Fidel Castro aprovecho su 90 cumpleaƱos para escribir una de sus llamadas Ā«reflexionesĀ» recordĆ”ndose de su niƱez y lanzando criticas al presidente Obama.
AquĆ les dejamos la reflexiĆ³n de Fidel Castro.
MaƱana cumplirĆ© 90 aƱos. NacĆ en un territorio llamado BirĆ”n, en la regiĆ³n oriental de Cuba. Con ese nombre se le conoce, aunque nunca haya aparecido en un mapa. Dado su buen comportamiento era conocido por amigos cercanos y, desde luego, por una plaza de representantes polĆticos e inspectores que se veĆan en torno a cualquier actividad comercial o productiva propias de los paĆses neocolonizados del mundo.
En una ocasiĆ³n acompaƱƩ a mi padre a Pinares de MayarĆ. Yo tenĆa entonces ocho o nueve aƱos. Ā”CĆ³mo le gustaba conversar cuando salĆa de la casa de BirĆ”n! AllĆ era el dueƱo de las tierras donde se plantaba caƱa, pastos y otros cultivos de la agricultura. Pero en los Pinares de MayarĆ no era dueƱo, sino arrendatario, como muchos espaƱoles, que fueron dueƱos de un continente en virtud de los derechos concedidos por una Bula Papal, de cuya existencia no conocĆa ninguno de los pueblos y seres humanos de este continente. Los conocimientos trasmitidos eran ya en gran parte tesoros de la humanidad.
La altura se eleva hasta los 500 metros aproximadamente, de lomas inclinadas, pedregosas, donde la vegetaciĆ³n es escasa y a veces hostil. Ćrboles y rocas obstruyen el trĆ”nsito; repentinamente, a una altura determinada, se inicia una meseta extensa que calculo se extiende aproximadamente sobre 200 kilĆ³metros cuadrados, con ricos yacimientos de nĆquel, cromo, manganeso y otros minerales de gran valor econĆ³mico. De aquella meseta se extraĆan diariamente decenas de camiones de pinos de gran tamaƱo y calidad.
ObsĆ©rvese que no he mencionado el oro, el platino, el paladio, los diamantes, el cobre, el estaƱo, y otros que paralelamente se han convertido en sĆmbolos de los valores econĆ³micos que la sociedad humana, en su etapa actual de desarrollo, requiere.
Pocos aƱos antes del triunfo de la RevoluciĆ³n mi padre muriĆ³. Antes, sufriĆ³ bastante.
De sus tres hijos varones, el segundo y el tercero estaban ausentes y distantes. En las actividades revolucionarias uno y otro cumplĆan su deber. Yo habĆa dicho que sabĆa quien podĆa sustituirme si el adversario tenĆa Ć©xito en sus planes de eliminaciĆ³n. Yo casi me reĆa con los planes maquiavĆ©licos de los presidentes de Estados Unidos.
El 27 de enero de 1953, tras el golpe alevoso de Batista en 1952, se escribiĆ³ una pĆ”gina de la historia de nuestra RevoluciĆ³n: los estudiantes universitarios y organizaciones juveniles, junto al pueblo, realizaron la primera Marcha de las Antorchas para conmemorar el centenario del natalicio de JosĆ© MartĆ.
Ya habĆa llegado a la convicciĆ³n de que ninguna organizaciĆ³n estaba preparada para la lucha que estĆ”bamos organizando. HabĆa desconcierto total desde los partidos polĆticos que movilizaban masas de ciudadanos, desde la izquierda a la derecha y el centro, asqueados por la politiquerĆa que reinaba en el paĆs.
A los 6 aƱos una maestra llena de ambiciones, que daba clases en la escuelita pĆŗblica de BirĆ”n, convenciĆ³ a la familia de que yo debĆa viajar a Santiago de Cuba para acompaƱar a mi hermana mayor que ingresarĆa en una escuela de monjas con buen prestigio. Incluirme a mĆ fue una habilidad de la propia maestra de la escuelita de BirĆ”n. Ella, esplĆ©ndidamente tratada en la casa de BirĆ”n, donde se alimentaba en la misma mesa que la familia, la habĆa convencido de la necesidad de mi presencia. En definitiva tenĆa mejor salud que mi hermano RamĆ³n āquien falleciĆ³ en meses recientesā, y durante mucho tiempo fue compaƱero de escuela. No quiero ser extenso, solo que fueron muy duros los aƱos de aquella etapa de hambre para la mayorĆa de la poblaciĆ³n.
Me enviaron, despuƩs de tres aƱos, al Colegio La Salle de Santiago de Cuba, donde me matricularon en primer grado. Pasaron casi tres aƱos sin que me llevaran jamƔs a un cine.
AsĆ comenzĆ³ mi vida. A lo mejor escribo, si tengo tiempo, sobre eso. ExcĆŗsenme que no lo haya hecho hasta ahora, solo que tengo ideas de lo que se puede y debe enseƱar a un niƱo. Considero que la falta de educaciĆ³n es el mayor daƱo que se le puede hacer.
La especie humana se enfrenta hoy al mayor riesgo de su historia. Los especialistas en estos temas son los que mĆ”s pueden hacer por los habitantes de este planeta, cuyo nĆŗmero se elevĆ³, de mil millones a fines de 1800, a siete mil millones a principio de 2016. ĀæCuĆ”ntos tendrĆ” nuestro planeta dentro de unos aƱos mĆ”s?.
Los cientĆficos mĆ”s brillantes, que ya suman varios miles, son los que pueden responder esta pregunta y otras muchas de gran trascendencia.
Deseo expresar mi mĆ”s profunda gratitud por las muestras de respeto, los saludos y los obsequios que he recibido en estos dĆas, que me dan fuerzas para reciprocar a travĆ©s de ideas que trasmitirĆ© a los militantes de nuestro Partido y a los organismos pertinentes.
Los medios tĆ©cnicos modernos han permitido escrutar el universo. Grandes potencias como China y Rusia no pueden ser sometidas a las amenazas de imponerles el empleo de las armas nucleares. Son pueblos de gran valor e inteligencia. Considero que le faltĆ³ altura al discurso del Presidente de Estados Unidos cuando visitĆ³ JapĆ³n, y le faltaron palabras para excusarse por la matanza de cientos de miles de personas en Hiroshima, a pesar de que conocĆa los efectos de la bomba. Fue igualmente criminal el ataque a Nagasaki, ciudad que los dueƱos de la vida escogieron al azar. Es por eso que hay que martillar sobre la necesidad de preservar la paz, y que ninguna potencia se tome el derecho de matar a millones de seres humanos.
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