La juventud cubana muestra más interés en el paquete semanal que en el proyecto de la nueva Constitución

Los cubanos dentro de la Isla la gran mayoría ajenos al debate del proyecto de la nueva Constitución, tampoco les interesa mucho actualizarse sobre el tema.


Desde el pasado lunes ejemplares de lo que será el texto constitucional son distribuidos por el Gobierno cubano, al precio de 1 peso cubano, equivalente a cuatro centavos de dólar en los llamados “estanquillos” del país.

Cuba tiene gran prestigio a nivel internacional en los ámbitos de la salud y de la educación, pero realmente puede hablarse de la cultura o educación de un pueblo, cuando a la mayoría de las personas no les interesa leer acerca de las leyes de su país, o al menos observarlas desde un punto de vista crítico, la duda realmente invade al espectador. ¿O será simplemente hartazgo popular por haber vivido bajo el totalitarismo durante seis décadas?

Una jubilada, Aída Ramírez de 79 años comentó al salir del establecimiento con el texto en mano “no lo he leído aún pero estoy de acuerdo con todo”.

Según la habanera “todos los cubanos debemos saber las leyes de nuestro país y cuando somos revolucionarios más”, a la par otras personas de la tercera edad debatían temas políticos con el tabloide en sus manos.

Pese al adoctrinamiento político, los más viejos en la Isla aún se interesan en la política, sin embargo los jóvenes parecen estar absortos en otras cuestiones, mientras viven en un país envejecido y que realmente no les parece interesar.


Una joven cubana Laura reconoce que ni ella ni sus amigas están al tanto de la existencia del nuevo modelo constitucional o de los cambios que éste introducirá respecto al anterior, como la propiedad privada, la inversión extranjera o el matrimonio igualitario.

“Ah, creo que me dieron un ejemplar, pero no lo leí”, admite.

Según el académico y ex diplomático del régimen Carlos Alzugaray, los jóvenes de la Isla se interesan más en el paquete semanal o la colección digital de las últimas películas y series internacionales que en cuestiones de cambio en la Mayor de las Antillas. ¿Cómo podría llamársele a esto si no es enajenación? La juventud vive en Cuba, pero su cabeza vuela por el mundo, y por cierto se identifican más con una realidad que no es la suya, no es la de su cotidianidad.

Alzugaray, explica que las generaciones mayores “vivieron un socialismo que funcionaba -el de los años 1970 y 80- y muchos sienten añoranza, pero las nuevas generaciones no han visto un socialismo que funcione”.

Los “millenials” cubanos sienten simplemente a juicio del experto una “indiferencia” por la política, reflejo de la decepción de un sistema podrido.

La ama de casa y licenciada en Economía Rosa María Santana, de 57 años dice estar agradecida con la modificación de la Constitución que data de 1976, en especial las relacionadas con el área económica.

“Carlos Marx nos decía que había que coger lo bueno del capitalismo y del socialismo y adaptarlo a las condiciones de cada país. Me parece muy bien”, opinó.

Ella piensa que la nueva Carta Magna ampara al incipiente sector privado, otro punto a discutir, cuando para muchos el texto constitucional hace todo lo contrario.

Otro economista Rafael Betancur más o menos de la misma generación de Santana, dice estar optimista por lo que para él supone el abandono de la ortodoxia comunista heredada de la URSS.

Vale resaltar que muchos de estos cubanos que ven cierto cambio, han sido educados bajo el régimen castrista, y la educación administrada como una inyección letal por el Gobierno cubano ha transmitido a sus discípulos fragmentos de la realidad, y no lo complejo o el sentido global de las cuestiones; la mayoría de estos cubanos no conocen otra cosa que una economía centralizada, y la democracia es un término vago, que sólo escuchan en el noticiero pero adaptado a la doctrina “revolucionaria”.

El panorama es distinto para los cubanos exiliados, opositores y otras personas que sólo ven la modificación de la Constitución, que sigue a cuesta con el carácter irrevocable del socialismo para Cuba como una ligera “operación cosmética”.

(Con información de CubaNet)


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