El consumo de carnes y jamón ahumado es un riesgo latente para la salud de los cubanos

En Cuba no hay muchas opciones de comida saludable, el país caribeño no entra en las tendencias actuales del cuidado de la alimentación, muy pocos o los que han tenido la posibilidad de viajar al extranjero, saben acerca de la comida vegana, los productos sin gluten, y otras opciones saludables que para las personas que viven en países del primer mundo, como Estados Unidos son ya naturales, y que posibilitan una mejor calidad de vida.


El consumo de productos ahumados como jamones, chorizos, y carnes es un privilegio para los cubanos de a pie, cuando su salario promedio no excede los 30 dólares mensuales.

Sin embargo lo que parece un privilegio puede estar dañando su salud, y matándoles lentamente.

Cada día más cuentapropistas en la Isla se dedican a producir y comercializar estos productos. El proceso de ahumado de las carnes es una de las técnicas de conservación más antiguas, y consiste básicamente en quitar el agua por la acción del humo, así se logra la deshidratación para la conservación y la adición de determinadas sustancias. En dicho proceso de usan varios químicos como nitrato sódico y nitrito, pero una dosis incorrecta de los mismos puede dañar de manera irreversible la salud humana.

Ernesto Ávila, especialista en Medicina Interna, comenta a Cubanet: “Tanto en el sector cuentapropista como en el estatal no existe un estricto control de calidad para los productores de carnes ahumadas. Los inspectores, apartando que la gran mayoría son sobornables, no tienen los conocimientos ni los medios necesarios para determinar si estos productos son aptos para la venta a la población o si están correctamente dosificados. No existen laboratorios donde se analicen a profundidad los niveles de sales y nitratos que puedan tener las carnes y es este uno de los factores que ha incrementado la cifra de enfermedades como la hipertensión arterial, insuficiencias renales, cardíacas, y enfermedades digestivas como la gastritis crónica”.

No obstante disfrazados de privilegios a causa de la falta de opciones en el mercado cubano, el jamón, los chorizos y otros embutidos, sólo lo puede comprar una parte de la población beneficiada con remesas familiares del exterior, trabajadores del sector privado, o el cubano que “inventa” en los centros de trabajo estatales para ganarse el dinero.


Estos productos comercializados en las redes estatales, sin embargo para casi todos los nacionales son prohibitivos por sus astronómicos precios; por lo que la gran mayoría de los antillanos debe acudir a los cuentapropistas donde los precios son más bajos, pero los riesgos para la salud se incrementan, debido a la falta de control.

“Los alimentos ahumados como la carne o el pescado presentan el riesgo de intoxicación alimentaria como la listeriosis, una infección bacteriana que puede aparecer en los alimentos que se conservan por largos períodos de tiempo. Las carnes procesadas como las salchichas que no se calientan adecuadamente pueden contener bacterias dañinas como la salmonela, que puede prosperar en la carne ahumada o carne seca. El mayor problema aquí es que a los cuentapropistas no les conviene deshidratar completamente las carnes para el proceso porque pierden peso y eso les hace perder dinero, por lo que no realizan correctamente este proceso. Muchas veces los químicos (como el) nitrato sódico y nitrito son agregados al ojo, sin una correcta dosificación según el peso de la pieza, lo que puede traer consigo resultados muy negativos para la salud. En lo personal no consumo este tipo de alimentos porque están matando lenta y silenciosamente a muchas personas”, añade el experto.

Un empleado de una de las “fabricas” de productos ahumados situada en Boyeros, comentó a Cubanet: “El jamón lo fabrican con menos carne y más picadillo de soya, la higiene es pésima en estas fábricas. Algunos de estos elaboradores prefieren mantener un poco la calidad y lo mezclan con picadillo de pollo o mortadela. Los productos ahumados los inyectan con líquidos a base de sales y nitratos para que pesen más y tengan mejor sabor y así obtener mayores ganancias, pero eso es muy peligroso. El que haya estado en una de estas fábricas te aseguro que no compra nunca más estas cosas. Con el pollo pasa exactamente lo mismo: nunca termina el proceso ni dan el tiempo requerido de secado para no perder dinero. Era trabajador contratado de una fábrica particular de estos productos y decidí retirarme a tiempo, porque el día que pase algo y haya una intoxicación o algún muerto todos irán a la cárcel”.

(Con información de Cubanet)


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