Delincuentes, emigrados, repatriados (cuentapropistas) y extranjeros además de sinónimos para la prensa oficialista, son culpables de todos los males

La revista oficialista “Bohemia” culpó en un extenso artículo, al sector privado de la corrupción en Cuba.

“Las medidas en proceso para la actualización del modelo económico cubano, esencialmente las nuevas formas de gestión no estatal de la propiedad, han generado presión sobre las entidades y sus directivos por la demanda de recursos y servicios (ante la carencia de un mercado mayorista de materias primas para desarrollar su actividad), a lo cual se une la insatisfacción de necesidades esenciales, lo que sin dudas incide en la permisibilidad y aceptación de estos hechos”, indicó la publicación estatal.


Bohemia admite que el aumento del costo de los artículos de primera necesidad, y los bajos salarios “son factores objetivos que impactan en la actuación de personas inescrupulosas (…)”.

El texto citó “delitos económicos” en sectores relacionados con “la producción, distribución, comercialización y venta de alimentos y otros productos de alta demanda popular, a partir de cadenas delictivas que involucran a directivos, trabajadores y fuerzas de seguridad y protección, cuentapropistas y personas desvinculadas que quieren mantener un alto nivel de vida”, tildándolo de “trapicheo”.

Dijo que la base fundamental de abastecimiento del mercado ilegal, era la “violación de funciones, normas éticas, además del débil control interno y la desidia”.

Para la publicación oficial, los cuentapropistas incurren en evasiones fiscales, lavado de activos, falsificaciones, “obtención de ilícitos provechos durante las transacciones comerciales o en el ejercicio de la administración de bienes, entre otras”.

Según la revista, la Fiscalía ve un vínculo en la ocurrencia de delitos con el empleo de las nuevas tecnologías, y las posibilidades económicas de algunos delincuentes, incluyendo a emigrados, repatriados y extranjeros, que no están vinculados al Estado.


Es decir que para Bohemia repatriados, emigrados y extranjeros son delincuentes, porque no tienen el vínculo sagrado con el Gobierno cubano, y todos los trabajadores estatales son puros y honestos. La prensa estatal nos ofrece una versión dicotómica, o trabajas para el Gobierno o eres delincuente.

La publicación oficialista califica la corrupción generalizada durante años dentro del sistema estatal cubano como un “lastre” a la credibilidad de la revolución, y la compara con la que denominó “oposición contrarrevolucionaria”, que destruye el orden, disciplina e institucionalidad del país caribeño.

Los comunistas para Bohemia no son corruptos, la radicalidad con que la prensa cubana que responde a los intereses castristas trata cuestiones tan complejas como la corrupción es sorprendente. Periodistas que atacan a sus ciudadanos, para idolatrar a la cúpula gobernante, con qué moral pueden hablar de deshonestidad y soborno, si ellos están comprados por las migajas del régimen cubano.

(Con información de Diario de Cuba)


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