Auge de palomeros en La Habana: ¿Vicio, tradición, o negocio y exportación informal a la Florida?

La cría de palomos no es una nueva afición, durante mucho tiempo, nacionales de todas las edades se han dedicado a esta actividad, con diferentes fines.


Sin embargo, en la actualidad esta práctica goza de mucho auge en la Isla caribeña, mezclándose competencia, comercio de pichones y la venta de ejemplares adultos para rituales religiosos, de acuerdo a AP.

Los cubanos están criando palomos de conquista que son lanzados a diario al aire, para atraer a palomas hembras a las azoteas de sus dueños.

Edison Campos, un barbero de 28 años, confesó: “Es un vicio, estás en (la heladería) Coppelia o en cualquier lado y te pones a mirar para arriba a las palomas. Sueñas con palomas y son las 10 de la noche y estás con las palomas”. El joven comenzó a criar palomos de conquista apenas siendo un niño.

En los tejados habaneros, muchos hombres dedican todo el día a esta actividad, interactuando con sus vecinos a través de los techos, extienden puentes con tejas de zinc para alcanzar las jaulas, sorteando cables o intercambiando animales u opiniones sobre los machos más “galanes” para conquistar hembras, a los cuales llaman “ladrones” o “asesinos”.

En las barriadas capitalinas, la práctica está de moda, y han formado una red de “palomeros” que rivalizan por atraer a los ejemplares de otros, hablan sobre las mejores jaulas, la forma de alimentación y medicación y las técnicas de entrenamiento.


También está la faceta negativa, algunos enemistados por algún pájaro lastimado, robado o reintegrado a su dueño tras un pago, que llaman “multa”, que puede alcanzar los cinco CUC.

Incluso en barrios de La Habana como “La Timba”, un tipo de “villa miseria” cerca de la Plaza de la Revolución, se han matado, por el robo de algún animal, pero la culpa en sí no es de la práctica, es de la violencia que hay oculta en los fragmentos marginales de la sociedad cubana.

Por otra parte, están las quejas de los vecinos en los edificios multifamiliares, donde los palomares se han convertido en pequeñas ciudades sobre los tejados.

En la capital de la Mayor de las Antillas, hay varias asociaciones de criadores de palomas, estas no son oficiales, y una gubernamental con reglamentos estrictos para sus integrantes sobre las condiciones de los palomares.

De igual modo se organizan certámenes para seleccionar al mejor palomo.

El premio es de dinero en efectivo, y alimento, por lo que ganar se traduce en la posibilidad de vender ejemplares a buen precio. En el 2016, uno de los campeones se vendió en unos mil quinientos dólares, comunicaron a AP los aficionados.

La afición de los palomos de conquista y sus clubes en la Isla comunista también ha generado controversia entre los miembros de estas organizaciones, y los criadores como Campos, quienes no quieren cumplir las reglas impuestas a los asociados, por ejemplo una de las reglas es no usar trampas.

Ernesto Eng, de 49 años, se queja: “Hay palomeros que no son de la sociedad, son de la calle, que maltratan la paloma”.

El hombre es miembro de un Club de Palomas de Conquista de Guanabacoa, y lamenta que estos criadores que tienen sus propios palomares, utilicen técnicas que pueden perjudicar a las palomas con tal de atraparlas.

“Hace falta bastante paciencia”, detalló Eng. “Hay años en que sacas 100 pichones y te sirven dos porque a uno te lo cogieron, el otro se murió, al otro se lo comió el gavilán y ocasiones en que llevas seis meses entrenando al palomo y por equis motivo no sirvió o no te salió bueno y no conquista”.

Por otro lado, Campos piensa distinto, para él las asociaciones no son una alternativa. “Yo soy callejero”, expresa orgulloso. “Nosotros sí usamos las trampas. La paloma que entra es de nosotros y ganamos”.

Algunos cubanos no confían en las asociaciones, las culpan de manipulaciones para elevar los costos a los criadores, o exigir condiciones que no todos están en la posibilidad de tener.

Las tensiones no faltan en las discusiones, aunque las palomas están anilladas con nombre de su dueño y fecha de nacimiento, el robo de animales puede provocar peleas, y hasta la muerte de algún palomero.

Más allá del furor como pasatiempo, criar palomos puede representar un negocio, para prácticas de santería, una paloma se comercializa en aproximadamente 4 CUC, y los pichones de padres seductores por unos 10 o 20 CUC.

El auge del negocio está vinculado con un tipo de exportación informal hacia Florida.

Eduardo Montufar, de 30 años dice: “El furor de la paloma ahora es porque se está vendiendo mucho para afuera, a los Estados Unidos. Viene mucha gente a comprar palomas. Entonces todos quieren sacar buenos animales, sacar pichones y que los vean volando”.

(Con información de Diario de Cuba y Cubanet)


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