caso personalmente e intercedió ante la Guardia Costera en Washington. Gracias a esa gestión, las autoridades estadounidenses reactivaron los canales diplomáticos y finalmente, tras varios días de incertidumbre, las autoridades cubanas autorizaron la liberación del barco.

Un mecánico autorizado viajó hasta La Habana y fue quien condujo la embarcación de regreso a Florida, cerrando así un ciclo que, aunque exitoso, dejó en evidencia la vulnerabilidad de los propietarios ante este tipo de incidentes internacionales. “Luchamos contra la burocracia, no contra las personas” expresó Nabors visiblemente aliviado.


Este no es el primer incidente de este tipo protagonizado por Devasier. En 2019, otro barco alquilado por él también fue encontrado en Cuba, lo que ha llevado a las autoridades a sospechar que podría tratarse de un patrón de conducta o incluso de una modalidad delictiva vinculada a tráfico o fuga.

Devasier ahora enfrenta cargos por robo y posiblemente otros delitos relacionados con la violación de normativas marítimas. Su historial criminal, sumado a la reincidencia, podría agravar su situación legal.

El caso ha generado atención mediática tanto en Florida como en Cuba, por el inusual contexto de cooperación entre ambos países, cuyas relaciones diplomáticas han estado marcadas por la tensión durante décadas. Este episodio, sin embargo, demuestra que la colaboración puntual es posible, especialmente cuando se trata de propiedad privada y delitos comunes.

Para James Nabors, la experiencia ha sido una mezcla de angustia y aprendizaje. Aunque recuperó su embarcación, admite que el proceso le reveló lo complejo que puede ser recuperar un bien robado si cruza una frontera, y mucho más si termina en un país con un sistema burocrático opaco como el cubano.

“Es mi barco, es parte de mi sustento y mi vida. No iba a dejar que desapareciera así”, concluyó Nabors, cuya perseverancia resultó tan vital como el apoyo institucional que recibió.


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