
Una nueva era comienza para los viajeros en el Aeropuerto Internacional de Miami (MIA) y el Aeropuerto Internacional de Fort Lauderdale-Hollywood (FLL). Ambos terminales han implementado un cambio significativo en sus procedimientos de seguridad: ya no será obligatorio quitarse los zapatos al pasar por los controles de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA).
La medida pone fin a una norma que llevaba más de dos décadas vigente, instaurada tras el intento fallido del llamado “Shoe Bomber” Richard Reid, quien en 2001 trató de detonar explosivos ocultos en sus zapatos durante un vuelo transatlántico. Desde entonces, quitarse el calzado se convirtió en parte rutinaria —y para muchos, engorrosa— del proceso de seguridad en aeropuertos de Estados Unidos.
Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, explicó que los avances en tecnología de detección y los protocolos de la TSA han permitido modernizar los controles, garantizando la seguridad sin necesidad de que los viajeros se descalcen. «Con esta política de no zapatos, anticipamos que los estadounidenses y los viajeros, y aquellos que vienen a nuestro país, estarán muy emocionados de que ya no tendrán que quitarse los zapatos», señaló Noem.
Entre los pasajeros, la noticia ha sido recibida con entusiasmo. Para muchos, especialmente quienes viajan en familia o con niños pequeños, este cambio promete agilizar las filas y reducir el estrés. “Viajar con cinco personas es complicado, y esto lo hará mucho más rápido y sencillo”, comentó una viajera entrevistada.
Otros expresaron alivio por no tener que caminar descalzos por el suelo de los aeropuertos, a veces poco higiénico, o exponer calcetines sucios o rotos. «Ya no tengo que usar pantuflas, puedo usar zapatos. Llevo pantuflas para que sea más fácil quitármelas», dijo otro viajero.
Aunque quienes cuentan con el servicio TSA PreCheck ya gozaban de este beneficio, la nueva política se aplicará de manera general, buscando optimizar los tiempos de espera y ofrecer una experiencia más cómoda a todos los pasajeros. Para los viajeros, el principal beneficio es la comodidad y dignidad.
Ya no será necesario caminar descalzos o en calcetines sobre suelos fríos o poco higiénicos, ni exponerse a la incomodidad de mostrar calcetines rotos o pies descubiertos. Además, se espera que la eliminación de este paso agilice el proceso de seguridad, reduciendo tiempos de espera y facilitando el tránsito por los controles, especialmente para quienes viajan en familia o en grupos grandes.
Para el personal de la TSA, los beneficios son igualmente significativos. La nueva política permite una mayor eficiencia operativa, reduciendo congestiones en las filas y agilizando la revisión de los pasajeros. Al eliminar la necesidad de inspeccionar zapatos manualmente, los funcionarios pueden concentrarse en otras tareas críticas de seguridad, apoyados por tecnología avanzada que ha hecho posible esta actualización en los protocolos.
“Cada segundo que podemos ahorrar en el control significa menos filas y un flujo más constante de pasajeros. Es un cambio positivo tanto para la seguridad como para la experiencia de viaje”, señaló un oficial de seguridad en el Aeropuerto de Fort Lauderdale. Asimismo, la eliminación de esta exigencia contribuye a reducir tensiones y discusiones frecuentes entre pasajeros y agentes, generadas por la molestia de tener que descalzarse en público.
En síntesis, la nueva política de la TSA representa un paso importante hacia la modernización de los aeropuertos, combinando tecnología de vanguardia con una experiencia de viaje más cómoda, segura y eficiente. La TSA ha decidido permitir que los viajeros mantengan sus zapatos puestos en los controles de seguridad gracias también a avances tecnológicos, como escáneres 3D capaces de detectar amenazas sin necesidad de descalzar a los pasajeros.